BIENESTAR
¡Crítica situación! La pobreza inundó al país y ya casi afecta a la mitad de los colombianos
La pandemia disparó la pobreza en el país, llegando a afectar a más de 21 millones de colombianos el año pasado. Un mensaje para el Gobierno y los partidos políticos: combatirla debe ser la prioridad.
Los trapos rojos que inundan los barrios del país desde el año pasado lo anticiparon: la pobreza en Colombia aumentó drásticamente y hoy afecta al 42,5 por ciento de la población; es una situación que debe prender las alarmas de las autoridades y los ciudadanos.
El diagnóstico es crítico, pero parece estar aún lejos de tocar fondo. Desde el año pasado, el Dane confirmó que este indicador llevaba más de una década siendo mal calculado y las cuentas reales eran más dramáticas de lo pensado. A tal punto que, al cierre de 2019, este flagelo afectaba al 35,7 por ciento de los colombianos.
Se trataba, ni más ni menos, de 17 millones de personas que a duras penas sobrevivían con 327.674 pesos al mes, aunque algunos estaban en la indigencia y tenían ingresos menores que 140.000. Y no era para menos: gran parte de lo que reciben los colombianos cada mes viene de ingresos laborales. Por ende, si hay un mayor desempleo, la caja de las personas se reduce y la pobreza aumenta.
Si la cosa estaba así antes de que llegara la pandemia, los efectos de esta no podían ser menos que devastadores. Cifras de Anif señalan que entre marzo de 2020 y febrero de este año, los ciudadanos enfrentaron una caída de sus ingresos de más de 30 billones de pesos por cuenta de los confinamientos.
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No es gratuito que en 2020, 21 millones de colombianos quedaran catalogados como pobres, con todas las implicaciones que esto tiene en su bienestar, el de sus familias y en las cuentas de la nación. De acuerdo con Juan Daniel Oviedo, director del Dane, estos hogares sobrevivían con 331.668 pesos al mes, según las cifras promedio para todo el país. En algunas ciudades los valores eran mayores, y en otras, inferiores.
Eso sí, el crecimiento entre un año y otro fue el más grande en la historia de Colombia. Se trata de 3,6 millones de personas que se sumaron a la estadística. La mayoría se encuentra en las principales ciudades del país, donde se presentaron las medidas de confinamiento más estrictas para hacerle frente a la crisis sanitaria.
Las cuarentenas, los pico y cédula, los toques de queda y las demás políticas anticovid le pasaron una dura factura a la economía no solo de las empresas y el mercado laboral, sino de los ciudadanos de a pie que se quedaron sin recursos para comer y estudiar. Bogotá presentó las cifras más trágicas; sin embargo, otras regiones, como Valle del Cauca, Atlántico y Antioquia, no se quedaron atrás.
La cosa no termina allí. La pobreza extrema en el ámbito nacional también tuvo una disparada sin precedentes. Entre 2019 y 2020 pasó del 9,6 al 15,1 por ciento de la población. En plata blanca, esto quiere decir que 7,4 millones de colombianos quedaron en la indigencia, siendo Bogotá la de mayores cifras: más de un millón de personas se sumaron a la pobreza extrema y, en total, llegaron a ser 3,3 millones. Estos ciudadanos tienen ingresos mensuales de 178.000 pesos o menos.
Una tarea urgente
Por donde se mire, las cuentas son horrorosas y las acciones para mitigarlas no dan espera. “Las cifras auguran un panorama de pérdida de bienestar de los hogares sobre el que hay que actuar ya y de manera decidida”, dijo Anif. Y señaló que la principal salida para esta compleja situación es seguir apoyando a las familias y a las empresas con ayudas e incentivos.
No hay duda de que las cosas hubieran sido peores si la respuesta del Estado hubiera sido nula. Por un lado, el Gobierno fortaleció programas como Familias en Acción, Jóvenes en Acción y Colombia Mayor. Y, por el otro, la devolución del IVA se puso en marcha un año antes de lo esperado.
