entrevista
"Vivimos un nuevo capitalismo"
Alvin Toffler, que es quizá el futurólogo económico más conocido del mundo, explicó a SEMANA sus predicciones sobre la economía global y la de América Latina.
Con traducciones en 30 idiomas y 15 millones de ejemplares vendidos en el mundo, La tercera ola era el libro del momento hace 20 años. En ese entonces parecía una fantasía futurista pero hoy parece una simple descripción de la economía contemporánea. Su autor, Alvin Toffler, revalúa las predicciones que hizo entonces y explica las que hace ahora sobre los años venideros.
SEMANA: Hace muchos años usted habló del gran cambio que iba a vivir el mundo. ¿Cuál ha sido esa transformación?
Alvin Toffler: El gran cambio, más importante que las guerras en Irak o la caída del muro de Berlín, ha sido el paso de una economía basada en la industria a una economía basada en el conocimiento. Esta nueva revolución, que yo denomino de la tercera ola, no sólo ha ido cambiando la producción y distribución económica, sino la cultura, la religión y la sociedad en general.
SEMANA: ¿Cuáles habían sido las dos primeras olas?
A.T.: La primera fue hace 10.000 años cuando la economía estaba basada en la producción agraria. La energía usada era humana y animal y las grandes familias formaban unidades productivas. Trescientos o 400 años atrás empezó la segunda ola con la revolución industrial. La economía estaba basada en la producción de masas. el petróleo se convirtió en el centro de la energía, se urbanizó la sociedad y las familias se convirtieron en unidades de consumo.
SEMANA: ¿Y la tercera?
A.T.: Comenzó a mediados de los años 50, con la economía basada en el conocimiento y en la tecnología. Ya no se necesita tanta tierra, ni capital, ni recursos, se puede hacer mucho con poco si se está en el lugar acertado. Eso cambia la naturaleza del capitalismo.Ahora se cuida la propiedad intelectual porque existe otra forma de generar riqueza.
SEMANA: ¿Concretamente, qué significa una economía basada en el conocimiento?
A.T.: Antes se trabajaba con las manos y los brazos en fábricas. Hoy se usa la cabeza y el trabajo es abstracto, involucra información, bases de datos y conocimiento. La tecnología permite que se pueda producir igual desde la casa, un avión o un hotel. La estructura de las empresas tiende a ser menos piramidal y a desburocratizarse. Una ventaja de esto es la descentralización de la producción. Ya no necesitamos más Méxicos o Shanghais porque no se necesita tener 20 ó 30 millones de personas concentradas en la misma localidad.
SEMANA: ¿Esta nueva ola económica hace que el mundo sea hoy más productivo que hace 60 años?
A.T.: Es difícil responder porque los economistas siguen midiendo los efectos de esta nueva ola con herramientas de medición creadas para la economía industrial. No se puede calcular la productividad en términos de horas/hombre. El hecho de que esta revolución esté basada en el conocimiento significa que la productividad no depende de cuántas horas se trabaja sino de ideas, y una buena idea puede nacer en 10 segundos y traer más beneficios que 40 horas de trabajo físico.
SEMANA: América Latina parece estar atrás de esta nueva ola del conocimiento. ¿Cómo ve la región en 50 años?
A.T.:La revolución industrial no empobreció a unos países sino que enriqueció mucho a pocos. Eso podría volver a suceder. Por eso los latinoamericanos tienen que estudiar el caso de Asia, donde en los últimos 20 ó 30 años han entendido la importancia de la tecnología para la economía, y de ahí su auge. América Latina, por razones históricas, religiosas y políticas tiene un gran atraso en la tecnología y los líderes no han desarrollado estrategias a largo plazo. En unas décadas la región tendrá que pasar de la producción de comida solamente a trabajar métodos agrarios más avanzados tecnológicamente, como es la agricultura modificada genéticamente. Sólo el día en que se deje de pensar en la tierra únicamente en términos de comida podrán elevar las condiciones de vida a largo plazo.
SEMANA: En el caso de la agricultura se dificulta la competencia por los subsidios de los países desarrollados.
A.T.: Esas decisiones son claramente políticas y no económicas, especialmente en Francia. Estados Unidos, por ejemplo, subsidia el arroz sin que esta política tenga un impacto importante en la economía norteamericana. ¿Por qué entonces obliga a otros países a que compren el arroz de Estados Unidos? Porque viene de Arkansas, de donde Clinton fue gobernador antes de ser presidente, y de Texas, donde Bush fue gobernador antes de la presidencia. Ahora bien, para los otros países los subsidios tienen un doble efecto. Por un lado, si se eliminan, significa que la comida que entra a Latinoamérica lo hará con precios más altos, lo que por supuesto, beneficia a la población rural pero es malo para la población urbana que consume esos productos. Estoy a favor de eliminar los subsidios pero no creo que en el largo plazo sea la solución. Si se quitan los subsidios y los campesinos siguen trabajando sin conocimiento no se elimina la pobreza.
SEMANA: ¿Cómo ve el futuro de la economía?
A.T.: Todo el mundo mira el futuro en términos de macroeconomía y finanzas pero creo que el futuro estará determinado por factores políticos más que por los económicos. Factores como grandes enfermedades, terrorismo e inestabilidades internas serán determinantes en el desarrollo de la economía global.
SEMANA: ¿En qué sectores estarán concentrados los grandes negocios del futuro?
A.T.: Creo que lo más importante será la agricultura tecnológica, veremos muchas oportunidades con el agua, en diversas fuentes de energía, en farmacéuticos, sin duda en la educación y en las industrias biotecnológicas. Ya no habrá más compañías individuales sino constelaciones, es decir, las empresas y sus relaciones con otros sectores y negocios, eso incluye sindicatos, regulaciones del gobierno, ONG. En unos años veremos que la rentabilidad de un negocio estará más afectada por una ONG que por un competidor.
SEMANA: ¿Cuál será la superpotencia del futuro?
A.T.: Mucha gente piensa que China en 2020 va a ser la superpotencia. Admiro la inteligencia con la que los chinos han avanzado en los últimos años pero no se pueden hacer predicciones basadas en el éxito de años pasados. Europa no será potencia mientras no entienda la importancia de la tecnología. Europa se empeña todavía en hacer campañas en contra de la comida modificada genéticamente cuando se ha visto que ni una sola persona se ha enfermado por eso. Es básicamente porque no quieren competencia en la agricultura. Los europeos están atrás del futuro, en parte por esa actitud de querer tener las mismas reglas en todos los sectores, desde la educación hasta el agro, y está demostrado que la diversidad es la que trae la innovación. Creo entonces que Estados Unidos seguirá siendo la potencia por muchos años.
SEMANA: ¿Ha adivinado en todas sus predicciones?
A.T.: Yo no adivino porque no soy brujo. Muchos análisis del futuro los hemos acertado y en otros nos hemos equivocado.