IMPUESTOS
Carrasquilla en su laberinto: los líos del Ministro para aprobar la tributaria
En apenas una semana, al ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, le tocó echar reversa en tres puntos clave de la iniciativa. ¿Qué futuro le depara?
Tan solo tres días le duró al Gobierno la reforma tributaria que planeaba presentar en la semana de Pascua. La dura oposición se le vino encima y desató una tormenta de críticas de tal magnitud, que mantener el texto original se volvió insostenible. Por eso fue necesario barajar nuevamente las cartas.
Todo comenzó el lunes, 5 de abril, cuando el viceministro de Hacienda, Juan Alberto Londoño, le contó al país las duras medidas que planeaban radicar. Si bien dijo que el Ingreso Solidario aumentaría y cubriría a más familias, en la mente de los colombianos quedó retumbando una de sus frases: “Hay productos como (…) el café, la sal y el chocolate que pueden pagar IVA”. Y ahí fue Troya.
No hubo una sola bancada política o colombiano que no rechazara las declaraciones del segundo al mando en el Minhacienda. Hasta el propio partido de Gobierno, el Centro Democrático, se fue lanza en ristre contra el proyecto. Congresistas y personas afines al uribismo aseguraron que ni en sueños acompañarían ese ajuste y, en su lugar, plantearon recortar el gasto público.
A la propuesta original aún le quedaban unas horas de vida. Pero su estocada final llegó a mitad de semana, cuando el presidente Iván Duque ordenó no gravar al 19 % dichos bienes, que hacen parte de la canasta básica colombiana. De ahí en adelante el castillo de naipes que se había armado para presentar la tributaria al Congreso se siguió derrumbando.
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Apenas unas horas después de la intervención del jefe de Estado, el ministro Alberto Carrasquilla reveló detalles de la propuesta fiscal. Dijo que esta incluiría ampliar la base gravable del impuesto de renta, gravar las pensiones superiores a $ 7,6 millones mensuales, aumentar la tarifa a dividendos al 15 % e imponer un impuesto solidario para quienes ganen $ 10 millones o más.
Pero en medio de su discurso, confirmó una patraseada más: el polémico impuesto al patrimonio no será permanente, sino temporal por dos años y se podrá descontar el impuesto de renta. Al margen de lo anterior, esta fue la primera vez que Carrasquilla cogió el toro por los cuernos y se aventuró a dar cifras aterrizadas.
La triple reforma
Tras la polémica, está claro que el Gobierno apostará por una triple reforma en el Congreso. Una de corte social, otra para aumentar recaudo y una fiscal, que ajustaría la Regla Fiscal del país y -hasta ahora- ha pasado de agache. En el primer caso buscará reducir la pobreza extrema en 7 puntos y la pobreza moderada en 4,2 puntos, al dejar permanente el giro de Ingreso Solidario.
La idea es crear una especie de renta básica para cerca de cinco millones de familias (más de 20 millones de colombianos), en la que incluirán los giros de Ingreso Solidario y otros programas sociales. Al mismo tiempo comenzará la focalización de subsidios de energía y gas, con la nueva base de datos del Sisbén, que se estrenó en febrero.
En materia de impuestos, el plan es que el IVA sea la columna vertebral, particularmente con la eliminación de la categoría de exentos. Si bien suena técnico, la fórmula plantea que los bienes y servicios que hoy están en esa categoría pasan a ser excluidos: es decir no quedarán gravados. Pero en ese caso, el IVA que se pague en insumos para producirlos no se descontará.
Los productores han puesto el grito en el cielo, porque dicen que ese cambio lo sentirá el consumidor final. Además, para algunos productos el IVA pasaría de 5 a 19 % como salmones, cortes finos de carne o jamón serrano. Otros que hoy están en cero pasarían a tributar un 5 por ciento.
En renta, las personas con ingresos anuales superiores a $ 31 millones de pesos comenzarían a declarar y pagar, de ahí en adelante, las tarifas aumentarían. El cambio es drástico frente a lo que se viene manejando en el país. Sobre todo porque supondría que un millón de personas más declaren y paguen este gravamen.
De aprobarse la idea de Carrasquilla y el equipo económico, los montos mensuales que se cobrarían no serían elevados. Para algunos, por ejemplo, sería de apenas $ 5.167. La cuestión es que para otros, el golpe sería mayor y, apenas saliendo de una crisis económica, su efecto sería brutal.
Este fue uno de los argumentos que el uribismo le presentó al presidente Duque y con el que parece haberlo convencido de dar, una vez más, marcha atrás. Según el expresidente Álvaro Uribe, hay un consenso para que las personas que ganen entre 2 y 3 millones de pesos al mes solo sean declarantes. Esto les quitaría la tarea de ser contribuyentes, dejándoles quietos sus bolsillos.
Si se da este escenario, las cuentas cambiarían radicalmente. Aproximadamente, solo se cumpliría la mitad de la meta de nuevos aportantes de renta. Y si a esto se le suma que menos productos pagarán IVA y que el gravamen a los patrimonios sería temporal y probablemente con la misma tarifa actual, la ecuación queda desbalanceada.
La discusión sobre el Imporrenta sigue abierta y se definirá la próxima semana, cuando se retomen las reuniones del Ejecutivo con los partidos. Este punto y el del impuesto a las ventas son determinantes para la Administración Duque, que le apunta a recaudar más de $ 30 billones con esta tributaria.
Expertos como el exministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, consideran que como está el ambiente, llegar a esta cifra es imposible. Si algo aprendieron el Gobierno y el país esta semana es que el capital político del Ejecutivo está más deteriorado que nunca. Y, como estaba previsto, ningún congresista le jalará a aumentar impuestos a un año de que sus electores vuelvan a las urnas.
Por lo pronto, el plan desde la Casa de Nariño tiene aspectos positivos y bemoles. En el primer grupo está el hecho de que Duque mantenga su intención de tramitar una reforma impopular, pero necesaria. Si bien podría dejársela a su sucesor, las calificadoras están atentas de que esta ley se apruebe, so pena de que el país pierda el grado de inversión, con todas las implicaciones que esto traería.
En el lado negativo hay errores que el Ejecutivo viene repitiendo de anteriores proyectos. Entre estos, presentar los cambios a cuentagotas. Primero, por medio de reuniones no oficiales con bancadas políticas, gremios y mandatarios locales. Y posteriormente, con declaraciones mediáticas, que apenas dan para titulares y no van al fondo del asunto.
Estos globos, en lugar de permitirle tantear el terreno de la opinión pública, parecen haberle estallado en la cara al ministro Carrasquilla y afectado el trámite de la reforma más importante del país, incluso antes de que empiece su discusión formal. No es gratuito que el articulado aún no haya aterrizado en el Capitolio, cuando ya se tenía listo desde hace más de un mes.
La férrea oposición del Centro Democrático, Cambio Radical, la Alianza Verde y demás partidos de oposición ha llevado a que los técnicos hagan una otra vez cuentas. En este punto ha sido y seguirá siendo clave el trabajo del Congreso, para que Colombia tenga una reforma que permita hacerle frente a la crisis que trajo la pandemia.
Pero, eso sí, se necesita que los parlamentarios dejen de lado sus apasionamientos y tengan en cuenta que si se quiere ayudar a los más pobres, los recursos deben salir de algún lado. El peor escenario que podría vivir el país es que se apruebe la extensión de programas y subsidios. Pero que no haya recursos frescos para financiarlos. La cura no puede ser peor que la enfermedad.