ENTREVISTA
El director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía, le puso la lupa a la economía y lanzó una alerta: “el escenario de una recesión ahora es más probable”
Si manejar una economía es como llevar un barco, hubo algo que se dejó a la deriva en momentos en los que se pasaba por aguas turbulentas. En entrevista con SEMANA, Luis Fernando Mejía puso la lupa a lo que pasó y lo que viene para Colombia.
SEMANA: ¿Qué tanto lo sorprendió el resultado negativo de la economía en el tercer trimestre de 2023?
Luis Fernando Mejía: Indudablemente fue una sorpresa. Desde Fedesarrollo estimábamos que la economía iba a crecer al 0,6 %. En la encuesta de Opinión Financiera que hacemos, la expectativa era del 0,4 %. Así que ese -0,3 % no estaba en el escenario de nadie, ni siquiera del más pesimista. Parte del resultado tiene que ver con revisiones que hizo el Dane, del crecimiento económico en julio y agosto. La revisión fue sustancialmente a la baja y eso generó esa caída abrupta en la actividad económica.
En términos históricos, Colombia no tenía una contracción de la actividad económica en un trimestre, exceptuando el año de la pandemia, desde 1999. Entonces, sí es algo atípico.
Por el lado de la demanda, lo que más preocupa es el comportamiento de la inversión, tanto la pública como la privada. Ya veníamos mal, con una contracción del 7,7 % de la formación bruta de capital fijo, y este tercer trimestre una caída del 11 %. Eso sí puede tener implicaciones más permanentes.
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¿Recesión a la vista?
SEMANA: Con lo sucedido en el tercer trimestre ¿cree que habría amenaza de recesión?
L.F.M.: Para el cuarto trimestre de este año hay algo que juega a favor. Si bien la economía no anda muy bien, el cuarto trimestre del año pasado no fue extraordinariamente bueno, como sí lo fueron el segundo y el tercero.
Ese efecto base ayuda a que -eventualmente- no tengamos una contracción de la actividad económica en el último trimestre del año, y a que nos escapemos de una recesión.
Eso sí, el escenario de una recesión ahora es más probable que hace algunos días, así que el Gobierno tendrá que tomar medidas para evitar que lleguemos a ese punto.
Reformas sociales y mensajes del gobierno cobran factura
SEMANA: Para usted, la caída en la inversión obedece solo a temas macro como la inflación o las tasas de interés altas. O, por el contrario, también influye la posición del Gobierno que sigue enviando mensajes que ‘espantan’ a los inversionistas...
L.F.M.: Aquí hay dos temas gruesos. Obviamente, el ambiente macro importa, el aumento de las tasas de interés del Banco de la República, por supuesto, porque incrementan el costo del endeudamiento y eso disminuye el incentivo a la inversión. Pero, revisando más de fondo, la dinámica de la inversión está siendo afectada por las reformas tributarias, no solo la del año pasado, de la que en su momento dijimos ‘ojo que puede afectar el crecimiento’. También se incluye la reforma de 2022. La de 2021 subió la tarifa de renta, del 30 % al 35 %. Esa es la tarifa más alta de América Latina junto con Argentina. Estamos aumentando la presión tributaria de la economía y esa alza en el costo de uso del capital es un desincentivo a la inversión.
Y en segundo lugar, pondría dos circunstancias relacionadas con los mensajes que se envían y las incertidumbres que hay con las reformas sociales. La laboral, por ejemplo, va en contravía de lo que requiere el mercado laboral, y en la práctica, aumenta los costos del empleo formal.
Un inversionista pequeño, mediano o grande, que está planteando ampliar su capacidad productiva, requiere hacer un plan de inversión, pero se encuentra con esa especie de espada de Damocles (riesgo persistente de peligro), que le podría afectar la rentabilidad de su inversión. Por eso, prefiere esperar.
