Laboral
Salario mínimo, la cuota inicial para la reforma laboral del gobierno de Petro
En pocas semanas se iniciará la negociación del salario mínimo sobre la base de una inflación que todavía no cede. Será el primer capítulo de la discusión de la reforma laboral que se avecina el año entrante.
No han terminado aún las discusiones que faltan en el Congreso de la República para que la reforma tributaria y el presupuesto sean ley, y ya se están calentando motores para uno de los debates de fin de año: el aumento del salario mínimo para 2023.
Sin embargo, el escenario de este año es distinto al del pasado reciente. Por una parte, es la primera vez que la izquierda llega a la jefatura de Estado y tendrá la posibilidad, si no hay acuerdo, de fijar por decreto el salario. Y por otra, está el hecho de que hay un entorno económico adverso para 2023 y con una inflación de 11,44 por ciento, la más alta desde finales del siglo pasado.
Este indicador será clave para la discusión de este incremento. No en vano, el aumento del salario mínimo no puede ser menor a la inflación del año anterior, a lo que se suma la productividad, en un 2022 caracterizado por el buen comportamiento de la economía.
Pero 2023 no será así y el país registraría un crecimiento de un poco más de 0 por ciento, según el Banco de la República.
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La situación es tal, por lo incierto del panorama, que aún no se conocen propuestas de aumento, ni de los gremios ni de los trabajadores, y la prudencia se ha convertido en la constante. Solo el empresario Mario Hernández dijo que el incremento en el salario mínimo debería estar entre 15 y 20 por ciento, pero recordó que “el aumento debe compensarse con eficiencia y tecnología, y con ser más competitivos”.
Sin generar expectativas
Por parte de los sindicatos, las tres centrales sindicales dijeron “estar trabajando en la petición del salario mínimo y hasta que no tengamos un diagnóstico claro de cuál será nuestra postura unificada hacia el Gobierno y los empresarios. No vamos a generar ninguna expectativa. Pero obviamente nos preocupa el tema de la inflación y también tenemos que tener los pies sobre la tierra y ser coherentes con las cifras”, dijo John Jairo Caicedo, presidente de la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC).
Desde el Gobierno también se han escuchado voces de cautela. El director de Planeación Nacional, Jorge Iván González, manifestó que las propuestas “no se pueden desbordar”, y dijo que en temas salariales debe haber un equilibrio.
Para María Claudia Lacouture, presidenta de Aliadas y presidenta ejecutiva de AmCham, “no es un asunto fácil, porque es muy difusa la línea entre lo justo y lo debido, entre lo que necesitan y merecen los trabajadores y lo que pueden sus empleadores; entre lo que desea el Gobierno y lo que puede hacer un Estado para mantener bajo equilibrio las finanzas públicas y el poder adquisitivo de sus ciudadanos sin desencadenar una inflación escalonada que pueda salirse de control”.
La ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, dijo que entre todos tenemos que llegar a un acuerdo de salario mínimo que le sirva al país y ayude a mejorar las condiciones de vida digna. Y propuso una medida complementaria al salario mínimo: congelar los precios de los productos de la canasta familiar.Un insumo clave será un documento realizado en el interior del Banco de la República sobre los efectos macroeconómicos del aumento del salario mínimo en el país.
Las alertas de llevar este incremento por encima de la inflación están sobre la mesa, de acuerdo con el estudio.
Un aumento del salario mínimo en 1 por ciento, en términos reales, produce una pérdida de empleos del 1 por ciento. Estos son 46.000 empleos al año. “Y esto es un límite inferior porque los modelos de equilibrio general predicen que la pérdida por el aumento del salario mínimo puede llegar a los 70.000 o 72.000 empleos que se pierden por año”, dijo Luis Eduardo Arango, quien lideró la investigación, en un programa del Banco de la República.
Piso en el que arranca la discusión
¿Cuál será el piso en el que arrancará la discusión? La inflación, lejos de ceder, se ha venido consolidando y ahora tiene nuevas presiones como el incremento de los precios de la gasolina, el invierno y su impacto en alimentos y hasta la volatilidad del dólar.
Si termina en 12 por ciento, como calcula Davivienda, y se suma 1,5 por ciento de productividad, el piso podría estar cerca de 13,5 por ciento. No obstante, a diferencia de este año, cuando hubo un aumento de un poco más de 10 por ciento, pero la inflación se desbordó, para el año entrante el índice de precios al consumidor se reducirá por efectos de la desaceleración interna y la recesión global.
Antesala de la reforma laboral
Esta discusión será la antesala a la propuesta de reforma laboral que presentará el Gobierno el año entrante. Y entre los empresarios hay preocupación.
Jaime Alberto Cabal, presidente de Fenalco, advirtió en el congreso del gremio que sumando las propuestas, cambios laborales, inflación y salario mínimo, el país podría ver un aumento de los costos laborales del orden del 32 por ciento.
El debate se está calentando y el pulso apenas empieza.