Economía
¿Es posible alcanzar la descarbonización en Colombia?
Experto de la consultora Boston Consulting Group describe los retos y pasos a seguir para que el país pueda cumplir las ambiciosas metas de reducción de gases contaminantes.
La pandemia no frenó los procesos de descarbonización del país. Incluso, en algunos casos logró acelerarlos.
Hay una mayor conciencia ambiental en la sociedad y muchas empresas aceleraron sus procesos de conversión energética para reducir gastos en medio de los ajustes típicos de las crisis.
En diálogo con DINERO, el especialista Álvaro Martínez de Bourio, Managing Director & Partner de Boston Consulting Group (BCG), explicó los pasos y el camino que deben seguir Colombia, sus empresas y ciudadanos para lograr un ambiente más sano y sostenible.
¿Cómo va Colombia en su proceso de descarbonización de la economía?
A pesar de ser un pequeño emisor en términos relativos comparado con el resto del mundo (menos del 1 % de las emisiones mundiales), Colombia ha anunciado un compromiso de neutralidad de carbono a 2050 y de reducción del 51 % de las emisiones de gases de efecto invernadero a 2030, meta que se encuentra entre las más ambiciosas de la región.
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En ese contexto, las actividades de Afolu (agricultura, silvicultura y otros usos de la tierra) corresponden al 55 % de las emisiones, por lo cual avanzar significativamente en evitar la deforestación e incrementar la productividad agrícola y ganadera resulta clave para cumplir con dicha meta.
Este es uno de los principales retos a resolver, que además es singular para Colombia, pues en general en el resto del mundo la principal fuente de emisión es el sector industrial y eléctrico (que en Colombia supone menos del 30 %).
¿Qué tenemos que hacer para cumplir con los objetivos de descarbonización marcados? Pues, en esencia, superar los retos agrícolas y forestales, mejorar nuestra eficiencia energética (impulsando el consumo racional de electricidad frente a otras alternativas menos eficientes), continuar transformando nuestra matriz energética (con renovables y nuevas fuentes de energía como el hidrógeno) o impulsar la movilidad con menores emisiones (electricidad, gas, etc.).
Todo esto sin olvidar la importancia que van a seguir teniendo los hidrocarburos fósiles y los minerales en los próximos 20 años, y el papel relevante que Colombia debe cumplir en esos mercados.
En términos de matriz energética, si bien Colombia posee una de las matrices más limpias del mundo, el país continúa con su esfuerzo de impulsar las renovables no convencionales.
El mecanismo de subastas de energía renovables ha sido exitoso en aprovechar el potencial disponible en Colombia y promover la instalación de capacidad renovable (solar y eólica) no convencional.
Además, se lograron precios muy competitivos, en torno a 30 USD/MWh en promedio, para un total de 1.373 MW de capacidad instalada adjudicada.
Según nuestros cálculos, más de tres cuartas partes de la capacidad de generación instalada en el país en la próxima década serán de fuente renovable no convencional.
En los últimos años, Colombia ha tenido avances significativos en términos de movilidad sostenible, aunque todavía por debajo de los logros alcanzados por países más maduros en términos de descarbonización.
Si bien menos del 1 % de los vehículos en Colombia son eléctricos, para 2040 ese número podría crecer hasta 20 % - 40 % en un escenario optimista que dependerá de los incentivos y avances regulatorios.
La meta del Gobierno es actualmente de 600 mil vehículos eléctricos a 2030. De todos modos, es importante destacar que el Ministerio de Minas y Energía ya ha adoptado medidas concretas para transitar ese camino, incluyendo exenciones impositivas y otros incentivos.
Para la movilidad pesada (carrotanques), el gas o el hidrógeno podrían ser también alternativas interesantes.
La tendencia global hacia la movilidad eléctrica es muy fuerte, con muchos países que han anunciado abandonar la producción y venta de automóviles de combustión interna para 2030 o 2040.
Por ejemplo, en la UE y en China cerca del 40 % de las ventas nuevas corresponden a vehículos eléctricos. El impulso en Colombia en este sentido todavía tiene mucho camino que recorrer.
En todo caso, Colombia debe combinar estos esfuerzos con tratar de mantener una posición relevante en el mercado de los hidrocarburos fósiles y minerales, que seguirán siendo relevantes en las próximas dos décadas.
Para ello, será importante apostar por la descarbonización de las operaciones petroleras y mineras, mediante mejoras de eficiencia energética y la adopción de nuevas tecnologías, como la captura y almacenamiento de carbono.
Aunque el país tiene avances en generación de energía con fuentes renovables, tiene desafíos como el parque automotor viejo en una economía basada en la extracción de petróleo y minerales (generalmente en minas poco productivas y contaminantes).
¿Cuál es su visión y recomendación para avanzar?
