Tasas de interés
Colombianos, a preparar el bolsillo para altos precios porque la inflación tardará en bajar
Leonardo Villar, gerente del Banco de la República, dice no estar inquieto por el cambio de Gobierno. Tampoco ve amenazada la independencia de la entidad, pero advierte que la inflación se demorará en bajar.
SEMANA: ¿Qué está pasando con la inflación? ¿Por qué no cede?
LEONARDO VILLAR: Ha habido una serie larga y compleja de choques de oferta y de precios internacionales, que explica el primer impulso de la inflación. Esto se da, además, en un contexto de una demanda que crece a ritmos inesperadamente altos y que se constituye en un caldo de cultivo para que la inflación se generalice.
SEMANA: Los bancos centrales están subiendo sus tasas de interés y el más reciente ajuste que ustedes hicieron sorprendió al incrementar 150 puntos básicos. ¿Qué están viendo para hacer aumentos tan agresivos?
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L.V.: La seguidilla de choques inflacionarios ha sido mucho más fuerte de lo previsto y ha generado un ambiente en el que se corre el riesgo de perder credibilidad en la meta de inflación. Por lo tanto, se vuelve importante responder con fuerza a esos choques, mostrando el compromiso del Banco de la República de volver a una senda decreciente de la inflación que converja hacia la meta del 3 por ciento.
También hemos tenido sorpresas muy fuertes en el dinamismo de la economía y de la demanda, que nos han abierto el espacio para responder con más tranquilidad con aumentos en la tasa de interés.
La economía nacional crece a ritmos inesperadamente altos y en esto Colombia es atípico en el contexto internacional, mientras todos los países ven desacelerar sus economías con respecto a 2021, acá se mantiene fuerte y hemos revisado al alza la perspectiva de crecimiento.
Para 2022 pasamos del 5 por ciento que estimábamos hace un par de meses a 6,3 por ciento en la actualidad. Esa sería la tasa de crecimiento más alta de América Latina, lo que demuestra un dinamismo de la demanda que, si bien es positivo en muchos sentidos, también genera riesgos inflacionarios muy grandes que podrían llevarnos a situaciones más difíciles de controlar en el futuro.
SEMANA: ¿Qué les responde a quienes critican el mecanismo de alzas de tasas para combatir la inflación?
L.V.: El tema es complejo porque ciertamente Colombia no tiene la capacidad, ni con política monetaria ni con ningún otro instrumento, de afectar el comportamiento de los precios internacionales. Estos se afectan por razones que están fuera de nuestro alcance.
Sin embargo, cuando esos ajustes en los precios internacionales se presentan en un ambiente de alto crecimiento de la demanda interna, se corre el riesgo de que los precios internos empiecen a ajustarse de manera generalizada, tal como lo hemos visto recientemente.
Hoy, por ejemplo, más de un 85 por ciento de los ítems de la canasta familiar aumentan por encima de la meta. Y eso demuestra que no se trata de un problema de unos pocos precios importados o de unos pocos productos agrícolas que suben muy rápido. Es algo que amerita una política que restrinja el crecimiento de la demanda.
SEMANA: ¿Cuándo estima que se llegue al techo de la inflación?
L.V.: La expectativa es que estemos cerca del techo, si no lo hemos alcanzado ya. Pero es muy difícil predecirlo y hay que hacer un seguimiento cercano a lo que pase con los distintos precios. Se espera que en el segundo semestre la inflación empiece a reducirse y que la convergencia hacia la meta se vea de manera mucho más clara el año entrante. Desafortunadamente el proceso de retorno a inflaciones bajas va a tomar un tiempo mayor al deseable.
SEMANA: Hay precios que preocupan: alimentos, gasolina, energía…
L.V.: Esos elementos refuerzan la necesidad de ser muy cautos para impedir excesos de demanda que faciliten procesos de transmisión de los choques externos y del eventual impacto de la tasa de cambio sobre los precios. Son los elementos que refuerzan una política monetaria como la que hemos venido instrumentando y de ajustes importantes en la tasa de interés. Son medidas impopulares, pero necesarias para que la economía se mantenga con ritmos de inflación que permitan un mayor crecimiento en el mediano plazo.
SEMANA: Esa es una queja usual de los gobiernos. No les gusta el alza de las tasas de interés ¿Cómo enfrentan ese tipo de reclamos?
L.V.: Esta es precisamente la razón por la cual la Constitución le dio autonomía al Banco de la República y por la cual, los bancos centrales en la mayor parte del mundo operan en un marco de independencia frente a los gobiernos.
El periodo de referencia para la toma de decisiones monetarias es más largo que los ciclos de popularidad de los gobiernos.
Por eso los bancos centrales tenemos que aguantar la impopularidad en periodos en que nos toca subir las tasas de interés. Por supuesto es mucho más agradable cuando podemos actuar en la dirección contraria. Por ejemplo, tal como se hizo en 2020, cuando fue viable bajar dramáticamente las tasas de interés y realizar una expansión monetaria que ayudó a que la economía no cayera tanto y empezara a recuperarse rápido.
Paradójicamente, cuando la economía va mal, los bancos centrales pueden ayudar y se vuelven más populares. Cuando la economía crece a un ritmo superior a lo sostenible –como en este momento– a los bancos centrales nos toca frenar el ritmo y aparecemos como impopulares.
