EMPRENDIMIENTO FEMENINO
Emprendedoras colombianas le ganan la batalla a la adversidad a punta de tecnología
Emma Mesa, Nellysabeth Murillo y Leiqui Uriana no se han dejado vencer ni por la pandemia. He aquí sus historias.
Sobrevivir a la pandemia no fue nada fácil para cientos de emprendimientos en el país, los cuales debieron adaptarse con rapidez a las nuevas condiciones impuestas por el coronavirus.
Según los resultados de un estudio de Facebook, la OCDE y el Banco Mundial, las empresas lideradas por mujeres han sido las más golpeadas por la pandemia, siendo un 11 por ciento más propensas a cerrar.
A pesar de las dificultades y, ante la amenaza de perder lo que habían logrado, estas colombianas celebran el éxito que han tenido sus emprendimientos gracias a la tecnología y las redes sociales, incluso, en medio de la incertidumbre.
Emma Mesa – Maquiempanadas
Los americanos han diseñado todo tipo de maquinarias para elaborar sus comidas rápidas, así mismo lo han hecho los italianos para optimizar la preparación de las pizzas. Pero nunca se habían visto máquinas para hacer empanadas a gran escala y en menos tiempo.
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La administradora de empresas, Emma Mesa, descubrió que en Colombia la comida típica que más se consumía era la empanada, cerca de 12 millones al día, de acuerdo con la investigación que realizó para sus estudios de maestría.
Fue así como se le ocurrió su idea de negocio hace diez años. Le propuso a su padre e ingeniero mecánico de profesión, Carlos Mesa, diseñar una máquina para hacer empanadas, un proceso que hasta entonces se hacía de manera manual.
Hoy en día, Maquiempanadas es una empresa que se dedica a la fabricación de maquinaria para la elaboración de comida típica latina: empanadas, papas rellenas, patacones, arepas, entre otros.
Estos equipos fabrican desde 500 hasta 2.000 empanadas por hora, y sus diseños van desde los más sencillos y prácticos para restauranteros hasta máquinas automatizadas para mayor producción.
Emma cuenta que al principio fue muy difícil sacar adelante su proyecto, ya que en Colombia no fue bien acogida la tecnología que ofrecían. Luego de presentar sus productos en exhibiciones e implementar estrategias de mercadeo tradicional, decidieron optar por dar a conocer su producto a través de las redes sociales.
Según datos de Facebook, más de 311.000 personas en Colombia forman parte de más de 1.650 grupos relacionados con el emprendimiento femenino en Facebook. La manizaleña afirma que en dicha red social descubrieron que había un mercado potencial en Estados Unidos, donde 8 de cada 10 norteamericanos tienen contacto con un latino.
“En estos años, uno de nuestros logros más importantes es que hemos transformado la comida latina a través de nuestras máquinas”, destaca la emprendedora.
Así lo demuestran sus cifras pues, en esta década, han exportado sus productos a 32 países, cuentan con 8 patentes como productos de innovación y en el 2020 cerraron con ventas por dos millones de dólares, de las cuales el 70 por ciento fueron para el mercado norteamericano.
Con respecto al emprendimiento femenino, Emma resalta que es necesario empoderar a las mujeres y apoyar sus negocios, puesto que las mujeres están en toda la capacidad de crear empresa, moverse en el mercado internacional, incursionar en la tecnología y desarrollar propuestas innovadoras.
Según datos suministrados por Confecámaras, el 51 por ciento de las empresas de personas naturales creadas en el 2020 son lideradas por mujeres.
Nellysabeth Murillo – Fundación Color y Esperanza
El emprendimiento social es todo un reto, y Nelly es ejemplo de ello. Nació en Riosucio, Chocó, pero creció en Unguía, un pueblo pintoresco al norte del departamento. Allí habitan cerca de 15.321 personas, de las que más de dos mil son niños entre los 5 y los 12 años.
La emprendedora recuerda cuando hacía parte de esa cifra, y jugaba de niña a bañarse bajo la lluvia, corriendo con los pies descalzos por las calles empedradas. Cuenta Nelly que aquella alegría era opacada por los ruidos de las balas y el conflicto de grupos al margen de la ley.
La violencia y la compleja situación económica de su departamento, en sus palabras, “fueron obstáculos pequeños frente a todas las ganas que tenía de seguir adelante y de ver a los niños de mi pueblo tener un proyecto de vida”. Con este propósito en mente, Nelly, quien es abogada especialista en derecho administrativo, le dio vida a Fundación Color y Esperanza.
Durante su época de estudios, ella vio que existían computadores, internet y varias universidades, y se preguntaba por qué los niños de su pueblo no podían acceder a todas esas cosas. Por ello, se decidió a impactar positivamente la vida de cientos de niños del departamento y contribuir en su desarrollo a través de la educación.
Todo inició con una donación de regalos: la hija de una gran amiga quería una bicicleta de navidad e hizo una recolecta para regalársela, luego Nelly estaba entregando 17 regalos en aquella fiesta decembrina de 2005… a la fecha ya han entregado cerca de 30 mil regalos.
