Agroindustria
Pescado colombiano conquista a los estadounidenses, ¿cómo lo logró?
Un buen 2020 tuvo la producción y venta al exterior de tilapia, que junto a la trucha se han convertido en proteínas con alto potencial. Aunque lo mejor está por venir, hay quejas debido al exceso de trámites.
A las exportaciones colombianas de pescado todavía les falta un océano por recorrer. El potencial en este segmento es enorme: sus ventas crecieron 48 por ciento en 2020, lo que significó 70,1 millones de dólares y un aporte de 2,8 por ciento al PIB agrícola. Y ese fue el subsector que más creció en un año complejo para la economía del país.
También 2021 arrancó con pie derecho. En enero, las exportaciones acuícolas crecieron 18 por ciento y en febrero habrían aumentado 28 por ciento. Nada mal para una actividad que hasta hace poco comenzó su ruta exportadora.
Eso sí, los empresarios prefieren ser cautelosos. Estiman un crecimiento de entre 10 y 15 por ciento para el año completo, aunque, como dice César Pinzón, director ejecutivo de Fedeacua, el gremio piscicultor, la cifra podría ser mayor.
Dos especies criadas para su producción son las que más exporta el país: tilapia y trucha, que fueron domesticadas y hoy se proyectan como las estrellas en el mercado internacional.
Tendencias
Las exportaciones del sector alcanzaron el año pasado 12.898 toneladas, frente 8.720 toneladas de 2019. Un salto de 48 por ciento. La tilapia fue el producto que marcó la pauta y logró consolidarse en el mercado internacional. Tres características que buscaban los consumidores en países desarrollados jugaron a su favor: un producto fresco, de valor razonable y, sobre todo, sustentable.
Para el director general de la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap), Nicolás del Castillo, el mayor crecimiento se dio en la tilapia roja entera, línea que antes no existía, y se complementó con el filete de tilapia fresco.
El mayor exportador de tilapia en Colombia es Piscícola New York. Eugenio Silva, su gerente, explica que su compañía tiene una participación de 40 por ciento en la exportación de este producto. Y destaca que son las condiciones climatológicas y de tierras del país las que generan el alto potencial para esta especie.
En el país, los productores destinan 80 por ciento de la producción de tilapia al mercado nacional, pero en el caso de Piscícola New York, exporta 80 por ciento y el 20 restante lo vende localmente.
Pero en 2020 hubo razones para ir al exterior. Por un lado, la devaluación del peso favoreció el mercado internacional, aunque tuvo impacto en los costos. Muchos productores se volcaron hacia las exportaciones. Eso, de paso, provocó un aumento en el precio interno.
Del total de las exportaciones piscícolas del año pasado, casi 90 por ciento fue de tilapia, que pasó de vender 43,1 millones de dólares en 2019 a 60,3 millones de dólares en 2020. La tilapia se exporta de dos maneras: en filetes y entera.
Estados Unidos es el principal destino del pescado colombiano. Del total de tilapia que se exporta al mundo, 96,36 por ciento va para ese país, seguido por Perú y Reino Unido, con 2,15 y 0,78 por ciento respectivamente.
La industria piscícola cuenta con dos factores que pisan fuerte en el exterior: la cercanía y que los productos están certificados con sellos internacionales de calidad. Eso se traduce en una ventaja importante en términos de logística y competitividad.
El pescado colombiano tarda entre 10 y 18 horas en llegar a las neveras de los supermercados estadounidenses y es transportado vía aérea.
La industria de la trucha no cuenta con la misma historia, pues su principal nicho de mercado es el sector Horeca –hoteles, restaurantes y catering–, negocios que hacen parte de la cadena del turismo, duramente golpeado por la pandemia, lo que provocó una caída importante en esas exportaciones.
Las restricciones en Colombia se dieron en marzo, justo cuando se avecinaba la temporada más esperada del sector piscícola: la cuaresma, cuando suele aumentar el consumo de pescado.
Las exportaciones de trucha pasaron de registrar un pico importante en 2019, con 12,6 millones de dólares, a 9,7 millones de dólares en 2020. En volumen, la cifra pasó de 1.696 a 1.302 toneladas. Estados Unidos, con 85,57 por ciento de participación; Canadá, con 8,31, y Alemania, con 6,12, fueron los tres destinos de la trucha colombiana el año pasado.
