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Inversiones: hay factores ambientales, sociales y de gobernanza para todos los gustos

Es posible identificar temas ambientales, sociales y de gobierno corporativo que afecten positivamente o negativamente a una empresa.

Fred Seifert, director para Latinoamérica y el Caribe de NINT
26 de octubre de 2022
Responsabilidad medioambiental de empresas
Responsabilidad medioambiental de empresas. | Foto: Getty Images

Algunas concepciones sobre la integración de factores ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) en inversiones involucran los mitos de que, necesariamente, la incorporación de estos factores conllevará a la exclusión de muchos activos y/o a una reducción de la rentabilidad de la cartera, lo que es equivocado: hay varios abordajes posibles para ser responsable.

Aunque se puede considerar que ya hace dos años se rompió la burbuja del ASG, se siguen cometiendo algunos errores sobre inversión responsable. Tal vez los principales de ellos sean las concepciones de que incorporar temas ASG en las inversiones signifique obligatoriamente crear una lista muy restringida de activos para invertir o reducir los retornos para generar impacto.

Sobre el primer punto, de hecho, uno de los abordajes ASG más utilizados en las inversiones es el de la exclusión. No solamente sigue siendo bastante aplicado, como también es históricamente uno de los primeros enfoques de inversión responsable: desde hace décadas se escucha de inversionistas institucionales o personas naturales que no invierten en empresas involucradas en controversias (guerras, racismo, etc.) y/o en sectores que generan impactos ambientales o sociales negativos.

Su facilidad de comprensión y uso explican su éxito. Además, es un modo claro de expresar los valores de los inversionistas. Por otro lado, tiene un alcance limitado: no influencia cambios en el comportamiento de empresas y no apoya en la búsqueda por retornos superiores al promedio del mercado, ya que, al excluir una empresa/activo, no se discute cómo su desempeño puede mejorar, y se restringen las opciones de inversión, respectivamente.

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Por este motivo, las listas de exclusión de los inversionistas hoy día suelen ser enfocadas en actividades ilegales, objeto de protocolos internacionales, altamente controversiales o de riesgo elevado. Para los demás sectores, el objetivo de los inversionistas responsables es mejorar las prácticas de las empresas y de sus activos subyacentes. Por eso, la integración ASG ya es el enfoque más común.

En este abordaje, los factores ASG son integrados a las variables “tradicionales” consideradas en el proceso de inversión ―básicamente, los temas financieros―. De este modo, se pueden identificar temas ambientales, sociales y/o de gobierno corporativo que pueden afectar positivamente o negativamente a una empresa, sus actividades y activos, y cómo se retroalimentan con el desempeño financiero de la misma.

De este modo, la integración ASG ofrece a los inversionistas la posibilidad de hacer una mejor gestión de riesgos y encontrar oportunidades de inversión con retornos superiores ajustados al riesgo. Al asociar este enfoque con una gestión activa de su portafolio, por ejemplo, el inversionista puede incluso influenciar el comportamiento de empresas y generar impactos ASG significativos.

Hay aún otros abordajes, tales como: best in class, que no restringe a priori sectores, pero busca las empresas con mejor desempeño ASG en las diferentes actividades económicas, e inversiones temáticas, enfocadas en buscar soluciones para problemas ASG específicos (p. ej. energías renovables, transporte limpio, entre otros). Todos estos abordajes están creciendo en uso, el único que no viene avanzando es la no integración de los temas ASG.

Además, hay la posibilidad de combinar estos abordajes. Buscando descarbonizar la cartera, por ejemplo, es posible tener una estrategia top-down considerando temas específicos, como el precio del carbono y, en este contexto, aumentar la exposición de la cartera a sectores menos carbono-intensivos o con balance positivo de emisiones (inversiones temáticas).

Pensando por otro lado, bottom-up, se pueden identificar temas críticos dentro de un escenario de transición para una economía baja en carbono y aumentar la exposición a empresas con mejores condiciones de generar valor con ellos (integración ASG).

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Otra posibilidad es algo como una estrategia long-short ASG, identificando a empresas con fundamentos similares pero distintas en términos de emisiones de GEI: mantener aquellas con menores emisiones y vender los activos de las empresas más carbono-intensivas (best in class en emisiones). Diferentes combinaciones de abordajes son posibles para la creación de estrategias en línea con los objetivos del inversionista.

Sobre la segunda concepción incorrecta que discute este artículo, la de la menor rentabilidad de las carteras que integran temas ASG, hay un creciente número de estudios empíricos que evalúan esta relación. DWS (2018), por ejemplo, menciona que, desde los años 1970, más de 2.250 estudios académicos han sido publicados sobre el tema. Entre un 47,9 % y un 62,6 % de estos estudios han identificado una correlación positiva entre desempeño ASG y financiero, y menos de un 10 % ha apuntado una correlación negativa, con el resto indicando neutralidad.

Varios otros estudios, en años aún más recientes, indican resultados similares. Es importante mencionar que la correlación varía según las clases de activos, y muchos de estos análisis están enfocados en renta variable. Asimismo, la visión general sigue siendo que hay un efecto positivo en el desempeño financiero de las empresas que incorporan de modo efectivo los temas ASG.

Otro aspecto de esta concepción incorrecta a ser abordado es que la rentabilidad, en muchos casos, suele ser voluntariamente sacrificada en pro de la generación de impacto. En verdad, la mayoría de los abordajes ASG buscan solamente evitar incurrir en daños ambientales y sociales, que generan pérdidas al portafolio, y eventualmente identificar oportunidades de mercado que generen mejores rentabilidades, estas, naturalmente con impacto positivo para diferentes partes interesadas, incluso sin la intencionalidad por parte del inversionista.

De hecho, “intencionalidad” es la palabra clave. Todos los abordajes de inversión responsable ofrecen rendimientos financieros competitivos, ya que el objetivo principal es una apropiada gestión de los riesgos a los cuáles está expuesto un activo ―no solo los financieros, como las inversiones “tradicionales”―. El abordaje de integración ASG que no necesariamente sigue esta línea es la inversión de impacto, que sí tiene la intención fundamental de generar impacto, aunque esto signifique reducir en alguna medida la rentabilidad de las inversiones.

Al fin, lo más importante de estos mitos es que han impulsado más estudios sobre la importancia de los temas ASG para las inversiones y diferentes maneras de integrarlos a las estrategias de asignación de fondos. De resto, solo nos toca abandonarlos.