Agro
Así está a punto de salvarse la que fue la mayor cooperativa de cafeteros del país
Por incumplir en contratos de venta de café a futuro entró en liquidación. Busca un acuerdo con sus acreedores.

En 1961 nació en Andes, Antioquia, una cooperativa de cafeteros que llegó a ser la cuarta más grande de América Latina, pero que desde hace cinco años tiene sus puertas cerradas, afectando a 6.000 productores del grano y a la economía de cinco municipios del suroeste antioqueño.
En 2019, la Cooperativa de Caficultores de Andes (Cooperan) fue intervenida por la Superintendencia de Economía Solidaria para ser administrada, tras el descalabro que le produjo incumplir unos contratos de venta de café a futuro. La situación empeoró y en 2022, la intervención pasó a ser con fines de liquidación. Sin embargo, cuando ya parecía que no había esperanzas, se empezó a negociar con los acreedores y todo parece indicar que están cerca de lograr un acuerdo y revivir a la cooperativa.

María José Navarro, superintendente de Economía Solidaria, quien ha estado siguiendo de cerca este proceso, explica que el objetivo no es solo salvar a Cooperan, sino establecer parámetros para evitar que otras cooperativas vuelvan a caer en una situación de estas por hacer contratos a futuro sin entender sus riesgos.
Los contratos a futuro funcionan, esencialmente, como un acuerdo en el que el productor fija un precio en el presente para entregar un producto, en este caso café, al comprador en una fecha futura, por ejemplo, dentro de tres meses. El primer problema fue que Cooperan no contaba con el café necesario para cumplir con el contrato, ya que este pertenecía a sus asociados, muchos de los cuales desconocían la existencia de dichos contratos. Además, debido al incremento del precio del café entre el momento del acuerdo y la fecha de entrega, los productores optaron por venderlo al mejor postor.
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Navarro sostiene que eso evidencia fallas de transparencia en el manejo de la cooperativa, así como desconocimiento de los riesgos. Cooperan debió haber hecho un contrato con los productores, para que estos también se comprometieran a cumplir la venta a futuro. Además, en este tipo de contratos se debe establecer una reserva, tal como lo hace el sistema financiero, lo que ayuda a respaldar esas posiciones en caso de que se presenten problemas.
“Cooperan movían alrededor de 11 millones de kilogramos de café al año. Por eso su cierre generó incertidumbre en la región, pues la cooperativa garantizaba la compra de la cosecha”, explica la superintendente y agrega que también hubo efectos colaterales en temas como seguridad en la zona. Allá llegaron unas 70 agencias privadas a comprar café y no necesariamente al precio que fija la Federación de Cafeteros. Hay mucho flujo de efectivo, lo que también genera riesgos de lavado de activos, dado que no se aplican las normas de prevención que sí acataba la cooperativa al ser vigilada.

La negociación para salvar a Cooperan ya cumplió un año y la idea es llegar a un acuerdo con sus principales acreedores que son la Federación Nacional de Cafeteros (que fue a la que le incumplieron con los contratos a futuro, así como a algunos compradores internacionales) y tres bancos.
“Estamos muy cerca de firmar un acuerdo de acreedores, lo que nos va a permitir devolver la cooperativa de ser intervenida para liquidación a ser intervenida para ser administrada. Que vuelva a operar Cooperan es clave en este momento de buenos precios y porque la cosecha del suroeste antioqueño empieza en septiembre”, reitera Navarro y su estimación es que en julio se podría lograr el acuerdo, lo que será determinante para una región que producen aproximadamente 40 millones de kilos de café al año.

La cabeza de la Supersolidaria agrega que las cooperativas tienen una debilidad enorme en temas contractuales. Por eso, desde el organismo están diseñando unas guías alrededor de esto, con profesores de varias universidades. “Y claro, como no conocen muy bien, pues firman contratos que son dañinos para la cooperativa, con cláusulas que son perjudiciales y ahí encontramos un cuello de botella enorme para la incursión de las cooperativas en los mercados privados e internacionales”, precisa.
Actualmente, además de Cooperan hay otras dos cooperativas cafeteras intervenidas por la Superintendencia desde 2022, pero están intervenidas para administración, lo que hace que el proceso con ellas sea un poco más fácil, pues es un tema de liquidez. En su caso buscan fondeo a través de la banca de segundo piso con Finagro y el Ministerio de Agricultura. A eso se suma el Plan de Acción Solidario (PAS), lanzado por la Federación de Cafeteros y que tiene como meta que las cooperativas resuelvan sus deudas pendientes y puedan seguir ejerciendo la garantía de compra. El PAS consta de respaldo financiero de la Federación para que las cooperativas, que por contratos a futuro tienen pendientes desde 2020 la entrega de unos 33 millones de kilos de café, puedan cumplir con dicha obligación.