Óscar Murillo, gerente de Trout Co., el mayor exportador de trucha en Colombia, explica que a pesar de que ya va más de un año desde que iniciaron las restricciones y de los múltiples esfuerzos por volver al nivel de 2019, el sector aún no se recupera. Resalta que con la llegada de la covid-19, las personas perdieron poder adquisitivo y el canal Horeca trabaja a media marcha. Mientras no se reactive la economía, el consumidor buscará proteínas más económicas.
Pero los productores colombianos han empezado a diversificar. Murillo está trabajando en nuevas presentaciones para llegar a nuevos mercados. “Me estoy enfocando en los productos procesados que le puedan llegar con mayor facilidad a la gente como hamburguesas, nuggets, entre otros”, dice el gerente de Trout Co. Su objetivo es generar mayor valor agregado y que adultos y niños empiecen a consumir alimentos nutritivos.
La pesca y la acuicultura colombiana no tienen aranceles ni restricciones sanitarias en Estados Unidos y Europa, los mercados más importantes para el país. “Nos están invitando a que los llenemos de productos pesqueros y acuícolas. Son mercados grandes y con alto poder adquisitivo. Por eso invito a los inversionistas a crecer en este sector”, recalca Del Castillo.
En la variedad...
Además de las exportaciones de tilapia y trucha, hay una especie que los empresarios pesqueros tienen en la mira: el pangasius. En mayo de 2019, la Aunap anunció que iniciaría una investigación para determinar la viabilidad de este ejemplar para Colombia. Esos resultados fueron entregados a finales de 2020 y dieron luz verde para la domesticación de la especie en el país.
En Fedeacua estiman que la producción de pangasius está por el orden de las 12.000 toneladas al año, lo que se ha reflejado en la caída en las importaciones de esta especie, que ha bajado de manera exponencial en los últimos años.
Mientras en 2015 se importaban 23.809 toneladas de esta especie, en 2020 el número fue de 15.748 toneladas. La Federación Colombiana de Acuicultores advierte que las salas de procesamiento no están en la capacidad de atender esta producción, y, según Pinzón, el Gobierno debe darle priorización a la domesticación del pangasius porque “se está comercializando un producto del que no se pueden garantizar las características sanitarias necesarias para los consumidores”.
Cuando el Gobierno autorice la introducción de los cultivos de pangasius, el sector tendría un crecimiento vertiginoso, afirman los piscicultores.
Silva explica que es una especie que tiene más demanda en el mundo que la tilapia y que puede ser aprovechada para exportar. “La producción de pangasius podría ser 300 por ciento mayor que la de tilapia, estamos ante esos potenciales”, afirma el gerente de Piscícola New York.
El ministro de Agricultura, Rodolfo Zea, afirmó que desde su cartera buscan incrementar las cifras exportadoras mediante el desarrollo de una “oferta competitiva permanente, incluyendo certificaciones para mercados nacionales e internacionales, abrir y consolidar nuevos mercados, incrementar la formalización del sector y mejorar la asociatividad”.
Sin embargo, es necesario señalar que ha habido una piedra en el zapato del sector pesquero en Colombia: los innumerables requisitos que deben cumplir a cabalidad para su funcionamiento.
Se trata del único sector agropecuario que quedó formalizado en toda su cadena de expansión, producción, transformación y comercialización. “Tenemos mucha tierra y agua disponible, pero cada vez que van a tomar agua de un río o de agua subterránea para realizar acuicultura les exigen un permiso que se tramita ante la Corporación Autónoma Regional respectiva y se demora fácilmente dos años”, indica Del Castillo.
Debido a esas trabas en los procedimientos, la informalidad en el sector acuícola ha crecido, pues de 37.000 acuicultores que se estima hay en Colombia, solo 1.300 tienen permiso de la Aunap. Esta autoridad y los empresarios de la industria han sumado esfuerzos para mejorar los trámites, aunque los resultados están por verse. Los productores formales piden remover los obstáculos al crecimiento del sector. Esa es la única manera de evitar que los informales pesquen en río revuelto.