La otra circunstancia son las incertidumbres con medidas regulatorias en tres frentes: infraestructura, con el tema de los peajes, cuyo congelamiento fue una muy mala decisión, no ayudó en materia de inflación y sí generó mucho ruido.
En el sector de la infraestructura, los peajes son una fuente primordial de pago para los privados y esa decisión que aún está pendiente de resolverse, no ayuda para esas previsiones de inversión en el sector.
La vivienda, que es clave para mover la economía, está afectada por las tasas de interés de los créditos, pero también por decisiones del Gobierno sobre cambios abruptos en la metodología de focalización de subsidios.
Y el sector minero energético, que motiva muchos mensajes y genera ruidos sobre diferentes medidas que -eventualmente- se podrían adoptar. Es el caso de lo sucedido con la declaratoria de emergencia en la Guajira, que se acaba de caer por decisión de la Corte Constitucional. También está la incertidumbre con la conformación de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG).
Ahí están mencionados los tres sectores: infraestructura, vivienda y minero energético, que son claves para la inversión privada, y todo lo que les está pasando, por supuesto no ayuda para que esa dinámica que necesitan tener, se produzca.
Construcción venía en picada desde hace rato
SEMANA: ¿Qué explicación hay para esas caídas tan significativas en industria, comercio y construcción?
L.F.M.: Hay explicaciones distintas en cada caso. En comercio e industria, se trata de dos sectores que crecieron de manera extraordinaria en 2021 y 2022. En dos años consecutivos tuvieron un crecimiento de dos dígitos. Ese efecto base juega en contra, por lo que no me sorprende que tengan cifras negativas. Estas dos ramas resolverán sus dificultades más adelante.
Pero la construcción es otra historia. Ha tenido varios trimestres de caídas y no hay que olvidar que incluye dos segmentos grandes: vivienda y obras civiles, que vienen mal desde pospandemia y ahora, con el último dato que publicó el Dane, está casi con un 40 % por debajo de los que tenía el país en 2019.
¿La ejecución anda mal?
SEMANA: El presidente Petro se refirió a la caída de la inversión y dijo que cuando cae la del sector privado debe aumentarse la del sector público, pero no se ha visto el plan de choque agresivo que se espera en estos casos. Las ejecución del presupuesto es baja. No parece haber una coherencia entre lo que hay que hacer y lo que se ha hace. ¿Qué opina?
L.F.M.: He escuchado repetidamente, de analistas y medios, que la ejecución del Gobierno no anda bien. Según nuestras revisiones, las cifras de ejecución de este gobierno no tienen nada distinto al resto de periodos gubernamentales. A octubre, la ejecución de este año va en el 71,5 %. El promedio de la ejecución en los últimos cinco años ha sido el 69,3 %.
Aún así, el gobierno sí podría acelerar un poco más esa ejecución. Especialmente porque, cuando la economía crece, la ejecución puede sea igual al promedio, pues no hace mucha diferencia; pero cuando la economía está en contracción, ahí sí hay que sobrepasar el promedio para evitar que, de nuevo, haya una contracción adicional.
No es momento para prescindir de la Regla fiscal
SEMANA: ¿Cómo recibió el anuncio del presidente Petro de abrir la discusión de no mantener la regla fiscal?
L.F.M.: La incertidumbre, especialmente con las reformas, ha causado efecto sobre la inversión privada, y lo que se requiere en este momento es exactamente lo contrario: mensajes de certidumbre, de cumplimiento de los compromisos en materia de deuda y reducción del déficit fiscal. Eso es lo que podría ayudar a reducir la tasa de interés y evitar presiones adicionales a la inversión privada. Así que no es una buena idea estar discutiendo en este momento eventuales modificaciones a la Regla fiscal.
SEMANA: Es como apagar un incendio con gasolina…
L.F.M.: Esto es pegarse un tiro en el pie. Es que, buena parte de lo que está pasando tiene que ver con que el costo de uso del capital en Colombia, que ha subido sustancialmente por varias razones: el riesgo fiscal, por el aumento de la tributación que viene de las últimas dos reformas. Este tipo de anuncios hacen exactamente lo contrario, generan ruido, generan incertidumbre y aumentan las tasas de interés para el Gobierno nacional y para todos los agentes de la economía.
