Sector Privado
Empresarios, la verdadera resistencia
Aunque durante el último año los empresarios han luchado para seguir aportando en medio de la crisis, parece existir una campaña antiempresarial. ¿Es representativa?
Desde hace más de un año, las empresas colombianas se encuentran en una situación bastante complicada. A partir de marzo de 2020, por cuenta de la pandemia, muchas tuvieron que cerrar sus operaciones durante varias semanas al ser consideradas no esenciales, y desde entonces el empresariado ha tenido que resistir en medio de constantes restricciones, y la incertidumbre generada por la pandemia parece no tener fin.
Toda esta situación ha puesto en evidencia que el tejido empresarial es uno de los principales activos del país, pues desde el preciso instante en que el Gobierno bajó el switch de la actividad económica e instauró las primeras medidas de aislamiento, para evitar la rápida propagación del virus, los empresarios no han hecho otra cosa más que aguantar, seguir sosteniendo la economía, tratar de mantener los puestos de trabajo y, en lo posible, generar oportunidades de empleo en medio de la crisis más aguda de los últimos años.
Además, en este tiempo y pese a la caída en sus ingresos, el sector privado ha venido haciendo millonarias donaciones para fortalecer el sistema de salud y brindar ayudas sociales. Sin embargo, la pandemia no es el único palo en la rueda; en el último mes, el sector productivo ha tenido que enfrentar un nuevo golpe: el paro nacional, que está acompañado de bloqueos y protestas que han paralizado la actividad productiva en muchas regiones.
El país ya completa un mes de protestas y las compañías han sido las más perjudicadas, sobre todo por los constantes bloqueos, que han puesto en jaque a casi todas las cadenas productivas.
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Pero el problema no para ahí. Centenares de empresas también han sido blanco de actos vandálicos cometidos por una minoría que se infiltra en las marchas. Supermercados, instituciones financieras y comercios han sufrido saqueos, se estima que las pérdidas económicas para el país, desde el pasado 28 de abril, ya se acercan a los 10 billones de pesos.
Según una reciente encuesta de Confecámaras, 22,2 por ciento de los empresarios afirmó que tuvo que suspender la operación de sus empresas por el paro, mientras que 53,4 por ciento ha operado entre 1 y 50 por ciento de su capacidad instalada en las últimas semanas.
Por otra parte, la encuesta también reflejó que 94,3 por ciento de los empresarios han visto disminuciones en sus ventas, 44,7 por ciento no ha podido recibir insumos para su operación y 41,8 por ciento ha tenido una reducción en la entrada de insumos. Además, las alarmas están encendidas: 35,1 por ciento de los encuestados afirma que, de continuar los bloqueos, sus empresas tendrán que cerrar parcialmente, 32,5 por ciento manifiesta que se verá forzado a reducir los costos para sostener la operación, 20,2 por ciento dice que reducirá su personal y 12,2 por ciento asegura que cerrará su empresa.
¿Qué hacer?
Como si todo lo anterior no fuera suficiente, se ha desatado una campaña antiempresarial, con más intensidad durante el desarrollo del paro nacional. Uno de los principales escenarios de esta campaña han sido las redes sociales, en las que noticias falsas buscan desprestigiar a varias empresas reconocidas. Esa parece una estrategia consolidada y que se implementa diariamente.
Los resultados ya se han visto: varios manifestantes han vandalizado almacenes con argumentos fundados en esas falsas noticias.En este sentido, es irónico que mientras muchos colombianos se manifiestan en las calles buscando mejores oportunidades de empleo, al mismo tiempo las empresas se vuelvan blanco de los ataques, pues si algo es obvio, es que son estas las generadoras de puestos de trabajo y la principal herramienta de desarrollo económico y social de un país.
Por fortuna, todo parece indicar que este no es un sentimiento generalizado en la sociedad colombiana, sino un caballito de batalla de algunos sectores políticos que quieren hacer ver al empresariado como el enemigo.