Sin embargo, señala, los niños no solamente necesitan regalos en navidad, también necesitan educación, internet, computadores y algo que hacer en su tiempo libre. No se trataba únicamente de alimentar su estómago, sino de alimentar su mente, transformar positivamente su vida y, con ello, la de las personas que están a su alrededor.
Así nació Casa de Colores, un proyecto apoyado por la comunidad, voluntarios, la parroquia que dispuso del lugar y la empresa Uber que lo dotó de computadores.
En este espacio se busca fomentar el buen hábito de la lectura y aprovechamiento del tiempo libre a través de las nuevas tecnologías de la información. Esto con el fin de arrebatarle a la guerra cientos de niños, niñas y adolescentes del Chocó y reducir las tasas de embarazo adolescentes.
La Casa fue inaugurada el 28 de febrero del 2020 y asistían apenas 28 niños, un año después cuentan con 90 niños aproximadamente al mes, quienes toman cursos de programación, realización de videojuegos, elaboración de página web, gracias al apoyo de la empresa BeginIT.
“Lastimosamente no contamos con el apoyo de grandes empresas o famosos. Pero lo importante es que, aunque no recibamos ese apoyo por ahora, las personas vean que en el departamento del Chocó hay una fundación que, si bien es cierto es pequeña y no tiene músculo financiero, tiene muchas ganas de trabajar por los niños, niñas y adolescentes”, resalta Nelly.
Por ello, ha sido fundamental dar a conocer a través de redes sociales el trabajo que adelanta la fundación, que en esta década ha luchado por transformar la vida de los más pequeños mediante la educación y la tecnología.
Emprender no ha sido fácil, ha tenido que tocar mil puertas, ha perdido las fuerzas, ha llorado. Aun así, relata, lo clave está en persistir y no perder las esperanzas.
Nelly sueña con que una vez su voz sea escuchada, la misma que abraza las voces de los niños de su pueblo, Casa de Colores llegue a todos los rincones de los municipios del departamento. “Desde que yo tenga vida, voy a luchar por los niños del Chocó”, dice con una sonrisa en el rostro.
Leiqui Uriana – Red de Comunicaciones Wayuu
Si alguien puede hablar de transformaciones sociales a través de la tecnología es Leiqui Uriana, con su iniciativa de periodismo comunitario.
“Nuestro proyecto se llama Red de Comunicaciones Wayuu y es un colectivo de comunicadores sociales colombo-venezolanos, integrado por diversas organizaciones y periodistas independientes, que va dirigido a poder informar a la comunidad de lo que acontece en el territorio y atender los desiertos informativos que hay en la Guajira”, describe Leiqui.
En el marco de la pandemia el trabajo de la red fue crucial, puesto que informaban sobre lo que estaba pasando, generaron una campaña preventiva para controlar las tasas de contagio en el territorio y explicaron los aportes de la medicina tradicional.
Su emprendimiento nació en el seno de las comunidades y se ha consolidado en las redes sociales, sobre todo en Facebook, y en el ciberespacio.
“El objetivo de Facebook es empoderar a las mujeres con herramientas que les ayuden a fortalecer su presencia digital para que sus negocios e iniciativas crezcan. Cuando las mujeres crecen, también lo hacen las comunidades y la economía”, destaca Paula Bárcenas, líder de Diversidad e Inclusión de Facebook para la Región Andina.
“Nos preparamos para una nueva economía, y las mujeres son la clave para el éxito y la recuperación post-pandemia”, expresa Silvina Moschini, CEO y fundadora de SheWorks!
Para Leiqui, a pesar de que la tecnología ha impulsado la homogeneización de las culturas y las sociedades, las reflexiones que han tenido como comunidad han llevado a considerar la tecnología como una herramienta que pueden utilizar para preservar la memoria de sus pueblos, fortalecer la identidad cultural y promocionar nuestras costumbres y la misma cultura entre las generaciones más jóvenes.
Teniendo en cuenta que muchos wayuu tienen presencia en las redes sociales, su propósito es generar contenido que ayuden a fortalecer la identidad étnica y no a globalizar la identidad de todos los wayuu en el ciberespacio.
Hace una década fue complejo iniciar este proyecto, se dieron varias conversaciones y reuniones frente a lo que se quería hacer desde el interior del territorio para mostrarlo en la plataforma. Aún, cuenta Leiqui, les cuesta el uso de la tecnología, pero están encaminados a optimizar este tipo de recursos para alcanzar nuevas audiencias y masificar sus contenidos para que más personas conozcan su realidad, historia, territorio y cultura.
En estos diez años han realizado dos versiones de su Escuela de Comunicaciones Wayuu, de la que han celebrado dos graduaciones con 44 jóvenes formados en el proceso. Igualmente, han iniciado un laboratorio de cine, Wayuu Lab, con el que esperan brindarles la oportunidad y la financiación a los jóvenes de la comunidad para hacer un cortometraje.
“La tecnología es un aliado poderoso para fortalecer el protagonismo de la mujer y derribar desigualdades históricas que las han impedido cumplir metas”, concluye Paula Bárcenas. Y estas emprendedoras colombianas han demostrado cómo el uso de la tecnología puede impactar positivamente en sus vidas, en las industrias y en el desarrollo de sus comunidades.