Inversión
Nariño: el departamento olvidado por el estado que necesita inversión para seguir exportando
Pequeños productores agrícolas han avanzado, pero requieren con urgencia apoyo económico para poder continuar con las exportaciones.
Hablar del conflicto en el país hace parte de la historia que cuentan los campesinos y el territorio de una Colombia, poco conocida para millones de personas en el mismo, sin embargo, un nuevo aire es el que se respira en aquellos lugares, en donde, por años, solo se gestaba la guerra que día a día cobraba centenares de víctimas.
Nariño es uno de los departamentos olvidados por el estado, en donde la única ley que ha existido desde hace varios años son las Farc, pese a que algunos de sus miembros se unieron a la vida civil y decidieron dejar las armas, aún existen grupos armados denominados ‘disidencias de las Farc’.
Es en el corazón de las montañas, allí nacen las tres cordilleras, lugar en el cual estar conectado a internet se hace difícil, en donde las tierras en las que alguna vez se sembró coca, hoy se siembra lima ácida tahití orgánica, coco y cacao. Cultivos que le dieron un giro a la vida de decenas de familias azotadas por una guerra que no era suya, todo para trabajar en pro de una anhelada paz.
Aquí entró en la escena el proyecto “Colombia Puede: paz y unidad a través del desarrollo productivo y el comercio”, realizado gracias a la financiación de la Unión Europea, a través del Fondo Europeo para la Paz, y ejecutado por el Centro de Comercio Internacional (ITC, por sus siglas en inglés) y que finalizó este mes de septiembre.
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Esta ayuda fue vital para que decenas de pequeños productores que poseen una hectárea o menos, en el departamento de Nariño, pudieran poner a producir sus tierras y esta fuera la base de su sustento, lo que permitió impulsar sus productos agrícolas en el comercio internacional, ya que, gracias a la inversión que recibieron, pudieron adecuar todo su terreno para cumplir con las normas de sanidad y así, que sus cultivos estuvieran certificados para poder exportar.
Pero el proyecto Colombia Puede, acabó y en el rostro de decenas de pequeños productores, se evidencia angustia. Esto, debido a que la certificación en orgánica y Global Gap, dura solo un año, pero es costosa, y para seguir exportando es necesaria, por lo que los empresarios campesinos de Nariño requieren, bien sea, firmar contrato con alguna multinacional o una inyección financiera que les permita pagar la certificación para poder seguir exportando.
Esto mueve la economía del país y, además de contribuir a la construcción de paz, favorece el progreso de tantas familias campesinas en municipios como Leiva, el Rosario, Policarpa, y Tumaco, que se sustentan con base en la producción de dichos alimentos, ya que el 90 % de la extensión de Colombia, son zonas rurales, en las cuales habita el 30 % de la población.
Es de anotar que más de 2.000 pequeños productores han avanzado en el largo proceso de la exportación, es decir, ahora se encuentran varios escalones mucho más arriba de cuando empezaron, pues, en sus palabras, se volvieron más organizados con sus cultivos, aprendieron cómo cuidarlos, y evitar que la fruta se dañe.
Además, vender su producción en el mercado internacional les deja vivir de manera más equitativa, ya que en el mercado nacional, sus alimentos son totalmente devaluados, pues llegaron a vender un bulto de 70 kg de peso, en apenas $20.000. Un monto que nunca iba a alcanzar para cubrir ninguno de los costes de la producción.
Esto, porque los insumos tienen un valor, además del transporte desde la finca hasta la carretera, más el trabajo de meses enteros dedicados a cuidar y vigilar los cultivos, pero gracias al proyecto, su fruta se vende a un precio equilibrado que les permitió mejorar su calidad de vida.