Economía circular
¿Que en Colombia no hay innovación? Estos dos emprendedores demuestran lo contrario
Una química paisa creó y patentó una tecnología para extraer los metales de las baterías de litio que son desechadas, lo convirtió en una empresa y junto a su socio son los únicos que hacen esa labor en América Latina. Esta es su historia.
Altero es una firma paisa que rompe con muchos estereotipos. Fue fundada por una mujer, que estudió química y que, aunque hizo su doctorado en ingeniería de materiales en el exterior, decidió no ser un cerebro fugado y regresar a Colombia para montar empresa, a diferencia de muchos colegas que se dedican a la docencia.
Es una compañía que le apuesta a la tecnología y aunque está metida en el popular tema del reciclaje, su diferencial es que logra hacer lo mismo que sus competidores, pero de forma amigable con el medioambiente y además poco a poco se está convirtiendo en un negocio muy rentable.
Se trata de Altero, la firma que nació luego de que Andrea Alzate regresara al país tras realizar su doctorado en la Universidad British Columbia en Canadá. Ella se había dedicado a estudiar métodos para recuperar el oro, la plata y el paladio que se encuentra en los residuos electrónicos, particularmente en las baterías de litio que desechan de celulares, portátiles y tabletas, entre otros aparatos. Pese a que ya existían técnicas para realizar esa extracción, Andrea creó un método para hacerlo sin impacto ambiental y con el objetivo de que el reciclaje no contamine más. Su invención la desarrolló durante el doctorado y su meta fue no dejarla para la academia, sino convertirla en una técnica industrial, aprovechando que viene de una familia de emprendedores.
Como resultado, en 2018, cuando volvió a Colombia, convenció a su hermano y a su padre para que fueran sus socios y patentó su tecnología. Los siguientes dos años los dedicó a construir el piloto y a sacar la licencia ambiental, para luego escalar a la fase productiva. “Fue una etapa difícil porque se requirieron muchos recursos. Yo me gasté los ahorros que traía de Canadá y luego todo el patrimonio familiar”, recuerda Andrea y explica que su tecnología la desarrolló para que funcione en un espacio tan pequeño como un contenedor de carga marítima.
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En palabras sencillas explica que su tecnología empieza con una trituración de las baterías mediante una mezcla de gases para evitar que exploten o tengan alguna reacción. Luego, con procesos electromecánicos se empiezan a separar los materiales y de ahí van sacando cobalto, litio y níquel. Esos materiales se usan para fabricar nuevas baterías y otros metales base como cobre y aluminio, se destinan a la industria metalúrgica y también para más baterías. Todo esto lo hace en un contenedor a las afueras de Medellín, que no genera vertimientos y que consume poca energía. De hecho, está totalmente automatizado y dos personas pueden realizar todo el proceso.
La llegada del socio
Tras consumir todos los recursos familiares, Andrea no solo necesitaba más dinero, sino alguien que conociera la industria y ahí llega Carlos Gómez, un colombiano que vive en Estados Unidos y que venía de trabajar en reciclaje de metales en empresas similares a Altero. En 2022 Carlos decidió que el negocio estaba en desarrollar el reciclaje en Latinoamérica y fue ese el momento en que conoció a Andrea, quien estaba buscando inversión para arrancar la parte productiva y comercial de su tecnología. Carlos explica que se asociaron desde mayo del año pasado y el primer paso fue empezar a recolectar baterías para procesarlas y luego exportar los metales que extraen de ellas.
Las baterías las consiguen mediante contratos con las grandes empresas gestoras de residuos, con planes posconsumo de empresas tecnológicas e incluso con automotrices, dado que cada vez hay más vehículos de movilidad eléctrica que usan baterías de litio. Por Ley esas ‘pilas’ no se pueden desechar en rellenos sanitarios, ni ser incineradas, pues son altamente contaminantes. Antes de Altero, las baterías de litio usadas eran exportadas y ahora esta firma paisa es la única que las procesa no solo en el país, sino también en América Latina.
“Esta es una industria que crece muy rápido y que demanda mucha inversión por la alta demanda de baterías no solo para los aparatos tecnológicos (la renovación de celulares, por ejemplo, cada vez es más rápida), sino también por el boom de carros eléctricos y paneles solares”, precisa Carlos.
Andrea agrega que el plan es expandir su operación a cada país de América Latina, comenzando con Brasil o Chile. La idea es aprovechar que su tecnología es escalable y se puede hacer en un contenedor. Actualmente tienen capacidad para procesar mil baterías al año.
El nombre Altero viene de alterar, dado que ellos logran alterar la forma convencional de ver los residuos, para que dejen de ser basura y se conviertan en una mina de materiales estratégicos; una prueba más de que están rompiendo estereotipos.