Es importante considerar que la generación renovable no convencional no es la única solución para la descarbonización de la economía, sino que es necesario avanzar en distintos frentes.
Por ejemplo, el gas natural desempeñará un rol importante como combustible de bajas emisiones, para complementar a las renovables no convencionales, y así darle respaldo y versatilidad a la generación eléctrica.
Será necesario también un impulso a la electrificación de la economía, especialmente en la industria, y un incremento significativo en la eficiencia energética.
En los próximos años se espera que el hidrógeno verde también cumpla un rol, tanto en transporte como en industria, pero para eso es necesario un incremento significativo de la competitividad en costos de este energético.
La hoja de ruta planteada por MinMinas es un primer paso para mejorar la competitividad.
Como decía antes, Colombia debe combinar sus esfuerzos de promover nuevas energías, con el refuerzo de su posición de productor de petróleo y minerales.
El petróleo va a seguir siendo importante para satisfacer la demanda energética mundial.
El carbón seguirá teniendo nichos relevantes de consumo. Y la transición energética abre oportunidades a hidrocarburos como el gas, y a minerales como el litio, el níquel, etc., en los que Colombia puede tener un papel relevante a futuro.
En este contexto, reitero que nuevas tecnologías como la captura y almacenamiento del carbono deberán cumplir un rol clave. Para viabilizar estos proyectos será importante contar con apoyo regulatorio y señales adecuadas de precios del carbono.
¿Qué tanto se afectaron durante la pandemia los planes de los países de la región para descarbonizar?
En términos generales, el impacto de la pandemia para la descarbonización en la región ha sido positivo, aunque no siempre por las mejores razones.
Por un lado, el impacto de la pandemia en la economía ha ayudado a disminuir las emisiones, aunque por razones no deseadas derivadas del confinamiento y su impacto en la reducción de la movilidad de personas (tanto urbana como intraurbana) y mercancías.
La pandemia también ha generado cambios en los hábitos de las personas y de las empresas que, si se mantienen en el tiempo, pueden contribuir a reducir emisiones de modo sostenible.
Entre otros, el trabajo remoto, un modelo urbano con mayor peso de la movilidad peatonal y por bicicletas, así como la aceleración de algunas medidas como el desmantelamiento de plantas de generación de electricidad de altas emisiones.
Desde el punto de vista empresarial, muchas compañías, entre ellas BCG, han anunciado compromisos para lograr cero emisiones en los próximos años, racionalizando viajes o instaurando nuevos modelos de trabajo.
Por otro lado, el apoyo público a la acción climática nunca ha sido tan alto y los compromisos de las empresas hacia la descarbonización se han acelerado.
Por ejemplo, la UE y algunos países de Asia (como Japón, China y Corea) han incluido, en sus planes de recuperación pospandemia, grandes paquetes de impulso a la transición energética.
Además, los inversionistas también han dado un impulso a la descarbonización al instar a las corporaciones a mantenerse enfocadas en los esfuerzos climáticos y de sostenibilidad.
En contrapartida, es cierto que algunos países se han visto tan fuertemente afectados por la pandemia desde un punto de vista fiscal que su habilidad de promover una transición energética acelerada puede verse afectada frente a otras prioridades, como por ejemplo el acceso a energía a bajo costo.
El e-commerce y otras tendencias como las reuniones virtuales y los cambios de consumo, ¿qué tanto están afectando o beneficiando los caminos de descarbonización?
El trabajo remoto sin dudas tiene un impacto positivo que será duradero, no solo por la reducción del commute (viajes diarios) urbano, sino también por la menor cantidad de viajes interurbanos e internacionales.
Muchas compañías ya están impulsando modelos de trabajo híbrido cuyo impacto ambiental es claramente positivo.
La clave en este punto será encontrar modelos que permitan recoger los beneficios del trabajo remoto y que a la vez mantengan las ventajas que aporta la interacción presencial, en términos de construcción de equipo, de necesidades de socialización, etc. En Colombia son muchas las compañías que están impulsando estos modelos híbridos.
Las personas se trasladan menos para comprar y potencialmente consolidan más sus compras, mientras que para muchas empresas la logística punta a punta se vuelve más eficiente y se consolidan negocios que no requieren el movimiento de personas.
Empresas como Ecopetrol han anunciado planes para realizar una transición hacia energías renovables, teniendo en cuenta la dependencia del petróleo en economías como la colombiana. ¿Qué tan factible es eso de acá a 2030?
El plan que anunció Ecopetrol para lograr cero emisiones netas en 2050 y reducirlas en 25 % a 2030 está sustentado en una hoja de ruta robusta que se apalanca de diversas tecnologías y es realista en términos de la consideración de los económicos asociados a cada una de las soluciones.
