Reactivación
Aprendiendo de las crisis, la estrategia del Grupo Aliar para salir adelante
Una de las mayores empresas agropecuarias del país ha aprendido a vivir y a superar las crisis. Con 2.000 empleados directos aseguran que su compromiso consiste en seguir generando oportunidades en el campo.
La resiliencia es quizás una de las mejores palabras para describir a la Agropecuaria Aliar, una empresa que nació de una sociedad de empresarios paisas y santandereanos con el objetivo de sembrar maíz y soya a gran escala para producir alimento balanceado, que a su vez sirva para la cría de cerdos.
Esta empresa comenzó en 2004 y su base de operaciones está en los llanos Orientales, en Puerto Gaitán Meta, lo que ha implicado un curso completo para aprenden a producir en zonas alejadas, que tienen mayores dificultades de infraestructura, pero gran potencial.
Por ese motivo Jaime Liévano, presidente de Aliar, no duda en asegurar que la pandemia los cogió curtidos en hacerles frente a las crisis, que en un primero momento parecen insuperables, pero que poco a poco se logran solucionar. Recuerda que en 2019 debieron enfrentar el cierre de la vía al Llano, lo que implicó dejar de llevar sus productos (comercializan sus cerdos con la marca La Fazenda) en un viaje de 8 horas a uno de 24, dado que debían transportarse por Sogamoso.
Esa disrupción duró 6 meses, en los que el Llano estuvo prácticamente aislado y aunque pudieron acomodarse a la nueva situación, internamente estaban viviendo problemas que les exigían una capitalización de la empresa.
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Realizaron entonces un ajuste en su estrategia y su plan de ventas, que iban marchando muy bien hasta marzo de 2020, cuando llegó el coronavirus al país.
“Y ahí vino el error de actuar con pánico, las compras irracionales de papel higiénico, el encierro y el desplome de la demanda. La gente deja de ir a plazas de mercado y a los grandes expendios de proteína animal como Guadalupe y San Martín en Bogotá, que son nuestros mayores puntos de venta. Ellos se ven obligados a cerrar y nosotros, que recién habíamos terminado la planta de sacrificio, no la podemos usar sino al 50 %” recuerda.
Dado que no podían sacrificar la misma cantidad de animales que procesaban usualmente, el primer desafío consistió en definir qué hacer con los cerdos que no se venden, pues tenían que seguir comiendo, en un momento en que debían bajar los costos. Tampoco podían reducir personal, pues tienen un compromiso con las 2.000 personas que tienen contratadas de forma directa, así que la decisión fue dejar a los animales con alimentación de subsistencia, es decir, no dejarlos seguir engordando.
“Los problemas del pasado nos sirvieron para crear un equipo de crisis. Hicimos cálculos y encontramos un camino para guardar los animales, el cupo máximo era 45.000. Así aguantamos en abril y mayo y en junio cuando ya íbamos a llegar al límite, la gente vuelve a comprar comida. A eso se suma un contagio grave de covid en plantas de sacrificio en USA, lo que encareció el precio del cerdo importado. Eso no solo nos permitió recuperar las ventas, sino bajar inventario”, cuenta Liévano.
Al final de 2020 las ventas de Aliar no sufrieron, alcanzaron $ 512.423 millones, 19,5 % más que en 2020, pero el dejar los animales más de lo debido les disparó los costos de producción en $ 40.000 millones y los llevó a perder casi $ 21.000 millones, los cuales empezaron a recuperar con el arranque de 2021, con todo y que lograron superar 300 casos de contagios entre sus trabajadores.
“El compromiso fue de todos, no cerramos porque aprendimos a cuidarnos y a controlar los focos. En el campo no se puede no se puede teletrabajar, ni en los almacenes y todos estábamos comprometidos a alertar ante cualquier síntoma y en este proceso hemos ratificado que lo más valioso que tenemos son las personas”, insiste Liévano.
La lógica indicaría que el siguiente obstáculo que afectó a Aliar fueron las disrupciones generadas por el paro nacional, pero otra dificultad anterior los preparó para ese momento, pues en noviembre pasado cuando ya habían normalizado su operación, se fracturó el puente sobre el río Yucao en la vía Puerto López -Puerto Gaitán, y el problema es que la empresa tiene su planta de concentrados a un lado del río y los animales en el otro. Se vieron forzados a contratar remolcadores y a cambiar un paso de 20 segundos por uno de 20 horas.
Su experiencia con las crisis les sirvió para ser de los primeros en conseguir planchones (otras industrias como la petrolera se vieron más golpeadas), así que cuando llegaron los bloqueos ya estaban preparados con comida suficiente y ya conocían todas las vías posibles para sacar su producción.
“Fue muy duro, pero lo logramos, aunque aún no cantamos victoria, pues nuestra entrada a Bogotá es por la zona de Yomasa, donde frecuentemente hay problemas”, advierte este empresario que tiene entre 15 y 17 tractomulas moviéndose en los dos sentidos.
Para Liévano una de las principales lecciones que le han dejado casi dos años de una seguidilla de crisis, es que no hay que dejarse manejar por el pánico, ni tomar decisiones como reducir el personal o los salarios, por el contrario, se necesita del compromiso de todo el equipo.
“Las empresas debemos mantener el empleo, lo peor que le puede pasar al país es tener más gente desocupada. Es necesario reactivar el mercado laboral con obras públicas y compromiso del sector privado”, sostiene Liévano y agrega que ya no basta volver a la normalidad, ahora más que nunca se requiere trabajar más duro para crear oportunidades y no dañar lo que es de todos.