Laboral
Contra todo pronóstico, el desempleo está cayendo y sube la ocupación. Descubra las razones detrás de las cifras
Pese a que la economía está creciendo menos y tras el fuerte aumento que tuvo el salario mínimo, el número de colombianos desempleados se redujo y creció la cantidad de ocupados. ¿Qué está pasando?
Rodrigo, profesional de 55 años, y Marisela, empleada doméstica de 45, tienen algo en común: ambos llevaban casi dos años sin lograr ubicarse laboralmente hasta que por fin consiguieron trabajo. Al primero solo le salían contratos por prestación de servicios por tres o máximo seis meses, mientras que a la segunda, desde la pandemia, le había sido imposible emplearse de tiempo completo, solo le salía trabajo por días y aunque había semanas buenas, había otras en las que solo laboraba dos días.
Como Rodrigo y Marisela en el año terminado en junio, un millón de colombianos lograron ocuparse, y de ellos, 269.000 entraron al sector público y 266.000 al de actividades profesionales, científicas, técnicas y servicios administrativos. De los 13 sectores económicos que mide el Dane, solo en uno se redujo el número de ocupados (el de información y comunicaciones), en el resto subió, incluso en la construcción, que cerró el primer semestre de 2023 con 1,62 millones de empleados (un aumento anual de 2.000 empleos), con todo y que muchas obras civiles no arrancan y las ventas de vivienda están caídas.
Así mismo, aunque el desempleo sigue afectando a 2,3 millones de colombianos, al cierre de junio eran 419.000 menos que un año atrás. Es más, esta reducción hizo que la tasa de desempleo, contra todo pronóstico, se ubicara en el sexto mes del año a nivel nacional en 9,3 por ciento y en las 13 principales ciudades en 8,8 por ciento, uno de los datos más bajos desde que se tiene registros.
La sorpresa por esta cifra se debe a que nadie esperaba que con una economía creciendo cada vez más lento, el empleo se fuera a recuperar. Es más, los vaticinios para el mercado laboral tampoco eran buenos tras conocerse el aumento del salario mínimo de este año, que fue de 16 por ciento. Según la teoría económica, si los costos de emplear personal aumentan, las empresas tienden a reducir la contratación y más si la actividad económica se desacelera a menos de la mitad del paso que tenía en 2021 y 2022. Tras crecer por encima del 7 por ciento hasta el segundo trimestre del año pasado, el ritmo del PIB empezó a bajar y en el primer trimestre de este año ya iba en 3 por ciento. De hecho, los expertos calculan, en promedio, que en todo 2023 la economía nacional no crecerá más de 2 por ciento.
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¿Entonces qué está pasando con el mercado laboral? El viceministro de Trabajo, Iván Jaramillo, dice que lo que está ocurriendo ya no es un efecto rebote después la pandemia, sino el efecto de las políticas que ha implementado el Gobierno, como el subsidio a la nómina, los incentivos al trabajo formal y la promoción de estándares de trabajo decente, los cuales además buscan reducir la informalidad y la brecha de género. “Hemos implementado una respuesta activa ante la desaceleración de la economía y los resultados ya se ven”, explica el alto funcionario.
En particular, está optimista con el subsidio a la nómina, que fue establecido en el Plan de Desarrollo y que es una medida basada en la iniciativa que nació en medio de la pandemia de la covid-19 para ayudarles a las empresas a pagar a sus empleados y así evitar despidos masivos. Originalmente, este subsidio entregaba 40 por ciento sobre un salario mínimo por cada trabajador hombre (50 por ciento si era mujer) a las empresas que tuvieran una caída sustancial en sus ingresos. Después pasó a apoyar la incorporación de nuevo personal, en particular de jóvenes y de mujeres.
En el Plan de Desarrollo se buscará mantener este subsidio con enfoque condicional y para su financiación se destinarán 700.000 millones de pesos.
Efecto rezagado
Los expertos en temas laborales tienen otra explicación para el buen desempeño del empleo registrado en junio. “Es un fenómeno que se observa en todo el mundo. Si la economía está desacelerándose desde una fase de crecimiento muy alta (como los fueron los años 2021 y 2022), el nivel de actividad económica sigue siendo lo suficientemente alto como para generar nuevos empleos y reducir la tasa de desempleo, aunque a un ritmo más lento del que observamos después de la pandemia”, dice Jairo Núñez, investigador de Fedesarrollo.
Bajo esta perspectiva, lo que se estaría dando es una especie de efecto rezago, pues en los dos años anteriores en que la economía creció bastante, el desempleo no bajó tanto como podría hacerlo y apenas lo está haciendo en este momento; por ende, sería factible esperar que una vez se consolide la desaceleración, la tasa de desocupación vuelva a subir.
De hecho, los analistas que sondea mensualmente LatinFocus estiman que la tasa de desempleo cierre este año en 11,3 por ciento, es decir, casi el mismo nivel con el que quedó en diciembre de 2022 (11,1 por ciento).
Stefano Farné, director del Observatorio del Mercado de Trabajo y la Seguridad Social de la Universidad Externado, también cree que puede haber un efecto rezago, en especial entre las mujeres, que fueron las más golpeadas laboralmente durante la pandemia, al tiempo que aclara que la subida del 16 por ciento del salario mínimo no fue tan disuasiva para los empleadores, dado que en términos reales (descontando inflación) no ha sido de esa magnitud.
No obstante, señala que más que la evolución del desempleo o de la ocupación, lo que le llama la atención son las fuertes fluctuaciones que mes a mes registran estos indicadores, sin que exista una explicación clara. Por ejemplo, en mayo, el sector de información y comunicaciones experimentó el mayor aumento de personal, con 23 por ciento, pero en junio fue el de peor rendimiento, con una caída de la misma proporción. Igualmente, en mayo la posición ocupacional que más creció fue la de jornalero, con 15,1 por ciento (pese a que en ese mes se redujeron los empleos en el campo) y en junio la posición de jornalero reportó la mayor caída (11 por ciento).
Además, es llamativo que la posición de empleado de Gobierno en junio tuvo una leve caída de 1 por ciento, pese a que fue el sector que generó más nuevos empleos en ese mes. La explicación podría estar en que esta información se recolecta con encuestas y tal vez quienes respondieron no se identifican como funcionarios públicos. “Estas variaciones son difíciles de interpretar, no permiten hacer análisis consistentes en el tiempo, las cifras no pueden ser tan volátiles”, subraya Farné.
Por ahora, mientras se aclara qué está pasando con el mercado laboral, personas como Rodrigo y Marisela han podido tomar un respiro, gracias a que, por edades, en junio la ocupación que más creció fue entre los mayores de 55 años, especialmente mujeres, al tiempo que el servicio doméstico aumentó en 3,6 por ciento, cuando en mayo había disminuido en 9,9 por ciento. Hoy, 717.000 colombianos se dedican al trabajo doméstico, lejos de los 839.000 que lo hacían en mayo de 2015, que es el máximo de los últimos 13 años.
Otro punto llamativo son los ocupados sin remuneración, que son aquellos que trabajan para sus familias. En octubre de 2013 alcanzaron a ser un millón, pero en la actualidad son 492.000. Sin embargo, esta fue la posición ocupacional que más creció en junio, aumentando en 24 por ciento. Al mismo tiempo, se dio una baja significativa de la informalidad a 55,7 por ciento. Sin embargo, esta mejora solo se ha sentido en las ciudades, ya que en el campo la informalidad sigue en 82,8 por ciento.
Señales mixtas en indicadores vitales para el bienestar de los colombianos.