Economía
Proyectos de vivienda serían inviables si el mínimo sube demasiado y se aprueba reforma laboral, advierte Camacol
Para Guillermo Herrera, presidente del gremio, este incremento en los costos haría inviables varios proyectos. Al iniciar la discusión del salario mínimo, el gremio de la construcción considera que el incremento debe ser acorde con las posibilidades de la economía y con una productividad que, a su juicio, no crecerá en 2023.
Este martes 28 de noviembre se inicia la negociación del incremento del salario mínimo para 2024, con la instalación de la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, una instancia tripartita conformada por representantes del Gobierno nacional, centrales de trabajadores y gremios empresariales.
Esta discusión es una de las más importantes en el país en materia laboral.
Primero, por el número de personas que se verán impactadas por la decisión. De acuerdo con el Ministerio de Trabajo, para el periodo enero-septiembre de 2023 se cuenta con 2′246.000 personas que devengan un salario mínimo mensual legal vigente. Es decir, corresponden al 9,9 % de los ocupados en el país, que es de 22,7 millones de personas.
Segundo, porque llega en un momento complejo para la economía. Por una parte, la inflación, si bien continúa su senda descendente y podría terminar el año en un dígito, se mantiene como una de las más altas de la región y con presiones sobre los precios, producto de los aumentos en el valor de la gasolina, la incertidumbre de los efectos que traiga el fenómeno de El Niño y los anunciados incrementos en los valores de los peajes (que no se hicieron a principios de 2023 y el correspondiente a 2024) y en el precio del diésel.
Lo más leído
Y un incremento desmedido en el salario mínimo podría mantener la inflación fuera del rango de meta del Banco de la República, entre 2 % y 4 %, por un período aún mayor.
Por otra parte, hace unos días, el Dane publicó los resultados del tercer trimestre de la economía, que arrojó una contracción del 0,3 por ciento, que no estaba en las cuentas de ningún analista.
De esta caída se destacaron tres sectores que no repuntan y que son los motores de la economía, pero que hoy se encuentran apagados: industria, que tuvo un registro negativo de 6,2 %; comercio, uno -3,5 %, y construcción, con un -8 %.
“La construcción fue el sector que presentó la caída más importante, con un decrecimiento del 8 % frente al tercer trimestre del 2022, que se explica por las contracciones del 5 % en edificaciones y del 15 % en obras civiles”, señala Guillermo Herrera, presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol).
El caso puntual de la contracción del 5 % en el PIB de edificaciones se explica por el componente de la producción residencial, que disminuyó 7,7 % en el periodo analizado.
Precisamente, el sector de vivienda y edificaciones ha sido uno de los más afectados en materia de crecimiento. Los resultados del PIB del tercer trimestre del año son consecuentes con la dinámica de los principales indicadores del sector.
De acuerdo con la información de Coordenada Urbana, en lo corrido de 2023 se dejaron de vender 97.000 viviendas nuevas en Colombia, de las cuales 77.000 fueron viviendas de interés social (VIS). Entre enero y octubre del 2023, las ventas de vivienda cayeron un 45,7 %, afectando los inicios de obra, que se contrajeron a una tasa del 27 %, incidiendo en el resultado más reciente del PIB de edificaciones.
Además, en lo corrido de 2023, los desistimientos han crecido un 83 %: 26.000 de los 33.000 hogares que han renunciado a la compra de la vivienda lo hicieron en el segmento de VIS; es decir, el sueño de tener vivienda propia se esfumó.
La construcción de vivienda y edificaciones no solo es clave por lo que significa como motor de la economía y como estrategia contracíclica para recuperar el Producto Interno Bruto (PIB), también por lo que representa en materia de generación de empleo.
Ad portas de iniciarse la negociación del salario mínimo, SEMANA conversó con Guillermo Herrera, presidente de Camacol, sobre las expectativas que tiene este gremio de cara a la definición del incremento y de los impactos que puede tener.
SEMANA: Para el caso específico de la construcción, ¿qué factores se deben tener en cuenta a la hora de comenzar la discusión del salario mínimo, teniendo en cuenta que el sector ha sido uno de los más afectados en materia de crecimiento?
GUILLERMO HERRERA (G.H.): Los factores que se deben tener en cuenta coinciden con los que normalmente se evalúan en todos los sectores: los precios generales de la economía, los costos de los productores y la dinámica de la productividad.
