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Es un hecho: el bolsillo no es de caucho y los colombianos están gastando menos que en 2022

El consumo de los hogares está resentido. En el primer trimestre se redujo 2,5 por ciento anual. Inflación y créditos más caros, entre los principales responsables.

29 de abril de 2023
Los hogares de estratos 2 y 3 han declarado que planean volcarse a marcas más económicas en los productos que más consumen y que buscarán promociones al momento de comprar.
Los hogares de estratos 2 y 3 han declarado que planean volcarse a marcas más económicas en los productos que más consumen y que buscarán promociones al momento de comprar. | Foto: iStock

Tal como se preveía, 2023 arrancó con fuertes restricciones en el gasto de los hogares, que hasta el año pasado se habían mantenido como los motores del crecimiento económico del país. La persistente inflación al alza, que ubica a Colombia como una de las pocas naciones de América Latina en donde los precios se resisten a bajar, sumada a elevadas tasas de interés, están haciendo que los hogares deban destinar más recursos para pagar los bienes y servicios que suelen consumir, al tiempo que reciben menos cantidades o frecuencias de estos.

Camilo HerreraFundador de Raddar
Camilo Herrera, fundador de Raddar | Foto: Alejandro Acosta

La caída del consumo de las familias colombianas en marzo con respecto a febrero fue bastante marcada, lo que puede ser reflejo del fin de la temporada escolar y un posible ahorro de los hogares para Semana Santa, que este año cayó en la primera semana de abril.

Luis Carlos Cadena, gerente de OCL - Objetivo Consultora Latinoamericana, ve al consumo de los hogares bastante enredado en el corto y en el mediano plazo, no solo por la inflación, que a marzo va en 13,34 por ciento, sino por otros factores adicionales que afectan el bolsillo, como la parálisis de la construcción, que, al registrar 50.000 unidades represadas por la falta de subsidios y la lentitud de proyectos nuevos, tiene un impacto importante en el empleo. Vale la pena recordar que la construcción es uno de los sectores más intensivos en generación de mano de obra no calificada, lo que implica que su freno impacta mayormente a los hogares de menores recursos.

Cadena también señaló que el impoconsumo es otro golpe para el presupuesto de los hogares. Dicho gravamen había sido suspendido por la pandemia, pero volvió en 2023. Este se aplica sobre el consumo de determinados bienes y servicios como telefonía móvil, internet, vehículos, algunas motocicletas y el servicio de expendio de comidas y bebidas en restaurantes, bares o cafeterías.

Jaime GarcíaCountry manager de Kantar división Worldpanel
Jaime García, country manager de Kantar división Worldpanel | Foto: Kantar división World

Jaime García, country manager de Kantar división Worldpanel, estima que los precios de la canasta de consumo masivo en el país han subido a un ritmo mayor que la inflación –23 por ciento vs. 13 por ciento–, lo que ha generado una contracción en el volumen de compras del 8 por ciento y un crecimiento en el gasto de los hogares de 12 por ciento debido a que los consumidores tienen que asumir precios más altos. “Ante esta situación, las familias buscan visitar más puntos de venta para poder ahorrar, siendo los canales más afectados los tradicionales, como tiendas y minimercados de barrio, pues gran parte de sus clientes migran hacia discounters (D1, Ara y ahora Ísimo)”, sostiene.

Otros factores

Cadena agrega que a las dificultades propias derivadas de la inflación se suman fenómenos sectoriales y hasta de orden público. Es el caso de la reciente escasez de mantequilla, que no solo afecta el gasto de los hogares, sino a nivel industrial a actividades como la panificación, que a su vez repercute en el consumidor final. “En general, subproductos lácteos como crema de leche o queso han subido bastante y en eso también han influido las dificultades para acopiar la leche en el Cauca, por los cierres de vías, o en la zona ganadera de Antioquia, impactada por el paro minero”, dice este experto y agrega que a todo lo anterior se suma el pago de prediales, que suben cada año.

Camilo Herrera, fundador de Raddar, añade que el consumo se está frenando más rápido de lo que debería, lo que no solo se debe al aumento de precios, sino también al hecho de que no todos los salarios subieron en la misma proporción del mínimo, incluso muchos no subieron. A eso se suma un aumento en el servicio de deuda de los hogares, por las mayores tasas de interés del Banco de la República. “Ese mayor costo de la deuda es lo que más les ha quitado espacio de gasto a los hogares. Esa alza ha sido de más o menos 38 por ciento. Es decir, quienes el año pasado tenían una cuota de 1 millón de pesos hoy pagan 1.380.000”, anota.

Para este experto, era previsible que algunas categorías de gasto se ajustaran por el aumento en el costo del crédito y la reducción de subsidios, como es el caso de vehículos y vivienda, pero en marzo fue llamativo que todas las categorías cayeron, lo cual no se veía desde junio de 2016 cuando se presentó un fuerte paro camionero; ni en pandemia se dio ese fenómeno.

Los precios de la canasta de consumo masivo en el país han subido a un ritmo mayor que la inflación –23 por ciento vs. 13 por ciento–. | Foto: Getty Images

Lo que viene

García, de Kantar, dice que la actual coyuntura está cambiando los patrones de compra. En particular, los consumidores de estratos 2 y 3 han declarado que se volcarán a marcas más económicas de los productos de consumo frecuente y también buscarán promociones en el momento de realizar sus compras. “Teniendo en cuenta que las personas de estos estratos concentran el 60 por ciento de los hogares del país, es necesario que las marcas tengan en cuenta estos factores para no perder facturación”, anota.

Se estima que en abril podría darse una leve recuperación del consumo de los hogares, gracias a que ‘aflojó’ un poco el precio del dólar y los bancos redujeron los intereses de las tarjetas de crédito, lo que tranquiliza un poco el bolsillo. No obstante, Camilo Herrera advierte que la actual situación del consumo puede generar una trampa medianamente peligrosa en la cual la gente se acostumbra a la alta inflación.