tasa de cambio
Todo indica que el precio del dólar se va a mantener alto, ¿podrá Petro evitar alzas exageradas de la divisa?
Si bien la tasa de cambio depende de fuerzas externas, este será uno de los indicadores con los que se evaluará la gestión del nuevo gobierno. ¿Qué tanto margen de maniobra tendrá en materia cambiaria?
Desde que el país inició su proceso de internacionalización, la tasa de cambio peso-dólar se convirtió en un indicador cotidiano del que están pendientes todos los colombianos, así no tengan negocios en el exterior ni reciban remesas.
De la costumbre de guardar un billete verde en la billetera como agüero para que en ella nunca falte la plata, se pasó a un interés mucho más sofisticado en la divisa, en especial desde 2004, cuando su cotización empezó a bajar de los casi 3.000 pesos en los que se encontraba en ese momento, para llegar a 1.500 y mantenerse por debajo o alrededor de 2.000 pesos durante casi 10 años. En su momento, se atribuyó esa buena noticia a la gestión del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, quien promovió la confianza inversionista, y eso indudablemente incentivó el ingreso de dólares en el país.
No obstante, es claro que la caída de la tasa de cambio no obedeció a un tema interno (que pudo haber ayudado un poco, pero no fue el principal responsable), sino a una corriente externa y, en particular, al aumento de precio de las materias primas, específicamente del petróleo, que llegó a los 100 dólares por barril y llevó a muchos entusiastas a pensar en una ‘Colombia Saudita’.
El dólar barato generó una sensación de riqueza que permitió a numerosos colombianos viajar al exterior por primera vez y comprar en Amazon, pero también tuvo unos efectos perversos, que aún hoy le pasan una costosa cuenta de cobro al país. Al tener un dólar a tan solo 2.000 pesos se dispararon las importaciones y muchas industrias no pudieron seguir compitiendo con los productos que se traían del exterior. Eso sin contar el viacrucis de los exportadores. El mismo presidente Uribe intentó buscar maneras para que el dólar subiera, pues tenía claro que esa tasa de cambio era dañina, pero sus esfuerzos fueron infructuosos.
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El dólar solo volvió a los 3.000 pesos en 2015, cuando el precio del petróleo se cayó (y se comprobó que Colombia no era un país petrolero sino con petróleo), a lo que se sumaron las esquirlas de una crisis financiera global. En los ocho años de Juan Manuel Santos, la tasa de cambio comenzó abajo y aunque había interés gubernamental para que subiera, el alza solo se dio por las fuerzas externas y ahí el error fue asegurar que “Colombia estaba blindada”.
Multiplicando por tres
El impacto cambiario se sintió con fuerza y el dólar ‘echó raíces’ en los 3.000 pesos, aunque hubo algunos momentos por debajo de ese nivel, y los colombianos se acostumbraron a multiplicar por tres al momento de calcular el valor en pesos de un bien que estaba en dólares.
De nuevo, el conductor de la tasa de cambio fue el contexto internacional y con el que Iván Duque inició su cuatrienio. Entre 2018 y principios de 2020 fluctuó entre 3.000 y 3.500 pesos, pero con la llegada de la pandemia tuvo su primera disparada en los 4.000 pesos. Con la reactivación económica, volvió la calma en la divisa, pero a medida que se acercaban las elecciones presidenciales creció la incertidumbre y, con ella, la devaluación.
Tras la elección de Gustavo Petro como presidente de Colombia, hubo algo de volatilidad, pero la mecha que realmente encendió al dólar fue producto de dos factores externos: la posibilidad de una recesión en los países desarrollados y la subida de tasas de interés del banco central estadounidense, conocido como la FED. Cada vez que esta mueve sus tasas hacia arriba o hacia abajo produce un movimiento telúrico en casi todas las economías del mundo y, en particular, en las emergentes como la colombiana.
Como resultado, desde el pasado 22 de junio, la tasa de cambio se afincó en los 4.000 pesos y ha fluctuado hasta los 4.600. ¿Qué viene ahora? Todos los expertos señalan que la tendencia es la de un dólar fuerte contra la mayoría de las monedas del mundo y el peso colombiano no será la excepción.
