POLÉMICA
‘La culpa no es de la vaca’: el impacto que ven ganaderos a impuesto al consumo de carne que proponen vegetarianos
El sector se pronuncia ante la posibilidad de gravámenes por cabeza de ganado en medio de movimientos mundiales en contra de la carne de res que vienen desde la cumbre de cambio climático en Glasgow.
“La gente no se da cuenta de que las presiones para que se deje de consumir carne de res son una cuestión de negocios”. Así arranca Filippo Rapaioli, director ejecutivo de la agremiación de criadores de ganado (Asosimmental) su sustentación acerca de lo que se viene gestando a nivel global, para reducir el consumo de carne y lácteos.
A ello se le agrega que en Colombia se está hablando cada vez con mayor frecuencia de impuestos verdes, por lo cual, volvió a sonar una idea que fue lanzada en el pasado (2020) por Luis Carlos Reyes, quien será el director de la Dian en el gobierno de Gustavo Petro, sobre un posible impuesto de hasta 15.000 pesos por cabeza de ganado. El objetivo sería desestimular la masiva producción de vacunos, al cuales les atribuyen al menos cinco gigatoneladas de CO2 (62 %) de todas las emisiones de gases que causan el cambio climático.
En ese contexto, Rapaioli sostiene que el movimiento global contra la carne está siendo liderado por negocios como los que impulsa Bill Gates y Leonardo DiCaprio, que han hecho millonarias inversiones en carne vegana.
En la cumbre sobre cambio climático que tuvo lugar en Glasgow, se promovió una carta abierta dirigida a los 50 países que figuran como los mayores consumidores de carne, la cual fue promovida y firmada por 80 organizaciones sociales y económicas que, posterior a esa cumbre, han continuado la batalla contra la proteína de res.
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Las cartas son parte de una campaña lanzada por True Animal Protein Price Coalition (TAPP), entidad que está haciendo lobby en todos los países para invitar a los gobiernos a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, derivadas de la alimentación. En los argumentos de TAPP piden introducir impuestos sobre la carne y los lácteos, de manera que cueste más (al menos dos veces y medio más, según sugirió un estudio alemán con el cual argumentaron su propuesta). Su idea es que no solo se recauden más recursos acordes con el daño que hacen al medio ambiente, sino ir poco a poco desestimulando el consumo y protegiendo así el planeta.
El efecto de gravar la carne en Colombia
Varios son los efectos que traería a Colombia si decide montarse en la ola mundial de imponer impuestos al consumo de carne, pese a que, según sustenta Rapaioli, “somos un país que aporta muy poco al volumen mundial de gases de efecto invernadero”.
En primer lugar, en la actualidad, Colombia está obteniendo ventaja por las exportaciones de carne, pues es el lugar desde el cual, este producto sale con uno de los precios más bajos de la región. Estamos con un precio más barato que en Argentina, Uruguay, Chile, Brasil”.
Pero lo que más pone en relieve el dirigente gremial es que se ha generalizado la idea de que, en el problema de los gases de efecto invernadero “la culpa es de la vaca, lo que no es así, como lo muestran los números”.
Rapaioli argumentó que, en términos prácticos, el sector ganadero produce menos del 3 % de los gases, puesto que, “no se puede tomar solo el dato de salida de CO2, sino la entrada. Las fincas ganaderas tienen mucha vegetación. El mismo pasto absorbe carbón. En consecuencia, si no somos neutros, por lo menos somos solo ligeramente positivos en producción de gases”. Por esa razón, insistió en que “no es cierto que la culpa es de la vaca”.
Un impacto social
Al decir del director ejecutivo de Asosimmental, la mayor preocupación que trae consigo la idea de un impuesto sería el fuerte impacto sobre más de 300.000 familias ganaderas, la mayoría de las cuales, son pequeños productores, pues, desde su punto de vista, esa es otra de las realidades que se ha desvirtuado.
“La ganadería en Colombia es de minifundios y quieren hacerla ver como de latifundistas. Existen 670.000 predios donde hay por lo menos una vaca. Los que tienen más de 500 son apenas 20.000. Los grandes terratenientes son poquitos. Cerca de 300.000 tienen entre 1 y 25 vacas”, argumentó.
Según Rapaioli, el problema no es el impuesto, porque los grandes productores lo pagarán y se lo trasladarán al consumidor, lo que volverá el consumo de carne y leche como algo suntuoso, y, es bien sabido que son alimentos altamente nutritivos y necesarios para la salud de las personas. “El problema es que si se impone un gravamen al consumo de carne y lácteos se afectan 300.000 familias que viven de lo que producen con unas dos vacas, ¿qué vamos a hacer con ellos”, cuestionó.