Respecto a los costos, es importante señalar que siguen las presiones tanto en edificaciones residenciales como no residenciales, de manera que esperamos que el incremento en el salario mínimo no constituya un factor adicional que pueda seguir generando desalineaciones.
Es importante señalar que actualmente el Índice de Costos de la Construcción de Edificaciones crece al 8,5 % (septiembre de 2023), mientras que su tendencia promedio 2018-2019 fue cercana al 3 %.
SEMANA: Precisamente, ¿cómo abordar la discusión del aumento del salario mínimo para el año entrante si el crecimiento de este año será cercano al 1 por ciento y 2024 pinta igual, pero la inflación no baja tan rápido como se espera?
G.H.: Tanto la inflación como el crecimiento son factores fundamentales para tener en cuenta. Es crucial que el salario mínimo tenga un incremento real, pero acorde con las posibilidades de la economía. El dato de crecimiento del tercer trimestre (-0,3 %) plantea un nuevo escenario para la discusión.
En el caso de la construcción, con corte al tercer trimestre de 2023, la productividad fue negativa y en el acumulado anual se está aproximando a cero. Esto, claramente, es un indicador de que, efectivamente, el salario mínimo debe crecer, pero debería ser cercano a la inflación.
SEMANA: ¿Cuál es su estimativo de aumento de salario mínimo para el año entrante?
G.H.: Teniendo en cuenta que la inflación al cierre del año será cercana al 9,6 %, no consideramos que el salario mínimo deba tener un crecimiento atípicamente superior a la inflación. Al respecto, sería útil tener en cuenta qué años de desaceleración económica han tenido salarios mínimos que han crecido, incluso, menos de un punto por encima del IPC. Reiteramos que el incremento debe ser acorde con las posibilidades de la economía y con una productividad que no crecerá en 2023.
SEMANA: ¿Qué tanto pesa el tema salarial en los costos del sector de construcción de vivienda?
G.H.: Si se toma como base el Índice de Costos de la Construcción de Edificaciones (ICOCED) del Dane y las revisiones de presupuestos de obra realizadas por Camacol, se tiene que la mano de obra y los aspectos salariales pueden tener un peso del 30 % dentro de los costos directos.
SEMANA: ¿El aumento del 16 por ciento de este año cómo los impactó?
G.H.: Para 2023, los costos de la construcción han conservado una tendencia a la desaceleración, si bien los niveles se mantienen casi tres veces por encima del promedio histórico. El costo de la mano de obra se encuentra por encima del índice general de costos (8,3 % en el segmento residencial), lo cual presiona el costo general de la producción de vivienda.
SEMANA: ¿Qué se podría esperar en materia de costos laborales con el aumento del salario mínimo y si pasa la reforma laboral?
G.H.: El incremento del salario mínimo, sin duda, se trasladará a los costos laborales de los proyectos. En este punto es importante que el incremento que se dé esté soportado por criterios técnicos que permitan un equilibrio entre las necesidades de los hogares y las presiones que se pueden generar sobre los agregados económicos, particularmente la inflación y los costos de producción.
Frente a la reforma laboral, tal como está planteada, implicaría un incremento sustancial en los costos laborales. Desde Camacol se proyecta un incremento del 37 % en los costos salariales. El sector edificador sería especialmente golpeado por la naturaleza de su actividad, en donde la vinculación laboral se caracteriza por ser temporal, a medida que se desarrollan los proyectos.
Considerando el incremento en los costos laborales al interior del sector y el impacto que podría tener la reforma en el resto de la economía, se estima que los costos directos en el sector podrían incrementarse en un 15 %.
Lo anterior puede hacer inviables financieramente un número importante de proyectos, especialmente de vivienda social, en donde hay precios tope; por otro lado, puede llegar a encarecer la vivienda diferente a la social, No VIS.
SEMANA: En el sector de la construcción, ¿qué incrementos asociados a la inflación se indexan?
G.H.: De momento, la actividad edificadora no maneja indexaciones asociadas a la inflación en sus procesos comerciales, si bien la mano de obra tiene un peso del 30 % dentro de los costos directos de la construcción de edificaciones. En ese sentido, aumentos en el salario mínimo tienen un efecto directo en el incremento de los costos y los precios de la vivienda.