WALL STREET: ROMPIENDO MARCAS

Descomunales volúmenes de acciones se negociaron en la Bolsa de Nueva York.

10 de septiembre de 1984

Después de meses de continuas caras amargas durante los cuales los corredores e inversionistas de Wall Street estuvieron a punto de perder hasta la camisa, el mercado de acciones de la bolsa de Nueva York ha tenido "su agosto", en el sentido estricto de la palabra. La aparición de un largamente esperado aumento en el nivel de negociación de acciones y bonos durante los primeros días del mes acabó con casi un se mestre de confusión en el centro financiero del mundo. Si bien todavía hay dudas sobre si el revivir del mercado será permanente, el hecho trae nuevamente a colación el tema de la economía de los Estados Unidos en un año en que el bienestar del consumidor norteamericano determinará el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre. Con el fantasma del déficit fiscal y los rumores sobre aumentos en la tasa de interés acechando a todo momento, los economistas se encuentran en un estado de incertidumbre sin par, comprobado en los saltos bruscos que ocurren en el mercado de acciones.
Paradójicamente, el estado de cosas ha llegado hasta el punto en el cual las malas noticias son consideradas positivas por los analistas. De tal manera, la disminución en la tasa de crecimiento de la economía en el segunto trimestre del año y el incremento en la tasa de desempleo en julio produjeron alivio entre los observadores que temen que el sistema se "recaliente" por avanzar a un ritmo demasiado intenso. Tales noticias alentaron las expectativas en Wall Street sobre las ventajas de invértir en acciones, complementándose con el anuncio por parte del director del Banco de la Reserva Federal, Paul Volcker, quien afirmó en el Congreso que no era de esperarse una presión alcista en el nivel de tasas de interés tranquilizando no sólo a la bolsa de Nueva York, sino también al club de deudores latinoamericanos al cual e] banquero le ha tomado simpatía. La aparente estabilización de la economía ocasionó, de paso, que en Europa el dólar rompiera, por enésima vez, todos los récords de valor enfrente de las monedas del viejo continente a mediados de la semana anterior.
El sentimiento de euforia contagió hasta la misma Casa Blanca la cual, a través del secretario del Tesoro Donald Regan se apresuró a decir que la actual coyuntura es la mejor "en tres décadas".
El volumen de negociación vino a conmemorar la resurrección de Wall Street que se inició en agosto de 1982 cuando el índice Dow Jones, que refleja el comportamiento del mercado accionario, inició su carrera ascendente marcando, en ese entonces, el fin de la tremenda recesión que vivía la economía estadinense. De tal manera, el Dow pasó de 800 puntos en junio de 1982 a poco menos de 1.300 en enero de 1984, reflejando el sentimiento de optimismo entre los inversionistas que depositaron miles de millones de dólares en acciones de todo tipo. Sin embargo, el entusiasma se apaciguó debido a la subida en tasas de interés de principios del año, la cual hizo más atractiva y menos riesgosa la colocación de dinero en los bancos. El resultado fue una situación de semi-pánico en la que los poseedores de acciones vendieron a toda carrera, precipitando el Dow a niveles cercanos a 1.100 y poniendo en aprietos a varias de las firmas intermediarias que fueron sorprendidas. Asi, compañías de tradición como Merrill Lynch, Dean Witter o E. F. Hutton tuvieron el peor semestre en más de medio siglo, acumulanda pérdidas millonarias.
Semejante calvario pareció acabarse durante el 3 y 4 de agosto cuando los estrategas de Wall Street se convencieron de que el clima era favorable y negociación más de 400 millones de acciones, con los cual el índice Dow Jones ganó más de 87 puntos para acabar la semana en 1.202, pulverizando todas las marcas anteriores de compra y venta de acciones. La tendencia se détuvo la semana pasada, pero el Dow continuó bordeando los 1.200 puntos, con lo cual más de un corredor de bolsa pudo olvidar las penurias del primer semestre. El tono festivo en la bolsa de Nueva York fue corroborado por un directivo de la firma Smith & Barney quien al ser interrogado sobre el hecho respondió, con un guiño, que "teníamos que estar acordes con los Olímpicos".