“El dólar fuerte no necesariamente implica que va a subir más de precio, pero sí que no va a bajar”, dice Daniel Velandia, economista jefe de Credicorp Capital, y agrega que difícilmente por el contexto internacional la tasa de cambio regresaría a un nivel de entre 2.500 y 3.000 pesos.
Julio César Romero, economista jefe de Corficolombiana, advierte que el panorama que se viene en materia cambiaria no es fácil. “Es como ir en un barco desde donde se ven unas olas cada vez más altas y para poder navegar en medio de esa turbulencia se necesitan señales de confianza, que ya se dieron con el nombramiento de José Antonio Ocampo como ministro de Hacienda y con la claridad de que se va a mantener la independencia del Banco de la República, pero se necesita atraer la inversión privada en todos los sectores, para que así lleguen más divisas al país”, precisa.
¿Nada que hacer?
Guillermo Valencia, cofundador de la firma de investigaciones Macrowise y experto en divisas, opina que si bien el nombramiento de Ocampo fue una buena noticia, aún hay muchas dudas sobre las políticas que implementará el gobierno Petro y sobre qué tan radicales serán sus reformas tributaria o pensional. “El mercado hoy está en modo de ‘pago por ver’, es decir, saben que lo que domina son las fuerzas externas, pero le dan un compás de espera al tema interno”, explica, y añade que aunque los gobiernos no tienen mucho margen de maniobra frente a la fortaleza global del dólar, sí hay medidas que pueden tomar.
Descarta las intervenciones cambiarias (comprar o vender dólares para modificar su precio en el país), pues dice que eso da calma en el corto plazo y crea incentivos para reducir la especulación, pero a largo plazo no sirve para nada, en especial en un país como Colombia que tiene problemas estructurales que afectan la tasa de cambio. Se refiere a su dependencia de las materias primas (petróleo y carbón), que lo vuelven muy vulnerable a sus precios internacionales. “Petro no definirá la tasa de cambio, pero sí puede catalizar reformas que ayuden a reducir esas fragilidades, así como a aclarar qué va a pasar con ‘la máquina de hacer plata’ de Colombia, que es Ecopetrol. Aún no se sabe quién lo va a dirigir ni qué rumbo va a tomar la petrolera”, dice Valencia.
Felipe Campos, gerente de investigaciones de la fiduciaria y comisionista Alianza, también insiste en que el reto cambiario es global y no se puede evitar, aunque sí se puede reducir su impacto, y prueba de ello es lo que ha pasado este año: los países sin incertidumbre política grande han resistido mejor el golpe del dólar, como es el caso de México y Brasil, con devaluaciones muy bajas. “Brasil, que incluso es de los pocos países con revaluación, lo ha logrado al plantear políticas amigables hacia el ciclo de materias primas, es decir, aprovechan que están altas para atraer inversión. Es algo que también ha planteado Lula en su campaña. Así que Colombia podría hacer algo muy sencillo en el frente del petróleo, al dejar que se mantenga la dinámica actual de los contratos de exploración”, dice Campos.
En su concepto, también se necesita que la administración Petro diga claramente cuáles de las propuestas hechas en campaña se mantienen y cuáles no, pues los mercados financieros son muy eficientes en darle un valor puntual a cada uno de esos elementos, y a medida que se van depurando se pueden bajar las presiones. “Otro factor clave es que ojalá los ministros que elija Petro tengan estabilidad y respaldo, pues en países como Chile, donde eligieron un ministro de Hacienda bastante ortodoxo, ya en algunos temas ha comenzado a perder el apoyo de su gobierno”, indica.
Todos los expertos consultados creen que a futuro, para que el peso colombiano esté menos afectado en su relación con el dólar, se requiere diversificar el aparato productivo del país para que haya más fuentes de divisas, lo que toma tiempo. En el entretanto, no se puede acabar con la principal generadora de billetes verdes que tiene Colombia. Un reto nada sencillo para Petro y su equipo económico.