ESPECIAL 100 EMPRESAS
¿Cómo le fue a Colombina en 2020?
En medio de la pandemia, los bloqueos y paros, Colombina logró mantener sus casi 7.000 empleos y ganar reconocimiento internacional por su estrategia sostenible. Para César Caicedo, su presidente, es hora de ponernos de acuerdo de manera pragmática para buscar soluciones a la problemática social.
Colombina es una de las empresas icónicas del país. Con 90 años de trayectoria, en 2020 tuvo que enfrentar –como todo el sector productivo– una de las situaciones más retadoras de su historia: operar durante una pandemia.
El desafío, para una compañía que participa en cadenas operativas de alimentos y tiene que asegurar la distribución y producción –no solo en Colombia, sino en cerca de un centenar de países a los que llegan sus productos–, no fue menor.
Por eso, anticiparse desde hace varios años con una profunda estrategia de sostenibilidad le dio la posibilidad de trabajar con mejores estándares y mantener no solo sus resultados financieros, sino cerca de 7.000 empleos directos, de los cuales su gran mayoría está en Colombia.
Para 2020, los ingresos de Colombina fueron de 1,92 billones de pesos, frente a 1,94 billones registrados el año anterior. Es decir, apenas cayeron 1 por ciento, cuando la economía del país se contrajo en casi 7 por ciento. Además, tuvo un margen ebitda de 11,1 por ciento.
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“Fue un año complejo, obviamente por la pandemia y los confinamientos que hubo a raíz de ella. El tipo de productos que vendemos son muchos de impulso, consumo en las tiendas y en las calles, y eso hizo que cayera un poco nuestra venta. Cerramos con una caída en ventas de aproximadamente 1 por ciento, mientras que la producción cayó entre 3 y 4 por ciento. La diferencia se da por la devaluación que hubo, y dados los ingresos en monedas extranjeras que tenemos al traducirse a pesos, eso nos da que el crecimiento fue menor a la caída en la producción”, señala César Caicedo, presidente de Colombina.
La compañía tiene operación directa en 14 naciones y en más de 90 se consumen sus productos. De hecho, en su portafolio de ingresos, la operación internacional pesa cerca del 40 por ciento.
Durante un año tan complejo como el anterior, Colombina tuvo hitos que marcaron su estrategia sostenible, en temas como balance ecológico, desarrollo social, fomento de competitividad, colaboradores, transparencia, nutrición, eficiencia económica y crecimiento continuo.
Dentro de ellos sobresale su ascenso a la categoría bronce en el Anuario de Sostenibilidad de S&P Global, destacándose como una de las cinco firmas de alimentos con mejores prácticas sostenibles en el mundo. También está el reconocimiento por su compromiso y gestión contra el cambio climático, otorgado por la organización Carbon Disclosure Project.
La lista de logros en sostenibilidad queda completa con el préstamo sostenible por 45.000 millones de pesos a un plazo de cinco años, que le otorgó BBVA. Esta transacción es la primera de su tipo desarrollada en Colombia y se posiciona como una de las primeras formalizadas bajo los Sustainability-Linked Loan Principles para una empresa de alimentos y bebidas en América Latina. La tasa de interés indicada para este modo de financiación está ligada a la evolución de un indicador medioambiental, como es la reducción de la huella de carbono.
Así mismo, se destacan las inversiones en investigación y desarrollo por más de 1,6 millones de dólares, los procesos de innovación con más de 30 productos lanzados durante la pandemia y que cerca del 19 por ciento de sus ventas corresponde a productos nuevos.
Colombina, además, puso en funcionamiento Rall-e Ventas, una plataforma digital para que tenderos y pequeños comerciantes puedan gestionar y administrar su negocio, mediante planes y actividades creadas a la medida de cada tipo de tienda.
Como sucedió con la economía del país al inicio del año, el primer trimestre reflejó la recuperación no solo de la actividad productiva; también de los resultados de la empresa. “Para nosotros el año arrancó un poco mejor de lo presupuestado en concordancia con las cifras macroeconómicas de ese 1,1 por ciento que reflejó la economía del país”, señala Caicedo.
