Economía
Banco Mundial aumentó pronóstico de crecimiento de América Latina para 2023
Sin embargo, el crecimiento sigue siendo insuficiente para reducir la pobreza y crear empleos.
El más reciente informe del Banco Mundial, Wired: Digital Connectivity for Inclusion and Growth, reveló que América Latina y el Caribe avanzó en resiliencia macroeconómica durante décadas anteriores y atravesó las múltiples crisis pospandémicas con relativo éxito.
No obstante, el documento explicó que el crecimiento sigue siendo insuficiente para reducir la pobreza y crear empleos, mientras que las restricciones fiscales limitan las inversiones necesarias.
La ampliación de la conectividad digital, combinada con políticas complementarias, ofrece posibilidades de crear sociedades más dinámicas e inclusivas, de acuerdo con el informe.
Del mismo modo, las estimaciones muestran que el PIB regional crecerá un 2 % en 2023, ligeramente por encima del 1,4 % de proyecciones anteriores, pero aún por debajo del de todas las demás regiones del mundo.
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Se esperan tasas del 2,3 % y el 2,6% para 2024 y 2025. Estas tasas, similares a las de la década de 2010, no son suficientes para lograr los avances tan necesarios en materia de inclusión y reducción de la pobreza.
“La región ha demostrado ser en gran medida resiliente a los diversos shocks externos posteriores a la pandemia, pero lamentablemente el crecimiento sigue siendo anémico”, aseguró Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
“Los países deben encontrar urgentemente formas de impulsar la inclusión y el crecimiento, mejorar la gobernanza y generar consenso social. Las soluciones digitales pueden ser parte de la respuesta, ya que ayudan a complementar las reformas estructurales para aumentar la productividad, mejorar la prestación de servicios para la población y respaldar la eficiencia del gobierno. Aquí vemos grandes oportunidades para la región”, agregó.
De igual manera, la región llevó a cabo reformas macroeconómicas bien fundamentadas durante las últimas tres décadas, lo que condujo a una mayor resiliencia ante shocks, como las múltiples crisis de inflación pospandémicas, la incertidumbre derivada de la guerra de Ucrania, los bajos precios de las materias primas y la creciente deuda.
La pobreza y el empleo han vuelto en general a sus niveles previos a la pandemia, y la inflación, excluyendo a Argentina y Venezuela, ha caído a un promedio regional del 4,4 %, por debajo de la de los países de la OCDE.
Aunque mejor que hace seis meses, el contexto global sigue siendo adverso, marcado por altas tasas de interés, bajo crecimiento en las economías avanzadas y perspectivas inciertas para China.
Los gobiernos también seguirán luchando con el espacio fiscal. Si bien la relación deuda/PIB se estima en 64 %, frente al 67 % de hace un año, todavía está por encima del nivel de 2019 del 57 % y las altas tasas de interés han aumentado la carga del servicio de la deuda.
“La inversión pública y privada en conectividad digital puede estimular nuevos sectores y empleos, ofrecer nuevas áreas de comercio y aumentar la eficiencia, la calidad y la inclusión de los programas gubernamentales que van desde la educación hasta la extensión agrícola en áreas rurales remotas”, dijo William Maloney, economista jefe para América Latina y el Caribe en el Banco Mundial.
“Sin embargo, la conectividad digital no es una panacea para el crecimiento y puede exacerbar las desigualdades sociales existentes sin inversiones complementarias en habilidades, finanzas y sistemas regulatorios para hacer realidad la promesa de las tecnologías digitales para todos”, añadió.
Así las cosas, para ayudar a América Latina y el Caribe a aprovechar las ventajas de la economía digital, incluyendo a los más pobres y promoviendo una mejor gobernanza, el informe describe las brechas y oportunidades existentes en la digitalización, tales como:
Infraestructura: El acceso a Internet móvil está muy extendido pero presenta una brecha de cobertura (zonas sin red de banda ancha móvil) del 7 % de la población (45 millones de personas). Internet fijo está presente en el 74 % de los hogares urbanos, pero solo en el 42% en las zonas rurales. La calidad también es un problema: el 55 % de los hogares que tienen alguna conexión a Internet notan una baja calidad de los servicios. Para abordar estas disparidades se requiere una combinación de innovaciones tecnológicas e institucionales para facilitar el acceso a Internet.
Brechas de uso: el 38 % de la población (240 millones de personas) vive en zonas con cobertura de internet pero opta por no conectarse. Las razones de esto incluyen el alto costo de los servicios de Internet, la falta de conciencia sobre las posibles ventajas de la conectividad y el desconocimiento de las plataformas digitales. Para abordar estas brechas, es fundamental abordar los problemas de asequibilidad y ampliar las habilidades digitales.
Más allá del acceso: invertir en áreas complementarias es esencial para garantizar la inclusión. El acceso a la banda ancha por sí solo no es suficiente. Las personas necesitan las herramientas y capacidades para aprovechar las oportunidades de la economía digital. Las áreas críticas de acción incluyen el fortalecimiento de las habilidades y competencias de gestión del capital humano digital y tradicional; asegurar la disponibilidad de financiación; facilitar protocolos gubernamentales eficientes y una estructura regulatoria de apoyo.
Gobernanza: las herramientas digitales pueden hacer que los gobiernos sean más receptivos al facilitar las transacciones con los ciudadanos, mejorar la eficiencia y la calidad de la prestación de servicios y promover la inclusión. La reducción de los costos de transacción beneficia particularmente a los segmentos más remotos y desfavorecidos de la sociedad. El empleo de redes y herramientas digitales puede ayudar a reducir la gran proporción del PIB (hasta un 4 %) que se pierde en ineficiencias en el gasto público y fugas de gasto.