EMPRESAS
Por más clientes difíciles, pues la transición hacia una economía sostenible no es fácil
Se ha notado un aumento considerable en la exigencia de los clientes de proyectos de finanzas sostenibles en términos de consistencia metodológica y resultados. Exigencia que ha sido necesaria para lograr un avance más preciso y científico de los distintos tipos de abordajes que existen para el tema.
En los dos últimos años, las finanzas sostenibles se han incorporado al mainstream del mundo financiero en mayor medida. Por un lado, el aumento absoluto de los recursos bajo una gestión que considera temas socioambientales es positivo; por otro la mejora de la calidad de los distintos tipos de abordajes donde se incorporan dichos temas se hace necesaria.
Como consultor y gestor de una empresa dedicada a las finanzas sostenibles, es posible decir: sí, hay un incremento significativo del interés de empresas e instituciones financieras en el asunto. Aunque hay aquellas que están apenas empezando, ya existen varias con exigencias y expectativas cada vez más específicas sobre el asunto.
Este movimiento es fundamental. En esta consolidación de las finanzas sostenibles, la ciencia debe ser un factor de decisión para continuar con los abordajes que funcionan e identificar aquellos que deben ser dejados de lado. Es decir, los factores de decisión por una u otra metodología deben ser objetivos – medidos y evaluados a través de su implementación práctica.
De hecho, en paralelo a su crecimiento, las finanzas sostenibles han sufrido críticas. Damodaran, una experto en finanzas, ha dicho que hay pocas evidencias de la relación entre los factores ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) y el desempeño de las empresas – o incluso de retornos financieros arriba del promedio de mercado.
Tendencias
Aunque la crítica pueda ser discutida con el punto de que existe un mal entendimiento del concepto – una visión de corto plazo sobre algo que busca retornos e impactos de largo plazo, por ejemplo –, ella es bastante relevante y debe ser considerada en serio. No solo por la importancia de su interlocutor, también por su substancia.
Son tres puntos extremadamente relevantes. En primer lugar, aún hay poca información sobre la relación entre los temas ASG y el impacto financiero para una empresa. Existen evidencias interesantes de que la correlación es positiva, pero análisis más profundizados sobre el por qué son escasos.
Sin eso, estaríamos dando tiros en la oscuridad. En esta línea, el segundo punto, es que muchos de los abordajes de incorporación de los temas ASG en los diferentes tipos de firmas son recientes y sin tanta claridad sobre sus mecanismos de funcionamiento y teoría de impacto, por ende, son poco testeados científicamente.
Finalmente, tenemos a los profesionales del área – que, de acuerdo con Damodaran, fueron más beneficiados por el boom de las finanzas sostenibles que sus clientes. Su rol es fundamental para subsanar los dos puntos anteriores y para que no nos quedemos con consultores(as) que venden discursos prontos, superficiales y milagrosos.
Esta falta de cientificidad contribuye para que las finanzas sostenibles avancen menos de lo posible. Aunque el sistema financiero ya discute las finanzas sostenibles, sin hablar de más de una burbuja en este sector, hay otros eslabones de la economía que aún no están convencidos de su importancia.
Por ejemplo, existe el entendimiento que la pandemia del COVID es parte de una crisis social y ambiental más amplia. Aún así, en términos de políticas públicas, la llamada “recuperación verde” de la economía fue poco considerada en la práctica.
De los recursos destinados a la reactivación económica y el desarrollo post-pandémico, apenas un 17% consideraron la incorporación de temas ambientales y sociales. Lo que significa que fueron pocos los proyectos enfocados en buscar reducir la polución o reducir la brecha de género y los impactos desiguales de la pandemia en grupos más vulnerables, por ejemplo.
En resumen, las finanzas sostenibles ganaron difusión, pero falta dar el próximo paso: ganar masa crítica. Para eso, se demanda información sobre su real beneficio financiero para empresas, instituciones financieras e inversionistas – además de los beneficios para la sociedad y el medio ambiente; entender los mecanismos de funcionamiento de estos beneficios e impactos; y verificar cuáles son las mejores metodologías para alcanzarlos.
Asimismo, aunque obtengamos el retorno financiero – o el “alfa” – como principal objetivo, no podemos olvidarnos de la importancia de la ética. O sea, debemos buscar ser más sostenibles porque es lo correcto, independiente de su valor económico. Pero juntar estos dos factores no estaría nada mal…
*Fred Seifert es Jefe de Operaciones para Latinoamérica y el Caribe de SITAWI Finanzas para el Bien.