Aunque lo que realmente marcó la diferencia fue la creación del Ingreso Solidario. Este proyecto llegó a cubrir a más de 3 millones de hogares que estaban por fuera del radar del Estado. Se sumó a una gama de iniciativas con las que el país frenó un mayor incremento de la pobreza en medio de la primera etapa de la pandemia.
De acuerdo con la Cepal, sin estas ayudas, la pobreza extrema en Colombia habría sido mayor en 2,2 puntos, mientras que la pobreza moderada habría subido 1,2 puntos adicionales.
Si bien estas cifras parecen mínimas, detrás de cada una hay miles de familias que esperaban, mes tras mes, los subsidios del Estado para cosas tan simples como abastecerse de alimentos y bienes básicos. Subsistir era su único interés. A pesar de lo anterior, por como están las cosas, su situación podría volver a pasar de castaño oscuro. La razón tiene nombre y apellido: reforma tributaria.
En el limbo
Para nadie es un secreto que el texto que presentó el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, está muerto. Ni el Centro Democrático ni otros partidos de la coalición de Gobierno y la oposición lo respaldan. Se ha ido desmoronando de a pocos, y en la ponencia para primer debate poco quedará de lo que presentó el Ejecutivo.
Aunque la reforma oficial no será debatida o aprobada, lo cierto es que el país requiere una iniciativa que recaude más ingresos, so pena de que Ingreso Solidario y los otros programas repotenciados se queden en el olvido. Lo que está en juego es más grande de lo que se piensa.
De hecho, la implementación de estas transferencias les dio un respiro a más de 10 millones de familias el año pasado, justo cuando la pandemia les imposibilitaba salir a trabajar o buscar empleo. No hay que ser un genio para concluir que si la reforma se peluquea, buena parte de los proyectos quedaría en el olvido, y millones de personas, en el limbo.
Cálculos del Ministerio de Hacienda plantean dos escenarios catastróficos. Por un lado, si no se aprueba ninguna reforma, la pobreza moderada escalaría hasta el 47,3 por ciento en 2025, mientras que la extrema llegaría al 18,5 por ciento. El panorama se nublaría aún más si el articulado recibe luz verde con mayores gastos, pero menores ingresos. En este caso, la pobreza golpearía a más del 48 por ciento de los ciudadanos, a la vez que uno de cada cinco viviría en la indigencia.
En cualquiera de las circunstancias, el escenario es oscuro y debe prender las alarmas en el Congreso ahora que los debates de la tributaria comenzaron. “Esto era justo lo que necesitábamos para entender que archivar la reforma tributaria no debe ser una opción. Quedarnos con el statu quo es una bomba de tiempo social”, aseguró Roberto Angulo, socio fundador de la firma Inclusión S. A. S.
Y las mismas manifestaciones que se presentaron en el país esta semana le pueden dar la razón. Si bien el paro nacional fue convocado para rechazar, entre otras, la reforma del ministro Carrasquilla, tiene un telón de fondo: el descontento social con las políticas del Gobierno de Iván Duque y el hambre por la que pasan millones de hogares.
Los cierres y cuarentenas han exacerbado los ánimos, y el hecho de que el país complete más de un año sin encontrarle una salida a la crisis sanitaria ha aumentado las tensiones. Lo curioso, eso sí, es que se rechace toda una reforma tributaria, cuando buena parte de la misma incluye un agresivo componente social para hacerle frente al aumento de la pobreza en el país.
Claro está que el texto presentado ya murió, y en el futuro estará la ponencia que se presente de manera concertada. Con el inicio de los debates en el Legislativo también arranca una discusión que debe ser prioridad en el país, y es encontrar la manera de que el bienestar llegue a las familias más afectadas, tanto en tiempos de covid como cuando se supere la emergencia.
Que justo esta semana el Dane revelara los datos de pobreza de 2020 cae como anillo al dedo para que, de una vez por todas, la nación discuta sobre cómo resolver el principal problema económico de la actualidad: que más de 20 millones de personas vivan con apenas 330.000 pesos al mes. Ese es el tema que debería ocupar a los tomadores de decisiones, al margen de los debates electorales que hoy inundan las primeras planas.