Emprendimiento
El ‘camello’ de empezar un negocio en Colombia
Juan Pablo Pradilla, CEO de Sajú, habló con SEMANA sobre los retos y las trabas de emprender en el país, la importancia de las redes sociales para el posicionamiento de las marcas y la historia que hay detrás de su primera tienda física en Bogotá.
Después de un intercambio universitario entre compañeros de universidad, en 2016 nació Sajú, un emprendimiento de gafas, cuelga-gafas y accesorios que hoy ha logrado posicionarse en el mercado colombiano por sus productos y originalidad.
A pesar del éxito, no todo fue color de rosa. Juan Pablo Pradilla, CEO de Sajú, conversó con SEMANA sobre los desafíos que tuvieron que enfrentar a la hora de emprender y los grandes retos que surgieron cuando tomaron la decisión de abrir su primera tienda o exportar sus productos. Además, dio consejos clave para los nuevos emprendedores que quieren comenzar su negocio desde cero y habló de la apuesta sostenible de la marca.
SEMANA: ¿Cómo surgió la idea de la marca y cómo se materializó?
Juan Pablo Pradilla (J. P.): Surgió en la universidad. Estuvimos de intercambio con mis socios en Europa y allá se usaban los cuelga-gafas. Al volver, uno de ellos lo empezó a usar. Alguien en la universidad le preguntó si los vendíamos y, por “mamar gallo”, le dijimos que sí, que la próxima semana empezábamos.
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En ese momento nos comprometimos a vender los cuelga-gafas; después todo fue pasando y creció la marca. Pero la idea nació como una chispa en la universidad de ver una posibilidad de un negocio, que parecía sencillo y que nos llegaría a dar algo de plata. Después, comenzamos a enamorarnos de la categoría de la marca y de lo que estábamos creando y ahí fue cuando pensamos que podíamos dedicarnos a esto.
SEMANA: Ahora están produciendo gafas con plástico reciclado. ¿Por qué apostarle a la sostenibilidad?
J. P.: Las marcas cada día tienen más responsabilidad frente a lo que hacen y promueven. Nosotros, al tener la ventaja de ser una marca joven, podemos forjar un poco ese camino. Lo que nos encanta es que queremos aportar, no queremos ser una marca consumista que genere consecuencias negativas a la sociedad, sino, al contrario, queremos empoderar y generar un impacto positivo en el planeta. Ahí se vuelve muy relevante la sostenibilidad, pues toca empezar a ver cómo se están haciendo los productos. Nos dimos cuenta de que tenía sentido hacer nuestras gafas a partir de plástico reciclado, porque estábamos recuperando un material que iba a terminar contaminando alguno de nuestros ecosistemas.
Como nosotros tenemos unas redes de comunicación fuertes y logramos generar un impacto, estamos promoviendo el reciclaje, educando y explicándole al consumidor que reciclar no es fácil, que tiene un montón de sobrecostos, pero que es ‘cool’ y tiene sentido hacerlo. Por lo menos en Colombia sería más barato hacer nuestras gafas a partir de plástico nuevo, pero no tendría ningún sentido; tendríamos probablemente mejor margen, sería más rentable la empresa, pero no estaríamos contentos con lo que estamos haciendo y no dejaríamos una huella.
SEMANA: ¿Qué diría usted que es emprender en Colombia?
J. P.: Yo diría que es lanzarse a construir algo diferente o crear su propio camino.
SEMANA: ¿Cuáles son los más grandes retos de emprender?
J. P.: Una de las cosas más difíciles es lograr hacer las ideas realidad. Pensar e imaginar cosas es muy fácil, pero volverlas algo tangible y real se convierte en el primer gran reto de un emprendedor. El segundo reto está en lograr comunicarles a los clientes o a los usuarios por qué necesitan ese producto y cuáles son los diferenciales que tiene. Si uno no hace ninguna de las dos cosas bien, está fregado; si uno hace una bien y la otra mal, está fregado a medias, y si hace las dos bien, pues probablemente esté bien.
Si usted tiene un gran producto y logra crear algo que nadie más tiene, pero no logra comunicarlo, quizá nadie se lo compre. Pero si usted es muy bueno comunicando y su producto lo respalda, probablemente va a generar recompra y una fidelidad a largo plazo.
SEMANA: Hace poco se inauguró su primera tienda en Bogotá. Por supuesto, ya tenían algunas islas en centros comerciales, pero ¿cuál es la historia que hay detrás?