Una reciente encuesta de Invamer en su tradicional Poll, en la que se abordaron diferentes temas como el de la favorabilidad de las principales instituciones nacionales, reflejó que la clase empresarial colombiana es la que goza de mejores puntajes. Antes del paro, esta tenía una favorabilidad de 47 por ciento y una desfavorabilidad de 43 por ciento.
Durante el inicio del paro, su favorabilidad llegó a 50 por ciento y luego de 20 días de protestas subió a 62 por ciento, la más alta de todas las instituciones por encima de la Iglesia católica y de las Fuerzas Militares, que gozan de una favorabilidad de 59 y
58 por ciento respectivamente. Estas cifras no se veían desde hace casi siete años. Estos indicadores generan cierta tranquilidad en medio de tanta desazón, sobre todo porque las empresas van a ser las llamadas a sacar al país de la debacle y serán fundamentales a la hora de recuperar confianza en el mercado; el apoyo de la sociedad genera optimismo.
Por otro lado, luego de conocerse el dato de crecimiento de 1,1 por ciento durante el primer trimestre de 2021, queda claro que las empresas continúan dándole tracción a la economía en medio de la adversidad. Es de esperar que, de superarse el problema del paro, el país logre consolidar la senda de recuperación para así empezar a generar empleo y superar la crisis social. Si bien la pandemia está en uno de sus peores momentos, alcanzando cifras récord de contagios y muertes, se espera que en las próximas semanas los números empiecen a ceder y la vacunación cumpla con su cometido, pues es evidente que el aparato productivo no puede seguir trabajando a media marcha.
De continuar las restricciones a las actividades productivas, no solo se acentuarán los devastadores efectos sociales de la pandemia, que han dejado una tasa de desempleo de 14,2 por ciento, sino que será muy complicado empezar a atajar una pobreza que ya alcanza 42 por ciento.
En momentos en que ha quedado en evidencia que el Estado no tiene la capacidad de asumir el papel del sector privado, es claro que la solución siempre ha estado ahí, por lo que es necesario darles todas las facilidades a las empresas del país de todos los tamaños para que capitalicen oportunidades, inviertan y generen nuevos empleos, lo que se traducirá en crecimiento económico y un mayor bienestar para la población.
No se puede desconocer que los empresarios han estado a la altura de la situación, no solo por sus aportes sociales en medio de la crisis, sino porque no se han quedado como espectadores y han aportado valiosas ideas.
Por ejemplo, cabe destacar iniciativas como la de la Andi, que le propuso al Gobierno desmontar temporalmente los beneficios tributarios que les dio en la última reforma tributaria, para así no golpear a las clases vulnerables del país en la nueva reforma; todo apunta a que al nuevo ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, le está sonando la idea.
Aunque el último año y, con más énfasis, el último mes han estado marcados por la incertidumbre y por una de las crisis institucionales más preocupantes, hay algunos hechos que pueden inyectar un poco de optimismo en medio de las difíciles circunstancias, como el viraje de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, quien anunció la reactivación total de la economía a partir del 8 de junio, dejando así de lado el falso dilema entre la vida y la economía que ha regido las decisiones de política pública durante la pandemia. Es una buena noticia porque el país no aguanta más restricciones, lo que claramente no quiere decir que la pandemia se haya acabado. Hay que seguirle metiendo el acelerador a la vacunación y no se puede bajar la guardia con las medidas de autocuidado.
También es urgente que el Gobierno logre levantar los bloqueos que se han registrado en 29 de los 32 departamentos del país, y que desde hace varias semanas afectan las cadenas productivas, poniendo en jaque a varios sectores económicos que no han podido ni recibir insumos, ni sacar sus productos. Estos bloqueos solo generan más pobreza y desigualdad, en un momento en el que se necesita darles garantías a los ciudadanos y a las empresas para que puedan desarrollar sus actividades.
Hoy, más que nunca, hay que rodear al empresariado, que ha demostrado durante estos últimos meses lo que es la verdadera resistencia. Es necesario abandonar el discurso antiempresarial que se quiere imponer desde algunos sectores. La generación de valor y recursos del sector privado es, quizá, la manera más expedita para salir de la crisis social. Colombia necesita más empresarios.