PLANEACIÓN
Ojos bien abiertos
El debate por la propuesta de pasar el presupuesto de inversión del DNP al Ministerio de Hacienda está liquidado. Pero siguen algunas suspicacias.
El nombramiento de Luis Alberto Rodríguez como nuevo director del Departamento Nacional de Planeación (DNP) lo ha puesto en los últimos días bajo escrutinio público. Tanto en redes sociales como en medios han sido revisados con lupa desde su juventud y experiencia laboral hasta sus títulos universitarios. Con solo 32 años, este economista, egresado de la Universidad Nacional, nacido en Bucaramanga y criado en Valledupar, llegará a mediados de septiembre a ocupar uno de los cargos más importantes de la tecnocracia económica del país.
Tiene un recorrido corto en el sector público, al que llegó como viceministro de Hacienda en agosto del año pasado. Pero ha trabajado en Asobancaria y en Naciones Unidas, y lo consideran uno de los mejores economistas de su generación.
No obstante, no es el director más joven en la entidad ni el de menor experiencia laboral. Édgar Gutiérrez Castro tenía esas características cuando llegó al cargo en 1961, con 28 años, y se convirtió en el primer director en formular y ejecutar un Plan Nacional de Desarrollo y en uno de los más destacados funcionarios del sector de Hacienda.
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Por eso, quizás, las preocupaciones formuladas al nuevo director del DNP sobre la edad o la experiencia no son relevantes. Lo más importante será verificar las relaciones de esta entidad técnica –considerada por muchos como un megaministerio– con el Ministerio de Hacienda y Crédito Público; y si termina convertida en su apéndice, eso sería muy preocupante.
Algunos exdirectores del DNP han expresado sus reservas, pues Rodríguez pasa de subalterno del ministro Alberto Carrasquilla a convertirse en su par en el Consejo de Ministros y en su interlocutor en muchas decisiones de gobierno.
Cecilia López, quien inició su carrera profesional en el DNP y en 1997 lo dirigió, cree que el nuevo director tendrá el desafío de “demostrar que es capaz de negociar de igual a igual y que no termine convirtiéndose en súbdito” de Hacienda.
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También, María Mercedes Cuéllar, directora del DNP en 1987, advierte que hay que darle un compás de espera, pero que Rodríguez deberá continuar con la tradición de independencia de la entidad y mantenerla como gran interlocutora en los temas de desarrollo.
Las preocupaciones crecen por un episodio reciente. Hace unos meses, el país económico presenció una fuerte discusión por el manejo del presupuesto de inversión, que terminó por agriar la relación entre la directora saliente, Gloria Alonso, y Carrasquilla.
El episodio se presentó en medio de la discusión del nuevo Plan Nacional de Desarrollo del Gobierno, que al principio incluía el artículo 35, el cual proponía trasladar el manejo del presupuesto de inversión del DNP al ministerio. El artículo, planteado y defendido por Carrasquilla, no convencía a Alonso, quien puso poco empeño en defenderlo.
En ese momento, varios exdirectores del DNP publicaron una dura carta en la que planteaban su rotundo rechazo a este cambio, que ubicaría a Planeación como entidad de segundo orden con menos independencia y funciones. Carrasquilla perdió la discusión, pero al final Gloria Alonso salió del Gobierno.
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Este antecedente ha provocado escozor entre técnicos y exdirectores del DNP que temen que el nuevo director termine subordinado a las decisiones de Hacienda.
Nadie desconoce la formación y trayectoria del nuevo director. Pero su gestión tendrá encima una gran lupa. Planeación es una de las entidades más importantes del Estado por el papel que cumple al impulsar el desarrollo y articular sectores como el económico, el social, el ambiental y el financiero. Mantener su independencia es más que un punto de honor.