J. P.: Yo creo que es lo más especial que hemos hecho desde que empezó Sajú. Nos soñábamos poder ofrecer una experiencia en la cual las personas pudieran conectar con la marca. La oferta consiste en que las personas pueden ir y hacer sus propias gafas en el local.
Fue bastante complejo encontrarlo. Nos demoramos casi tres meses porque necesitábamos dos codeudores con finca raíz. No queríamos meter a nuestros papás, somos tres socios, y ponerse a pensar quiénes iban a poner a sus papás era algo incómodo. Intentamos hacerlo de todas las formas posibles y no lo logramos porque ninguno de nosotros tiene finca raíz aún; nuestros papás eran la única alternativa. De hecho, estuvimos dos meses haciendo cartas, proponiendo diferentes ideas, incluso propusimos cómo pagar unos arriendos anticipados o crear un fondo, pero al final nos tocó meter a nuestros papás.
Yo creo que ahí hay un tema complicado de emprender en Colombia y es que gracias a Dios mis papás tienen finca raíz, pero si nosotros fuéramos tres personas de menores recursos y sin esa posibilidad, probablemente no podríamos haber abierto la tienda a pesar de que el modelo era rentable y teníamos cómo pagar el arriendo... ¡es una locura!
SEMANA: Y hablando de ese tema, ¿cuáles serían entonces las mayores dificultades de emprender y qué sería lo más fácil?
J. P.: Las mayores dificultades son la cantidad de trabas que hay. Al principio uno hace pauta digital y toca pagar con tarjeta de crédito... eso fue muy complicado. Teníamos una empresa que facturaba 800 millones de pesos al año y pedíamos una tarjeta por 20 millones, pero no era posible; un gran aprendizaje de eso fue buscar varios bancos y ponerlos a “pelear”. En Colombia el tema de financiación, de tarjetas de crédito y de arrendamientos es supremamente complicado a la hora de emprender.
Otra cosa es el tema de las exportaciones. El envío mínimo para el exterior es un kilo, el precio no está mal, pero si yo vendo cuelga-gafas que pesan 25 gramos, pues es un problema. No podría vender en el exterior a no ser que sea al por mayor. Para emprender con productos físicos, todavía hay un montón de desventajas.
Por otro lado, el colombiano hoy tiene una mentalidad más “chévere” de apoyar el emprendimiento y ha crecido la concepción social de que comprar colombiano es cool y que debemos apoyar los emprendimientos. Las personas entienden el trabajo que hay detrás, lo valoran mucho y lo apoyan; esto es una gran oportunidad que hay en Colombia.
SEMANA: Entonces, con todas esas trabas, ¿cómo han pensado internacionalizarse?
J. P.: Lo que nosotros hacemos para exportar es que nos conseguimos distribuidores afuera. Por ejemplo, en Uruguay tenemos personas que venden allá en unas 26 tiendas; ahí funciona muy bien porque hago un gran cargamento y se los mando para que ellos hagan la logística final. Es la forma como hemos logrado resolverlo. La logística a un cliente final internacional no tendría sentido con ninguno de nuestros productos porque nuestro ticket es muy bajo.
SEMANA: Hablemos de las redes sociales. ¿Cuál es la importancia que tienen para posicionar un producto o una marca?
J. P.: Para nosotros es vital. Yo creo que gran parte de lo que somos hoy también es por las redes sociales y por los canales. Lo que le permiten a uno como emprendimiento es, si logra crear buen contenido y llegar a muchas personas, básicamente competir con los grandes de la industria porque le da a uno muchísima visibilidad. Antes era mucho más difícil, pero las redes sociales son esa gran herramienta que tenemos hoy los emprendedores para llegar de manera rápida a mucha gente.
SEMANA: ¿Qué consejos le daría a alguien que quiere comenzar un emprendimiento o su propio negocio desde cero?
J. P.: El consejo que siempre doy es que arranquen así sea en reversa. Lo más importante es empezar a hacer cosas. Muchas veces uno se queda planificando e imaginándose cómo va a ser el futuro o cuál es el camino, pero esa sobreplanificación termina en que no pasa nada. Yo lo que siempre digo es que si tienen una idea, traten de simplificarla lo que más puedan y arranquen, así no soñaran con eso o les parezca muy diferente a lo que querían hacer a futuro. La única forma de llegar a lo que se imaginan es arrancando.