Talento
Cuatro doctoras protagonistas de la innovación en Colombia
Estas cuatro Ph. D. evidencian la preponderante presencia femenina en el mundo laboral, así como la apuesta empresarial por los profesionales más educados. Son protagonistas de la innovación.
Ser doctor en Colombia parecería no tener mucho mérito, pues es un calificativo que no se le niega a nadie, a veces, por respeto o, a veces, por simple adulación.
No obstante, es un hecho que está creciendo el número de colombianos que llegan a ese nivel de formación académica. Hasta 2019, en el país había 16 Ph. D. por cada millón de habitantes, un salto frente a los 8,2 de cinco años atrás, pero aún pocos frente a la meta de 24 fijada por la Misión de Sabios hace 33 años y muy lejos de los 200 de Estados Unidos.
Numerosos doctores colombianos se forman en el exterior y se convierten en cerebros fugados, y los que se quedan en el país se enfrentan a una limitada oferta laboral en la academia y en el sector privado. Sin embargo, la apuesta creciente por la innovación ha llevado a que cada vez más empresas valoren a este tipo de profesionales y quieran incluirlos en su nómina. No en vano, los cuatro años que, como mínimo, le dedicaron a investigar y a volverse especialistas en un área los convierte en un activo muy valioso para cualquier proceso de investigación y desarrollo.
Prueba de esta situación lo revela el ranking de las empresas más innovadoras de la Andi. En 2018, 23 por ciento empleaba personal con doctorado, y ese porcentaje llegó a 27 el año pasado, para un total de 335 Ph. D. entre las 340 compañías medidas.
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De ese total de doctores, vale la pena destacar 142 mujeres, quienes no solo muestran la creciente presencia femenina en las universidades (en carreras como Derecho hoy estudian más mujeres que hombres), sino también su mayor y merecido espacio en el mercado laboral.
Una de ellas es María Paula Ríos, vicepresidenta de Innovación y Transformación Digital en Alianza Team. Ella es matemática e ingeniera industrial de la Universidad de los Andes. De allí salió hacia Estados Unidos a la Universidad de Chicago para estudiar una maestría y un doctorado en estadística, pero, a diferencia de muchos de sus colegas más enfocados en la academia, decidió combinar esos estudios con un MBA para llevar sus conocimientos teóricos al mundo real.
“Estudié Matemáticas cuando no era la carrera sexi que es hoy, pero en el camino me di cuenta de que lo que me gustaba era la matemática aplicada, un área que genera mucho valor para las empresas, pues da una forma de pensar estructurada”, comenta María Paula, quien, al dirigir el equipo de innovación de una multilatina de alimentos, usa los datos y la analítica para desarrollar ideas que marquen la diferencia. Un ejemplo de esos procesos fue lo efectuado durante la pandemia cuando empezaron a analizar qué podía venir después. Realizaron convocatorias de innovación abierta que llevaron a Alianza Team a invertir en emprendimientos, lanzaron una botella de aceite de plástico ciento por ciento reciclado, así como alimentos funcionales que ayudan a mejorar la inmunidad y la actividad mental.
Química y materiales
Corona Industrial es otra empresa nacional que les apuesta a los doctores. Entre ellos, cuenta con dos mujeres destacadas: Natalia Pino y Carolina Cárdenas. La primera es ingeniera química de la Universidad Pontificia Bolivariana, con doctorado en química de la Universidad de Antioquia; y la segunda es ingeniera física, con maestría en ciencias de los materiales de la Universidad Nacional y está a punto de defender su tesis para graduarse como doctora en Ingeniería de Materiales en la Universidad de Antioquia.
Sus procesos formativos y profesionales fueron distintos: mientras que Natalia terminó su pregrado, trabajó unos años y luego consiguió una beca para dedicarse al doctorado –que al ser de tiempo completo es una de las principales barreras de este nivel de formación–, Carolina tuvo la ventaja de estudiar su doctorado gracias a una convocatoria del Ministerio de Ciencia para realizar un trabajo conjunto entre universidad y empresa. El objetivo es formar doctores mientras trabajan en una compañía. La idea es que lo que investiga el futuro Ph. D. le sirva a su empleador y así se obtiene un gana-gana.
Tanto Natalia como Carolina creen que la formación de doctorado cambia la perspectiva del estudiante y de las empresas que lo contratan, pues es allí en donde las investigaciones se vuelven prácticas, al tiempo que adquieren más velocidad que la de la academia. Agregan que la innovación ayuda a romper mercados tradicionales, y ponen como ejemplo el sector de los materiales para la construcción, en el que los nuevos desarrollos no solo requieren de científicos, sino también de un equipo interdisciplinario que ayude a transformar la cultura de los consumidores finales acostumbrados a unos productos y que les cuesta cambiar. En su caso, destacan los desarrollos en pinturas antibacteriales a raíz de la pandemia.
Más herramientas
Lina Higuita es química de la Universidad de Antioquia, con maestría y doctorado en la misma ciencia y en la misma institución. Su proceso para pasar del mundo académico al industrial ocurrió, justamente, cuando estaba estudiando el doctorado, gracias a una beca de Colciencias, y uno de sus compañeros estudiaba y trabajaba en Pintuco, empresa que pertenece al Grupo Orbis –recientemente adquirido por la holandesa AkzoNobel–. De allí la llamaron para participar en un proceso en otra de las compañías del grupo, Andercol, dedicada a la química intermedia y con presencia en cinco países.
Lina llegó en 2017 como diseñadora de productos de resinas para recubrimientos base envolventes, y el año pasado la ascendieron a coordinadora de una de las áreas de investigación y desarrollo de Andercol, empresa que cuenta con ocho Ph. D.
“El doctorado da herramientas diferentes, una forma de analizar y una metodología para trabajar”, dice Lina, y añade que es una formación que por su elevado nivel de exigencia también enseña habilidades blandas, como la perseverancia y la tolerancia al fracaso, entendiendo que no es malo, sino parte del proceso.
Pese a sus logros, las cuatro Ph. D. entrevistadas no consideran que esta formación sea para todos, pues es apropiada para quien le guste mucho estudiar e investigar; de lo contrario, en vez de disfrutar el proceso, va a sufrir. La consideran una decisión de vida, más que de estrategia laboral, dado que aún falta que más empresas apuesten por estos profesionales, cada vez más necesarios para la competitividad del país.