La reducción de tasas para cuándo
SEMANA: ¿Cree que esta caída en el crecimiento de la economía debe ser la señal para que el Banco de la República empiece a bajar las tasas de interés?
L.F.M.: Naturalmente que esta noticia que no estaba en las cuentas de nadie le da un poco más de peso a esa balanza.
Cuando el Banco de la República sube sus tasas de interés lo hace justamente para tratar de reducir la dinámica de crecimiento de los precios, bajar la inflación a la meta que es de entre 2 % y 4 %.
Por otro lado, busca disminuir el crecimiento de la demanda (el consumo en su justa medida). Ahora estamos en un punto en el que la demanda agregada ya está donde debería estar y le abre un espacio al Banco de la República para iniciar esa senda de reducción de tasas de interés.
Así que, muy probablemente, en la reunión de diciembre (de la junta del Emisor), la discusión no va a ser si bajaron o no tasas, sino en cuánto bajarlas. Es decir, yo creo que la discusión será si la reducción debe estar en 25 o 50 puntos básicos (0,25-0,50 %), pero no me cabe duda que iniciará esa senda de reducción de tasas de intervención.
Faltó cancha con la política monetaria
SEMANA: Entonces ¿se ha manejado bien la política monetaria?
L.F.M.: Si uno se va un poco más atrás, yo creo que una de las explicaciones de lo que está pasando actualmente -y lo voy a decir muy francamente-, es que la política monetaria y la política fiscal post-pandemia no hicieron la tarea de suavizar los ciclos económicos.
Un elemento fundamental de la política monetaria y fiscal es que no se tengan altos crecimientos para luego tener bajos crecimientos.
Suavizar el ciclo económico es fundamental para, entre otras razones, evitar presiones a la inflación. Parte de lo que está pasando es que cuando usted tiene un crecimiento del -0,3 se está comparando contra un año en el que fue extraordinariamente positivo, pero que era insostenible.
Aquí faltó, yo creo, un poco más de cancha desde el punto de vista de la política monetaria y la política fiscal para evitar que la economía se desbordara y que tuviéramos esta especie de guayabo económico, que es lo que estamos viendo en este 2023.
Ojo con el aumento del salario mínimo
SEMANA: Parece haber muchos factores que pueden presionar la inflación al alza: el fenómeno del Niño, los aumentos en peajes y gasolina, además del que se viene en enero con el diésel. Es decir, el Banco de la República podría tener argumentos para no mover las tasas de interés. ¿Qué expectativas tiene con la inflación?.
L.F.M.: Es cierto que hay elementos que pueden afectar la dinámica de la inflación. Yo destacaría especialmente lo que tiene que ver con el aumento del precio del diésel, que arrancará seguramente el próximo año.
El fenómeno de El Niño, que todavía no sabemos su real intensidad y qué tanto podría afectar el precio de la energía, aunque parece que las noticias son positivas en ese frente. En las encuestas que nosotros hacemos, todos los impactos de este tipo de fenómenos ya están incorporados. Así que no me preocupa desde el punto de vista de expectativas de inflación.
SEMANA. ¿Qué le preocuparía con la inflación?
L.F.M. Un elemento que si podría generar cierta pausa por parte del Banco de la República es el aumento del salario mínimo.
El año pasado cuando aumentó tanto el salario mínimo dijimos: ojo con un aumento del salario mínimo muy grande, porque cuando aumenta mucho, aunque parece muy bueno que se ponga más plata en el bolsillo de los hogares formales, presiona los precios, ya que da más demanda agregada.
Si en este momento el Gobierno toma una decisión de subir mucho el salario mínimo, generará implicaciones de aumentos seguramente adicionales de la inflación el próximo año y eso podría cambiar a ecuación. Así que, el mensaje es: mucha responsabilidad.