Sin embargo, a finales de abril empezaron las marchas, protestas y bloqueos, que han puesto en jaque al sector productivo y a la actividad empresarial. “El impacto –dice el presidente de la compañía– ha sido muy grande por cuenta de los bloqueos, porque dificultó la llegada de materia prima y producir se volvió muy difícil. Los trabajadores y operarios no podían llegar y después el problema era sacar la mercancía, y ni se diga en materia de exportación, pues nuestros productos salen por vía marítima”.
Según sus cálculos, en mayo la producción pudo haber caído 60 por ciento. En este momento puede alcanzar el 90 por ciento.
Debido a la crisis provocada por los bloqueos, uno de los puntos más críticos ha sido la atención de los mercados internacionales. “Estos son muy estrictos en los tiempos de entrega –explica Caicedo–. Son cuentas que uno demora años en lograr, y luego unos esfuerzos tremendos para mantener porque son muy competidas. Entienden las protestas porque ese es un derecho democrático, pero no les cabe en la cabeza cómo pueden bloquear las carreteras y atentar contra los mismos trabajos de la gente”.
“Al igual que ocurrió en la pandemia, ahora, durante el paro, hemos hecho un esfuerzo gigantesco por mantener esos puestos de trabajo directos, y lo hemos logrado. Donde se ve una afectación es en los trabajos indirectos porque el cese de operaciones ha dejado mucha gente sin ingresos”, explica.
Frente al sentimiento antiempresarial que se ha venido gestando, Caicedo considera que hoy, por el contrario, hay un mensaje implícito, pues es una de las instituciones con mayor favorabilidad en el país. “Obviamente hay unos sectores radicales que quieren generar una opinión en contra de la actividad empresarial, culpándola de los males de Colombia. Pero, según la reciente encuesta de Gallup, la mayoría de los colombianos no piensa así. Creo que lo que sienten es que se necesita crear oportunidades, puestos de trabajo, que haya más formalización, empresas que puedan progresar, que puedan generar empleos buenos y dignos”, asegura.
Cali, la sede de Colombina, ha sido una de las ciudades más afectadas por los bloqueos y actos de vandalismo. Ante la tensión social y las intensas jornadas de protesta, Caicedo hace una reflexión: “He tenido la posibilidad de ir y hablar con personas que representan los movimientos de protesta muy marcada, inclusive con quienes han participado en los bloqueos. Y hay que decir la verdad: las necesidades y carencias que ellos expresan son reales, son muy sentidas, y uno tiene que ser totalmente solidario con eso. Lo que los jóvenes y la gente necesitan son oportunidades de trabajo y educación, pero educación pertinente, así como una red social cuando se requiera, que para muchos debe ser en este momento de emergencia. Pero el Estado, sin actividad económica, la verdad, será incapaz de satisfacer todo eso. Las oportunidades reales se dan en la medida en que haya actividad económica”, dice.
Advierte que Colombia es un país de ingreso medio y no tiene la manera de brindar la cantidad de recursos que la población necesita. “Eso lo vamos a lograr en la medida en que haya una buena actividad económica; que haya más empresas pagando debidamente sus impuestos, sus aportes a la seguridad social. Toda esa formalidad y actividad es una bola de nieve positiva que va generando que las oportunidades vayan llegando. Y hay que acelerarlo”, agrega.
“Entiendo a los jóvenes. Decir que Colombia va a progresar en 30 años es demasiado lejos. Hay que ponernos de acuerdo de manera pragmática para buscar soluciones rápidas y activar la economía. Aunque bloquear nuestros puertos no es una forma rápida de activar la economía, así como tampoco bloquear nuestras carreteras. Creo que la protesta pacífica, ordenada y democrática deja ver unos anhelos y expectativas. Pero lo otro va en contra de lo que la protesta pide: más oportunidades y mayores recursos para el desarrollo del país”, concluye Caicedo.