Delitos
El flagelo del contrabando no solo creció, sino que se reinventó en la pandemia
Quienes se dedican a este delito se acomodaron a las nuevas realidades del comercio global para mover sus mercancías, al tiempo que quienes trafican con personas han aprovechado la mayor migración que provocó el coronavirus.
La reconfiguración de las cadenas de abastecimiento en el mundo como consecuencia de la pandemia llevó a una reorganización del contrabando, al tiempo que obligó a las autoridades a generar nuevas formas de hacer frente a la lucha contra este flagelo.
“Es necesario construir lazos sólidos entre empresarios y Estado, de modo que podamos trabajar conjuntamente y avanzar de manera decidida para combatir esta problemática que es tan dañina para el desarrollo de las naciones”, señaló Bruce Mac Master, presidente de la ANDI.
El dirigente gremial habló de este tema durante la instalación del 6° Encuentro de la Alianza Latinoamericana Anticontrabando (ALAC), el cual se lleva a cabo de manera semipresencial en Quito, Ecuador. El objetivo es ayudar a los países a enfocar y coordinar esfuerzos para sacar de operación a los actores criminales y a las redes ilícitas, reflexionando sobre los aprendizajes que ha dejado la pandemia de la covid-19 en la implementación de tecnologías y nuevos procesos en el control aduanero, fronterizo y sanitario.
El contrabando movió el equivalente al 2,5% del comercio global
Según el más reciente estudio de incidencia global del contrabando, realizado por la Ocde, este tipo de comercio alcanzó 464 billones de dólares en 2019, lo que representa 2,5 por ciento del comercio mundial, con un impacto perjudicial sobre distintos sectores como textiles, medicamentos, bebidas y alimentos, tabaco, cosméticos, juguetería, electrónicos, software y equipamiento médico; algunos de ellos, con la posibilidad de generar serios efectos en la salud y seguridad de las personas.
Arruina empresas y acaba empleos
Así mismo, el contrabando elimina empleo y genera efectos adversos en la sociedad, lo que implica que también puede ser considerado como una pandemia.
Cabe señalar que la Alianza, que ha crecido hasta representar 15 países de América Latina, se ha consolidado como una respuesta a los desafíos que genera el contrabando para actuar transnacionalmente a través de la difusión de buenas prácticas y definición de estrategias eficaces que contribuyan a la generación de ingresos legítimos y la protección del bienestar social, la salud y la seguridad pública.
Más delitos postpandemia
En Naciones Unidas también advirtieron desde diciembre pasado que como consecuencia de las restricciones de viaje y circulación impuestas por la pandemia de la covid-19 era factible esperar un aumento en el contrabando de migrantes y la de trata de personas desde los países más afectados por la violencia o la crisis económica hacia destinos más prósperos.
Prueba de esto es lo que está ocurriendo en Colombia con los 19.000 migrantes, en su mayoría haitianos, que están varados cerca del Darién con la esperanza de abordar embarcaciones que los lleven a la frontera con Panamá para seguir su camino hacia Estados Unidos, pese a las dificultades geográficas y climáticas. En la ONU explicaron que durante las restricciones de movilidad e incluso ahora más migrantes buscan la ayuda de contrabandistas para cruzar las fronteras, al tiempo que buscan rutas y situaciones más arriesgadas, que a su ves implican precios más altos.
Este conjunto de situaciones conforma un caldo de cultivo ideal para que los migrantes y refugiados sean más vulnerables a los abusos, la explotación y la trata, insisten los expertos de la ONU y agregan que por experiencias previas es factible prever que, si la recuperación económica de los países no es simétrica, suben los riesgos de explotación de las personas con necesidades económicas que buscan una vida mejor en el extranjero.
Es decir, el contrabando de mercancías y de personas son dos dramas que empeoraron con la pandemia.