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Esta empresa del entretenimiento que flechó el corazón de los colombianos anunció que apaga luces este primero de mayo
Duró 20 años en la zona de Usaquén de Bogotá, pero no pudo más con los costos. Esta es la historia.
Una carta intempestiva llegó y encogió el corazón de los amantes del cine en Bogotá. Un punto de encuentro que permitió a millones de espectadores disfrutar -durante dos décadas- de los sueños y lecciones que se llevan a la pantalla grande, y que hacía detener a los transeúntes del barrio Usaquén de Bogotá o motivaba a los habitantes de otras zonas de la capital a recorrer largos trayectos para llegar hasta ahí, no va más.
Se trata de Cinema Paraíso, un espacio que fue producto de la aventura de un soñador: Federico Mejía Guinand, quien incrustó el séptimo arte en un barrio, algo de lo que ya poco queda.
Hace 20 años, cuando se inició Cinema Paraíso, era más común encontrar espacios de cine en barrios o en el centro de las ciudades. Los cinéfilos eran ávidos por ver primero las películas del segmento de entretenimiento que fue conocido como ‘cine arte’, el cual acuñó historias de grandes maestros del cine que se volvieron clásicos.
Allá, en sitios como el que ahora anuncia que apagará los proyectores y dará su última función en Usaquén, el primero de mayo, se reunían los cineclubistas, los turistas, los capitalinos y colombianos que llegaban de visita a la gélida ciudad.
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Era el cine alternativo, el que le hacía contrapeso a las películas comerciales que inundaban las carteleras de esa época. En ese momento, Federico Mejía, fundador e Cinema Paraíso, tenía una distribuidora de cine independiente, que se conoce como Babilla Cine. Con los gigantes rollos de cinta iba de un lado a otro, hasta esos viejos megateatros que hoy son parte de la historia del cine colombiano, como el Astor Plaza y Teusaquillo, a proyectar sus películas.
La llegada de los cines a los centros comerciales cambió esa tendencia y puso en declive la titánica tarea que hacía Mejía, para poner en la pantalla el cine alternativo.
Llegaron los noventa y empezaron las ciudades a llenarse de multiplex. Los ciudadanos iban de compras a un sitio y, de paso, encontraban el punto del entretenimiento. Ya no era necesario ir a hacer filas en la calle para entrar a un teatro como el Embajador, en el centro de Bogotá. También pasaron la página aquellas carteleras de cine que ocupaban páginas enteras en los periódicos, a manera de publicidad, y que los espectadores devoraban cada día para elegir la mejor película.
Pero Mejía seguía entusiasmado con el cine distinto y estaba convencido de que, ofrecerlo atraería a ese público que no se conforma con el contenido masivo que promueve el cine comercial. Fue así como decidió anclar en un sitio que combinaría todo lo que estaba sucediendo alrededor de la demanda de películas. Inauguró Babilla Movieplex, en Chía. El espacio le seguía apostando al cine independiente, pero combinado con algunos estrenos comerciales. En Bogotá, tras grandes remodelaciones, quedó adecuado Cinema Paraíso de Usaquén, que tiene cuatro salas.
Con ese proyecto cultural, Mejía sorteaba obstáculos, innovaba aquí y allá, ampliaba la oferta de servicios, agregando al cine otras alternativas: café bar, comidas.
Con todas esas apuestas seguía la aventura. Ni los canales famosos que le llevan la película al espectador a la cama les había amilanado el proyecto.
¿Qué les pasó factura?
El Cinema Paraíso del barrio Usaquén hizo historia durante 20 años en ese sitio legendario, pero les pasó factura la carestía: los costosos arriendos, la inflación, las tasas de interés, la desaceleración del consumo.
La carta que sella el cierre
Esta es la carta que repartió entre sus abonados el fundador:
“Luego de 20 años de haber emprendido esta aventura, de hacer realidad un sueño que se llama Cinema Paraíso en el barrio de Usaquén, este fin de semana nuestros proyectores se apagarán”.
“El primero de mayo tendremos nuestras últimas funciones en esta sede, que sin duda, se convirtió en un hito para Bogotá y para el cine independiente que durante años presentó en sus pantallas las mejores imágenes de la producción cinematográfica de este nuevo siglo”.
“Queremos dar las gracias por este tiempo en que fuimos felices, primero que todo a ustedes, nuestros clientes y amigos, por su confianza y fidelidad, por apreciar el buen cine como la buena mesa, por creer que la cultura está por encima de todo”.
“También queremos agradecer a los directores, a todos, a los maestros y a los nobeles; de todas las nacionalidades y orígenes. A todos aquellos quienes alumbraron nuestra cartelera. Gracias a ellos por dejarnos descubrir su visión del mundo y regalarnos imágenes hermosas, maravillosas, que describieron con lujo de detalles el comienzo de este convulsionado siglo XXI lleno de transformaciones”.
“Para nosotros también ha llegado la hora de iniciar otras búsquedas, otro espacio donde, seguramente, la luz volverá a brillar con intensidad”.