El filósofo que se volvió millonario por inventar los populares PopSockets

En 2009, David Barnett, profesor de Filosofía de la Universidad de Colorado, sufría lo que no estaba escrito al intentar mantener conectados los audífonos a su celular inteligente; cuando caminaba o se sentaba era un martirio. Desesperado, buscó en una ferretería de Boulder, Colorado, algo que pudiera sujetar el accesorio; lo único que encontró fueron dos chupas plásticas que logró acondicionar en la parte posterior del teléfono.

A los pocos días se preguntó si aquella solución hechiza, típica de MacGyver, podría ser la génesis de un producto o compañía.

Durante varios años combinó sus clases de filosofía con el diseño industrial de un producto que llenara ese espacio o necesidad en una sociedad que se volvía cada día más ‘celudependiente’.

Mientras mejoraba la idea, desarrolló más de 100 prototipos y finalmente hizo que los botones se expandieran y encogieran mediante un mecanismo de acordeón, de modo que pudieran funcionar como soporte y agarre.

Como buen emprendedor de Estados Unidos, empezó su camino en el garaje de su casa de Boulder en 2013, en donde estableció el domicilio de su nueva empresa, PopSockets. Tenía dos empleados, uno de ellos un exconvicto al que conocían como el Oso.

En los primeros tres años las ventas no llegaban al millón de dólares. La mecha del detonante de su negocio se prendió en 2016, cuando la gente empezó a compartir en redes sociales las bondades del particular botón.

“Las celebridades que compartieron o etiquetaron el producto también fueron determinantes”, comenta Eugenio Méndez, presidente para América de PopSockets Co. Ya para 2018, la firma fue considerada una de las de mayor crecimiento en todo Estados Unidos con variaciones en las ventas de cuatro dígitos, algo exponencial.

Para tener una idea, McDonald’s tardó 18 años para vender los primeros 20 millones de hamburguesas, mientras la compañía de Barnett vendió 200 millones de botones en cinco años. Cerca de 25 de cada 100 celulares inteligentes en Estados Unidos tienen un botón de PopSockets.

Otra de las claves de su éxito fue la distribución. Los botones adhesivos se empezaron a vender en las cadenas Best Buy, Target y Walmart, esta última marca tiene 4.000 puntos en la unión americana.

A finales de 2019, Barnett y su equipo empezaron a trabajar con entusiasmo en el desarrollo de canales de comercio electrónico que permitirán ampliar en el resto del mundo.

“Por eso la pandemia nos agarró en un proceso de inflexión tecnológica. En marzo de 2020 nuestras plataformas estaban testeadas, así que la covid-19 nos cogió en el mejor momento”, explica Méndez.

Los resultados financieros son muy prometedores para esta compañía, que el año pasado facturó entre 150 millones y 180 millones de dólares.

PopSockets tiene plantas en Estados Unidos, una maquiladora en Tijuana, México, y presencia comercial en 65 países.

El diseño industrial y gráfico se realiza en San Francisco, mientras que las oficinas de Europa están en Finlandia. Sin embargo, una de las apuestas más importantes es Asia.

Allí ya tiene oficinas en Hong Kong, Shanghái, Tokio y Singapur. Hace un año abrió en Colombia. Entre los planes de la compañía está seguir creciendo en Asia y lanzar nuevos productos que faciliten la vida de las personas y la convivencia entre el ser humano y ese dispositivo tan controvertido: el celular.