¿ VAMOS AL FONDO O AL FONDO ?
No obstante el mutismo oficial, se abre el debate sobre la posibilidad de que Colombia tenga que recurrir al FMI
Una vez más se proyecta sobre Colombia el fantasma de la crisis cambiaria. El anuncio fue hecho en forma directa por el ministro de Hacienda Roberto Junguito ante la plenaria de la Cámara de Representantes, dentro del nuevo estilo de reconocer las malas noticias que ahora practica la autoridad económica. La posibilidad de que en un futuro cercano el país se encuentre impedido para realizar sus operaciones internacionales normales, trajo recuerdos de épocas en las que --aún más que ahora-- Colombia debió apretarse el cinturón para atender sus compromisos con el exterior.
Si bien la crisis en el sector externo no es de fecha reciente, sólo de un tiempo para acá los analistas han aceptado la factibilidad de que Colombia presente problemas de liquidez internacional que, eventualmente, la obligarían a acudir a instituciones como el Fondo Monetario Internacional. Aunque la mención del tema es recibida con el más completo mutismo en el gobierno, analistas independientes han reconocido que, si las cosas no salen como se espera, el país será miembro activo del club de deudores latinoamericanos.
La estrecha senda por la que camina el gobierno está determinada por tres rubros principales: el saldo de exportaciones e importaciones; los flujos de capital (aporte y recibo de préstamos) sumados al pago de intereses; y al saldo neto en la cuenta de servicios no financieros.
En lo que cabe al primero hay optimismo. Después de varios años de comprar más bienes del exterior de los que se han vendido, las fuertes restricciones colocadas sobre las importaciones, junto con los estimulos a las exportaciones, permiten afirmar que, para el próximo año, el país tendrá un balance positivo en esa cuenta. Más aún, de 1986 en adelante se espera que la entrada de las exportaciones de carbón y la mejora en la balanza de hidrocarburos permitan incrementar sustancialmente la suma colocada afuera.
El segundo aparte es una de las mayores fuentes de dificultades. Al cabo de los cuantiosos préstamos que se hicieron hace unos años, el servicio de la deuda (incluyendo pagos al principal e intereses) ha crecido descomunalmente y solamente en intereses, se calcula que Colombia pagará este año cerca de US$ 1.100 millones. Además, el problema se ha visto aumentado por la caida en las rentas que antes generaban las reservas internacionales.
Las exigencias en materia de deuda son tales que necesariamente el país deberá contratar nuevos préstamos internacionales para cubrir parcialmente sus necesidades de moneda extranjera. Sin embargo, existe cierta desconfianza contra Colombia en los mercados mundiales de dinero, debido a la agudización de la recesion económica, así como resultado de los problemas que se han presentado en la renegociación de las deudas en dólares de Cementos Samper y del Banco de Colombia. En caso de no llegarse a un acuerdo en lo que respecta al pago de la deuda externa privada, es posible que el crédito de los bancos comerciales internacionales se le cierre totalmente al país, lo cual complicaría la situación. Si bien se dice que los bancos internacionales de fomento están dispuestos a conceder empréstitos, estos no han llegado, por ahora, a las mermadas arcas del Banco de la República.
En lo que hace a los servicios no financieros se ha pasado de un saldo positivo a finales de la década anterior a uno negativo actualmente. Las rentas por turismo, donaciones e ingresos personales se han visto superadas por los giros al exterior por conceptos similares. Como solución, se ha planteado la colocación de estímulos que aumenten la competitividad del dólar oficial frente a la del dólar en el mercado negro, para que los particulares que están vendiendo sus divisas en la calle lo hagan por intermedio del mercado institucional.
Fuera de lo anterior, existe preocupación entre los economistas respecto a la financiación del déficit fiscal, pues si se decide hacerlo con emisión, es altamente probable que surjan presiones para la fuga de capitales. En los actuales momentos, nadie sabe en realidad hasta cuando se puede emitir, antes de que se produzca una salida de dólares debido a ello.
Hechas las cortas consideraciones anteriores, queda claro que la suerte de Colombia en los próximos meses está supeditada a cuatro variables principales: conseguir más préstamos externos; que la tasa de interés internacional se mantenga constante o baje; que las expectativas sobre exportaciones se cumplan; y que no haya un inesperado flujo de divisas hacia afuera.
Si alguna de las piezas anteriores no encaja en el rompecabezas, el camino que le quedaría al país sería el de acudir al Fondo Monetario Internacional para conseguir un préstamo y obtener la confianza de los bancos privados. Según como están las cosas ahora, Colombia puede disponer libremente del 25% de su cuota en el Fondo, lo cual equivaldría a unos US$ 100 millones (la cuota nuestra es de 394.2 millones de Derechos Especiales de Giro, cada uno liquidado a la tasa de 1.03 por dólar). De allí en adelante, el gobierno tendría que acogerse a unas condiciones de política económica interna determinadas por el organismo de acuerdo a la cuantía del préstamo. Según lo visto en otros paísés, se exigiría una devaluación masiva, control a la inflación y estabilización del presupuesto fiscal, lo cual normalmente resulta en un deterioro de la situación social y caida abrupta del Producto Interno.
Por lo tanto, existen tres posiciones al respecto. La primera, es la de confiar en que todo saldrá bien y no hacer nada. La segunda, es la de acudir al Fondo inmediatamente y aprovechar que la situación no es desesperada para así negociar con más libertad y obtener mejores concesiones.
La última, es la de esperar el veredicto que estará contenido en un informe que el Fondo realiza de Colombia cada 15 o 18 meses y que este año será hecho público en octubre o noviembre (la misión de estudio del FMI viajó a Washington hace unos 20 días). Dicho documento le puede dar a Colombia una luz sobre el futuro y, si es favorable, puede "desbloquear" a los bancos internacionales e inducirlos a que le ayuden al país en esta dífícil encrucijada. En círculos especializados, se dice que el juicio del FMI sobre la situación del país oscilará entre "grave" y "muy grave".
En cualquier caso, de no cumplirse las expectativas sobre mejoramiento del sector externo, es un hecho innegable que existe una posibilidad real de que el país tenga que acudir al FMI. El "tabú" que representa el tener que pedir ayuda al FMI no ha sido superado y una decisión en ese sentido acarrearia costos políticos extremos. A 30 de junio pasado, 34 de los 146 paises miembros del Fondo Monetario Internacional estaban recibiendo préstamos del organismo. En el transcurso de los próximos 12 meses se sabrá si Colombia es la nación número 35.