La mala decisión de congelar los peajes
SEMANA: ¿Cuáles son los cálculos que hizo Fedesarrollo, acerca de cuánto pone el aumento de la gasolina, los peajes, las tarifas de energía... a la inflación?
L.F.M.: En gasolina, nuestros cálculos eran más o menos entre 2 y 3 puntos adicionales de inflación, pero como se ha hecho gradual, no es que vaya a aumentar en dos puntos o en tres puntos la inflación de este año, sino que es más o menos 1,5 esta año, y 1,5 en el siguiente.
Cuando se piensa en el diésel, tiene impactos indirectos a través, por ejemplo, del aumento del costo del transporte, los fletes, que pueden aumentar el precio de los alimentos. Hicimos todo el cálculo: si el Gobierno hubiera aumentado los peajes en el 13,12 % en enero de este año, la inflación hoy sería 0,01 % más alta. Es decir, es un aumento marginal, casi cero. Eso de congelar los peajes, ratifico, fue una muy mala decisión, porque no tuvo ningún impacto en materia de inflación y, además, es un sector que es crítico para la inversión privada y pública.
Cuando salga la actualización en el precio de peajes, el impacto va a ser marginal.
SEMANA: Pero además, el tema va a ser más ‘social y político’. Cuando suban los peajes, casi que se le van a juntar dos aumentos y a eso se va a sumar el incremento en el diésel que va a impactar a los transportadores, especialmente a los camioneros…
L.F.M.: Así es. Esa decisión tomada no aguanta ningún análisis de costo-beneficio, porque no tiene el beneficio que se buscaba, que era evitar presiones adicionales a la inflación. Por el contrario, se queda con todos los costos, no solamente el social y político de hacer la actualización, sino, el más importante: la incertidumbre que generó en el sector.
Por ejemplo, ¿qué inversionista de 5G estaría pensando en entrar a un proyecto cuando hay incertidumbre sobre si el Gobierno va a actualizar la fuente de pago más importante de un proyecto de este estilo?.
Pero quiero también reconocer que el Gobierno ha hecho esa tarea que no se hizo antes, de aumentar el precio de la gasolina y el diésel. El ministro ha sido muy claro, muy concreto: el precio del diésel tiene que aumentar porque el país no aguanta mantener un subsidio que cuesta al año entre 15 y 17 billones de pesos.
Reactivación económica ya
SEMANA: Con todo lo que sucede, ¿usted cree que hay la suficiente confianza del industrial, del consumidor para la reactivación de la economía en este último pedazo del año?
L.F.M.: Eso dependerá de las decisiones que tome el Gobierno nacional. Yo creo que si este campanazo de alerta lleva a que el Gobierno sea un poco más pragmático y adopte una serie de decisiones que eliminen las incertidumbres en estos tres sectores (Industria, comercio y construcción), y que también abra un espacio de diálogo mucho más amplio a las modificaciones de las reformas estructurales, naturalmente que podría haber ese espacio para ir remando en la dirección correcta y evitando una caída adicional de la inversión y de la actividad productiva en este último trimestre del año.
SEMANA: Pero las señales que envíe el gobierno llegarían tarde, porque ya estamos a mitad de noviembre y en octubre, según los comerciantes, también tuvieron un mal mes.
L.F.M.: Sí, pero este año ya está jugado. Con el dato del tercer trimestre de -0,3 %, el crecimiento del año corrido hasta el tercer trimestre es de 1 %. En ausencia de una caída adicional de la actividad económica en el cuarto trimestre vamos a estar en una cifra de crecimiento de 1,2 o 1,3 %.
Es decir, este año está jugado. Se requiere tomar acciones que tengan un efecto en el próximo año, para que en 2024 no estemos hablando otra vez de un año de muy bajo crecimiento y de alta inflación, que sería el peor escenario: una estanflación, que -obviamente- tenemos que evitar a toda costa.