SEMANA: ¿Van a tomar alguna medida para frenar la disparada del dólar?
L.V.: No hemos tenido ninguna discusión sobre medidas extraordinarias en ese frente. Hay un consenso grande en que la política de flotación de la tasa de cambio ha sido y sigue siendo muy útil dentro de la estrategia de política del Banco de la República. Hemos tenido ciertamente, una depreciación importante, pero que también se ha observado en muchos otros países. En el caso nuestro ha sido más fuerte en las últimas semanas, coincidiendo con el desplome importante que han tenido el precio del petróleo y las expectativas sobre su evolución futura. Pero en términos generales, nuestra depreciación es bastante parecida a la que han tenido países como Brasil o Chile y coincide con una depreciación muy fuerte del euro frente al dólar. Tratar de luchar contra eso, mediante intervenciones cambiarias, sería probablemente inútil y muy costoso.
SEMANA: Ante la devaluación, el exministro Hommes trinó que el problema es no haber creado confianza en la evolución de la economía, ¿cree que hoy la confianza se está viendo afectada por la incertidumbre?
L.V.: Situaciones como la actual, con volatilidad en la tasa de cambio, suelen generar incertidumbre que en ocasiones se confunde con desconfianza. Pero, lo cierto es que no es fácil atribuir la depreciación a una causa particular. Obviamente la incertidumbre que se puede generar en un momento de cambio de gobierno es un factor adicional, pero hoy no es la principal. Creo que las tendencias que se ven en las tasas de cambio de todos los países, y en particular en Colombia por el precio del petróleo, son la explicación principal.
SEMANA: Tras el triunfo de Gustavo Petro, ¿ve amenazada la independencia del Banco?
L.V.: En absoluto. He repetido varias veces que yo le he oído al hoy presidente electo, incluso cuando era candidato, que respetaría la independencia del banco. He oído eso ratificado de manera clara, no solamente por él, sino por su nuevo ministro de Hacienda, con quien tengo una relación excelente desde hace más de 40 años. Entonces, realmente, desde ese punto de vista no tengo ninguna preocupación.
SEMANA: Petro ha dicho que le gustaría más diversidad en la junta directiva del Banco, abriendo la posibilidad a personas distintas a los técnicos de hoy y que provengan de otros sectores. ¿Cómo ve ese tipo de propuestas?
L.V.: Me parecen legítimas. No es la primera vez que oigo ese tipo de planteamientos. Los he oído en el pasado en el contexto de nombramientos que se han hecho en la junta, que han sido siempre excelentes.
SEMANA: Otro tema es una posible emisión para atender necesidades del gobierno, ¿lo ve con alguna preocupación?
L.V.: El ministro Ocampo fue muy claro en responder que no ve ninguna necesidad de solicitar eso. El banco ha argumentado que un crédito suyo al Gobierno no solo sería inconveniente desde el punto de vista de inflación, sino perjudicial para el propio gobierno, pues afectaría su capacidad de financiarse en montos muy grandes en los mercados financieros. Esto porque un préstamo de este tipo afecta la credibilidad que requiere un gobierno. Creo que los países que han optado por este tipo de financiación monetaria han tenido una experiencia funesta y así se puede ver hoy en Argentina, donde tienen la inflación en 70 por ciento y con bajas posibilidades de reducirla. Por eso, para el gobierno argentino es muy costoso financiarse. Afortunadamente esto lo han entendido en Colombia todos los gobiernos. El ministro Ocampo lo tiene absolutamente claro, y por ese lado tampoco veo ningún riesgo, ni tengo preocupación.
SEMANA: Frente a las perspectivas de inflación, hay un factor que siempre preocupa y es el aumento del salario mínimo. Ya muchos estiman que en 2023 podría estar de nuevo por encima de 10 por ciento, ¿qué tanto eso puede afectar las proyecciones?
L.V.: Los mecanismos de indexación hacen que, cuando se sube la inflación, no sea tan fácil ni tan automático bajarla nuevamente. Eso es parte de lo que explica que las expectativas de inflación contemplen una reducción gradual y que los analistas estén previendo que la convergencia hacia la meta pueda durar unos dos años, o incluso más, en Colombia y en el resto del mundo. Esto también hace particularmente importante ser muy cautos en el manejo de instrumentos de política como el del salario mínimo. Es importante entender que el objetivo no es el aumento del salario nominal, sino el aumento de la capacidad adquisitiva de los trabajadores. Entonces, de poco vale aumentar fuertemente el salario nominal, si eso lleva a un círculo vicioso de mayores aumentos de precios.
SEMANA: Otro tema que podría desacelerar el consumo es la reforma tributaria. ¿Cree que va a ayudar en eso?
L.V.: Esa discusión va a ser muy importante para generar confianza en la senda futura de ajuste fiscal. Es claro que tenemos unos niveles de deuda muy superiores a lo tradicional en Colombia, que el nivel de déficit supera lo que habíamos visto hasta 2019, y que, por lo tanto, los esfuerzos de ajuste fiscal van a ser fundamentales. En la medida en que se logre credibilidad en ese proceso de ajuste fiscal, va a mejorar la capacidad del gobierno y de la economía como un todo de financiarse adecuadamente, avanzando en un proceso de desinflación tranquilo y sostenible.
El aumento de tasas tiene efectos rezagados en la economía. Típicamente se espera que su impacto se dé entre 9 y 18 meses después de adoptado.