MIGRANTES
Trabajadoras venezolanas ganan menos de la mitad que las colombianas por hacer la misma labor
La Ong Cuso Internacional, con apoyo del Gobierno de Canadá, presenta un estudio este miércoles. El 91 % de mujeres migrantes trabaja en la informalidad
Si el empleo para la mujer en Colombia es precario, para las venezolanas lo es mucho más. Este miércoles, cuando se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la ONG Cuso International, con el apoyo del Gobierno canadiense, presenta un informe que revela la realidad del trabajo femenino de las venezolanas en Colombia.
La ONG califica la situación laboral de las mujeres del vecino país en Colombia como “en extrema precariedad”. Esto, porque trabajan más horas, ganan menos de la mitad que sus pares colombianas y tienen empleos de calidad inferior.
Las cifras encontradas en el estudio no distan mucho de las estadísticas que registra el Dane, pero al tratarse de una brecha de género, son mucho más impresionantes, toda vez que las diferencias entre el trabajo del hombre y el de la mujer, aún entre los nacionales, siguen siendo abismales.
Es así como, si el más reciente informe del Dane, sobre el mercado laboral en Colombia, da cuenta de que el desempleo entre los venezolanos es del 21 por ciento, en el caso de la mujer la cifra es mayor. Los hombres van a una finca a recoger café, pese a ser profesionales, mientras que ellas, por lo general, deben encargarse de los hijos y las tareas del hogar, con menores posibilidades de recibir ingresos. Escasamente, para apoyar el ingreso familiar, salen de vez en cuando a labores de rebusque.
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Es por eso que, de acuerdo con el estudio de Cuso, la informalidad laboral en la mano de obra femenina entre las venezolanas es del 91 %, en comparación con el 60 por ciento para la población femenina colombiana.
Más horas y menos ingreso
Otro elemento diferencial, que pone de presente la precariedad del empleo de la mujer venezolana en Colombia, es el ingreso y el tiempo de trabajo. Sus jornadas son de 42,5 horas, mientras las ciudadanas de nuestro país tienen una actividad laboral semanal que promedia las 37 horas.
Y el tema del ingreso, según la investigación realizada en conjunto con la Universidad Externado, el ingreso mensual promedio de una mujer colombiana empleada formalmente es de 1.458.000 pesos, y el de una venezolana es de 785.000 pesos.
Alejandro Matos, director de Cuso Internacional en Colombia, habló con SEMANA. “Tanto las mujeres colombianas como venezolanas están rezagadas en cuanto al acceso a un empleo formal y digno. No obstante, dadas las circunstancias en que llegan las mujeres provenientes del país vecino, sin recursos económicos ni redes de apoyo, se enfrentan a mayores barreras para ingresar al mercado de trabajo”.
Según expresa Matos, las mujeres migrantes tienen un nivel educativo más elevado que los hombres migrantes y las mujeres colombianas, sin embargo, tienen un porcentaje de desempleo del 19,9 % frente al 7,6 % de los hombres migrantes.
Tampoco es cierto que para Colombia vinieron los migrantes con escasos estudios. “Solo en los últimos dos años empezó a llegar la población con menos educación, presionada por la crisis venezolana, pero en la generalidad, hay profesionales de todas las áreas”.
Trabajo no remunerado
Señala el estudio que la dedicación al cuidado y la atención a la niñez también son muestra de las diferencias entre sexos. Más de 13 % de los hombres no ocupados dedican 12 horas a estas actividades, cuando 53 % de las mujeres no ocupadas lo hacen. De hecho ellas manifiestan que no logran realizar procesos relacionados con la búsqueda de empleo debido a sus responsabilidades familiares.
La pandemia vino a agravar la situación para las mujeres venezolanas. El estudio evidencia que se puede acentuar la vulnerabilidad de las mujeres migrantes, pues cerca de 70,3 % de ellas se ubicaban en sectores de alto riesgo de pérdida de empleo como son: servicio doméstico, hoteles y restaurantes, mientras que 50,8 % de sus connacionales hombres se sitúan en estos renglones económicos y, en la coyuntura actual, también están en el mismo peligro.
Qué salidas hay
Teniendo en cuento que “hay un caldo de cultivo para que las mujeres venezolanas y, en general los migrantes del vecino país, entren en el desempleo”, Matos señala que la recomendación es que el Gobierno colombiano fortalezca la legislación que promueva una política que incluya a la población venezolana. “Ellos no están de paso, llegan para quedarse. Es más conveniente regularizar a la población venezolana”.
El director de Cuso agrega que el empresariado también debe empezar a visibilizar más el nivel de formación que tienen en comparación con la actividad que aceptan realizar por la necesidad de trabajar. “Un nivel de formación del empleado garantiza una mayor productividad”. Sin embargo, muchas mujeres venezolanas trabajan a través de bolsas de empleo, en condiciones que reducen el acceso a la protección social.
Definitivamente, el mejor camino es aceptar que la migración no es un problema para los países si se aborda con la debida eficiencia. No hay que olvidar que Estados Unidos es un país que se desarrolló, en parte, por la afluencia de migrantes.