Especial Abogados / Startup
Los emprendimientos tecnológicos viven hoy una reñida competencia por conseguir capital
Los asesores legales encaran un reto enorme, pero a la vez una gran oportunidad para apoyar a los emprendedores y a las startups en el fortalecimiento de sus modelos de negocio y en la formalización de sus operaciones a fin de que puedan ser más rentables y generar valor en el exterior.
Más allá de las limitaciones jurídicas o del entorno macroeconómico, los flujos de inversión en las startups se están enfriando. La inflación y las altas tasas de interés provocaron que los inversionistas de riesgo se desplazaran del ecosistema del emprendimiento de base tecnológica hacia vehículos tradicionales.
Según Martín Escobar, director de KPMG Law y líder de Private Enterprise, “Colombia no es ajena a esa realidad. Las startups nacionales se han visto afectadas por los fenómenos mundiales y por la volatilidad económica local”. En su experiencia, dice Escobar, como asesores de emprendedores, “lo que hemos percibido es que muchos de ellos se enamoran de sus soluciones tecnológicas, pero suelen dejar de lado el desarrollo de un modelo de negocio”.
En la mayoría de los casos, no se les ve afán por definir adecuadamente cómo se va a monetizar su solución digital, cuál será el nicho específico de mercado o si se está creando un nuevo mercado, que es una apuesta mucho más ambiciosa y disruptiva. “Hacer un ejercicio juicioso alrededor del modelo de negocio es clave para que las startups generen recursos, rentabilidad y valor”, acota Escobar.
Políticas contraccionistas
Julián Aguirre, director de Fintech de Posse Herrera Ruiz, coincide en que “el clima financiero global, caracterizado por alta inflación y políticas monetarias contraccionistas, ha impactado a la industria del capital de riesgo, lo que se ha traducido en una reevaluación del potencial de crecimiento de los emprendimientos en el mediano plazo, una mayor percepción de riesgo de las inversiones en emprendimientos emergentes y una contracción de los recursos de inversión disponibles”.
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Lo anterior ha hecho que los inversionistas migren hacia activos que perciben como menos riesgosos. La conjunción de estos elementos, sumada a la bajísima capacidad de ahorro de la economía colombiana, ha contraído significativamente la disponibilidad de recursos de inversión hacia los emprendimientos locales.
De hecho, las cifras así lo indican. Según un estudio de KPMG Law denominado Colombia Tech Report, en 2022 más del 85 por ciento de las startups en el país estaba en etapa inicial (early stage), lo que implica que para ese momento existían unos 257 acuerdos en ronda de capital semilla. Para ese año, el volumen de inversión en emprendimientos colombianos fue de 808,9 millones de dólares.
Aguirre, de Posse Herrera Ruiz, agrega que, “si bien se siguen dando rondas de capitalización, sus términos se han endurecido para los emprendimientos, favoreciendo a los inversionistas”. Esta dinámica se traduce, por ejemplo, en que es más frecuente encontrar rondas de inversión que castigan las valoraciones usadas en rondas de inversión pasadas e incorporan “aproximaciones más ácidas” en las promesas de generación de valor de los emprendimientos.
“Aun cuando hay sectores con una dinámica de inversión intensa (por ejemplo, en materia de inteligencia artificial), en otros los cheques de los inversionistas escasean”, comenta Aguirre.
Levantando billete
A pesar de la coyuntura, Colombia ha sido protagonista en levantamiento de fondos para startups. En el periodo 2013-2023 se consiguieron 4.621 millones de dólares, lo que ubicó al país como el tercero de la región, por detrás de Brasil, con 18.900 millones, y México, con 6.050 millones.
Los inversionistas globales, regionales y locales ven con interés el ecosistema colombiano, como un lugar atractivo para la creación de startups innovadoras y de alto impacto. Según Escobar, “este año se destacan los sectores fintech y proptech. En este último sobresalen firmas como Habi y La Haus, cuyas rondas de capitalización superaron los 100 millones de dólares”.
En América Latina, los emprendimientos compiten por recursos a escala global dada la debilidad de los mercados de capitales internos, que no cuentan con ahorro suficiente para irrigar recursos de inversión a una velocidad relevante y dependen de la “importación” de capital. “Esto –dice Aguirre– sumado al hecho de la dificultad de alcanzar niveles de innovación altos que les permitan a los emprendimientos locales enfocar sus esfuerzos en la construcción de soluciones a los problemas globales hace que la competencia por recursos sea compleja e intensa”.