El plan permite descarbonizar los negocios tradicionales, que seguirán siendo muy importantes hacia el futuro.
El uso de renovables para sus propias necesidades energéticas es una de las palancas clave, donde Ecopetrol ya ha realizado y sigue realizando inversiones significativas.
Además de todo ello, el plan de Ecopetrol busca dar resiliencia y diversificar el portafolio hacia opciones de bajas emisiones.
Nuevas tecnologías como la captura de carbono serán palancas que permitirán a las petroleras, mineras o grandes compañías industriales descarbonizar sus negocios tradicionales, mitigando el impacto en el medioambiente. Igualmente relevantes serán las Soluciones Naturales del Clima (SNC).
¿Cómo debe ser esa transición en empresas clave como Ecopetrol?
Es evidente que para determinadas industrias –no solo la petrolera– la inacción en términos climáticos no es una opción, y tomar acciones rápidas y decisivas es imperativo. Esto contribuirá a la descarbonización del país, pero también a sus propias estrategias corporativas y a la percepción de las compañías ante los inversionistas. Ecopetrol ha dado un paso muy relevante en ese sentido.
Las empresas clave como Ecopetrol deben realizar hojas de ruta con acciones concretas sustentadas en curvas de abatimiento que les permitan ir incorporando tecnologías para la descarbonización de forma rentable.
El rol de la regulación y el apoyo gubernamental cumplirán también un papel relevante para que las empresas puedan lograr sus planes de descarbonización; señales de precio de carbono, apoyo a la inversión y planes conjuntos y coordinados serán elementos fundamentales para dar impulso a tecnologías como el hidrógeno verde o la captura de carbono.
¿A partir de cuándo países como Colombia deben explorar o apoyar proyectos de generación de energía a partir del hidrógeno?
Hoy en día, el principal uso del hidrógeno a nivel global es como insumo para procesos industriales, principalmente de fertilizantes (44 %), refinerías (28 %) y metanol (11 %).
Actualmente el costo de producción de hidrógeno verde (hidrógeno libre de emisiones, producido a partir de energía renovable) es elevado y no resulta competitivo frente a la producción de hidrógeno gris (producido a partir de hidrocarburos).
En ese sentido, la participación del Gobierno y el anuncio de una estrategia y una hoja de ruta para este combustible representan señales muy positivas.
En la medida que la producción de hidrógeno verde se vaya viabilizando desde el punto de vista económico, las oportunidades para este combustible son enormes, y Colombia no es la excepción.
Los usos que podrían derivarse son múltiples e incluyen aplicación como materia prima en la industria siderúrgica, uso térmico, transporte pesado de larga distancia y almacenamiento de energía, entre otros.
MinMinas es muy ambicioso en ese sentido, planteando la posibilidad de convertir a Colombia en un polo exportador de hidrógeno, para lo cual se requerirá un despliegue de renovables a gran escala o un esquema híbrido que aproveche la capacidad hidroeléctrica instalada.
¿Cómo puedo ayudar a descarbonizar desde mi casa? ¿Desde mi trabajo?
Lo primero que todos podemos hacer es reducir el impacto del transporte de la casa al trabajo.
Trabajar de modo remoto es sin duda la opción óptima, pero también ayudan las opciones libres de emisiones, como caminar o usar bicicleta.
En caso de eso no sea posible, compartir vehículos o el transporte público tienen beneficios en términos de emisiones frente a manejar un vehículo individual.
Otras acciones que podemos hacer en nuestro día a día son: reducir viajes aéreos, especialmente internacionales; manejar vehículos eléctricos, híbridos o al menos con motores más pequeños y eficientes; utilizar electrodomésticos energéticamente eficientes; racionalizar el uso de aire acondicionado y calefacción; utilizar bombillas eléctricas más eficientes; reutilizar y reciclar materiales, especialmente plásticos; reducir el consumo de agua (por la energía que toma su tratamiento y entrega), etc.
¿Es cierto que el carbón colombiano puede encontrar nuevos destinos en Asia capaces de sustituir los que se pierden en América y Europa?
La industria de carbón colombiana puede, definitivamente, aprovechar espacios interesantes de demanda en Asia.
Si bien el uso del carbón a nivel mundial se reducirá, en Asia seguirá teniendo peso importante, sobre todo a corto y mediano plazo, y vendrá acompañado de mejoras tecnológicas que ayudan a mitigar el impacto ambiental.
Colombia tiene la ventaja de tener vastas reservas de carbón y de producir un mineral de alta calidad (que genera menores emisiones), lo que la posiciona de modo favorable frente a otros países productores (como Australia o Indonesia).
En contrapartida, su ubicación geográfica más alejada a esos mercados objetivo, obliga a los productores colombianos a ser cada vez más competitivos, lo cual también está asociado a políticas de promoción oficiales.