Desigualdad
Colombia ocupa el puesto 14 en desarrollo humano en América Latina y es 91 a escala global. Esta es la explicación
Bogotá es la región que mejor está en este aspecto y Guainía ocupa el último lugar. Crece la brecha entre las capitales y las zonas apartadas.
Desde 1990 en el mundo se empezó a calcular una medida alternativa al Producto Interno Bruto (PIB) con el fin de saber qué tanto avanzan los países. Así nació el Índice de Desarrollo Humano (IDH), el cual evalúa las capacidades básicas mínimas que necesita una persona para tener una vida digna, teniendo en cuenta indicadores como la esperanza de vida al nacer, el nivel educativo y el ingreso per cápita.
En el presente siglo, Colombia ha mostrado grandes avances en su índice de desarrollo humano, los cuales se vieron interrumpidos por la pandemia, al igual que en el 90 % de los países del mundo, pero la gran diferencia es que mientras algunas naciones tienen una capacidad de recuperación más rápida, se estima que a Colombia le tomarán ocho años regresar a la senda previa a la crisis sanitaria. Esta es una de las conclusiones del estudio Colombia: territorios entre fracturas y oportunidades, realizado por el PNUD y el Gobierno sueco, en el que no solo se vio cómo ha avanzado el país en este indicador, sino también sus distintas regiones.
Sara Ferrer, representante residente del PNUD en Colombia, explica que en 2023 Colombia ocupó la posición 91 de 182 países por su índice de desarrollo humano y la 14 entre las naciones de América Latina y el Caribe. Los más avanzados de la región son Chile y Argentina (casillas 44 y 48 de la general), mientras que Colombia no supera a ninguna de las economías grandes latinoamericanas y aunque está en el grupo de países con desarrollo humano alto, la verdad es que ese es un resultado promedio, en el que las grandes capitales distorsionan el difícil panorama de las zonas rurales y apartadas.
Bogotá y Guainía son, respectivamente, las regiones con mejor y peor IDH en Colombia. Este indicador se mide en una escala que va de 0 a 1. Cuanto más cercano a 1, muestra un nivel de desarrollo humano más alto. La capital registró el año pasado 0,78 y Guainía, 0,53, lo que da una diferencia de 0,25 puntos, mientras que Argentina muestra una diferencia al interior de sus territorios de tan solo 0,076 puntos. Una prueba más de la grave inequidad que sufre el país.
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Después de Bogotá, las regiones con mejor IDH son Santander, Cundinamarca y Boyacá. En el otro extremo, se ubican La Guajira, Vichada y Vaupés.
“No solo vemos divergencias entre los departamentos, sino al interior de ellos. Ese el caso de Córdoba y Montería o Medellín y Antioquia, con áreas capitales que avanzan bien en IDH y otras que van muy atrasadas”, precisa Ferrer.
De acuerdo con el estudio, 14 departamentos del país tienen un índice de desarrollo humano alto, con tendencias ascendentes en variables claves como ingreso, salud y educación, lo que promueve un círculo virtuoso. Luego hay 17 con desarrollo humano medio, que en promedio progresan, pero algunos se encuentran estancados y sus avances se contrarrestan con sus retrocesos. En ese grupo están Tolima, Huila, Cauca, Córdoba, Sucre y Cesar, entre otros. El problema son los departamentos de desarrollo humano bajo (Vaupés y Guainía), que registran una carrera descendente en todos los indicadores.
En esta radiografía pesan las diferentes dinámicas territoriales, en las que confluyen diversos desafíos como la baja productividad, la presencia e intensidad del conflicto armado, las limitaciones de las capacidades institucionales y la pérdida de integridad ecosistémica.
“Estas dinámicas se retroalimentan entre sí, desatando trayectorias que perpetúan la distancia entre unos y otros territorios. Por ejemplo, en casos de desarrollo humano alto como Bogotá y Antioquia se ven mejores desempeños en términos de capacidad institucional, crecimiento económico, nivel de deforestación e incidencia del conflicto armado”, reitera la representante del PNUD.
Educación y negocios
Los retrasos del país en desarrollo humano también están muy atados a las trayectorias educativas de los colombianos, dada la baja calidad de la formación y su poca pertinencia, lo que a su vez hace que para las personas sea más difícil insertarse en el aparato productivo del país.
Si bien han aumentado el acceso a la educación y los años de escolarización, esto no es igual en todos los territorios, especialmente a medida que se avanza en el ciclo educativo. Así mismo, la calidad de la educación no es homogénea en todo el país.
Esas fallas en la educación, explica el informe del PNUD, se reflejan en la baja productividad del país y, por ende, en su bajo crecimiento económico. Igualmente, hay una fuerte inequidad en ingresos laborales y en el tejido empresarial, el cual está compuesto en su gran mayoría por unidades económicas de menos de 10 trabajadores, de las cuales muchas trabajan en la informalidad o pagan salarios muy bajos.
“Es un tejido empresarial muy único en la región y en el mundo, pues normalmente los micronegocios emplean en países de la Ocde a 30 % de la población, mientras en Colombia emplean al 65 %. Así mismo, hay un 1 % de las empresas, que son las grandes, las cuales generan un 84% del valor agregado del país”, subraya Ferrer.