OPINIÓN
El sector rural en Colombia: ¿qué nos falta para avanzar en inclusión y desarrollo?
Un 23 % de los colombianos vive en el campo; sin embargo, es preocupante que el 32 % de los mismos se encuentran en condición de pobreza.
Colombia es el país con mayor población rural en la región. Un 23 % de los colombianos vive en el campo; sin embargo, es preocupante que el 32 % de los mismos se encuentran en condición de pobreza. Lo anterior demuestra que en el país permanece latente la necesidad de cerrar las brechas sociales y económicas de las poblaciones más vulnerables y, sobre todo, fortalecer las capacidades técnicas de los pobladores rurales para que puedan generar ingresos.
Una de las principales estrategias para reducir la pobreza rural, de manera sostenible, es trabajar en aspectos como la inclusión y la eficiencia de los procesos en el campo; entender que el sector rural va más allá de lo agropecuario y que la ruralidad no es solo una, dado que cada lugar y población tiene sus dinámicas y necesidades particulares.
En Colombia existen 2,7 millones de productores rurales. Además, 63,5 por ciento de los productores residentes en área rural en el país son pequeños. De acuerdo con el último Censo Nacional Agropecuario, solo el 6 por ciento se encuentran asociados y el 24 por ciento han recibido asistencia técnica. Estas cifras indican que hay un gran margen de acción en cuanto a las herramientas e insumos que se requieren fortalecer en los actores rurales para que gestionen de mejor manera sus productos, dentro y fuera de su territorio, y para que, a partir de esto, puedan tener una mejor calidad de vida.
El rol del campo colombiano es imprescindible para el movimiento de la canasta básica de alimentos (CBA) en el país, teniendo en cuenta que el gasto en alimentos durante el año 2020 representó un 34,2 por ciento del ingreso de los hogares. Además, en América Latina, el 80 por ciento de los alimentos son producidos por agricultores familiares. De allí la importancia de generar iniciativas que promuevan acciones para el fortalecimiento de las capacidades sociales, económicas y políticas de los agricultores familiares.
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Uno de nuestros hallazgos en la época de aislamiento obligatorio generado en el 2020 a partir de la covid-19 es que los circuitos cortos de comercialización son un sistema eficiente para generar el acceso oportuno a los alimentos. Por ello, consideramos que es necesario evaluar las dinámicas rurales y desplegar estrategias conjuntas en torno a necesidades puntuales, que posteriormente puedan incidir en el fortalecimiento de las capacidades productivas, en especial para pequeños productores.
Desde la Fundación Alpina, como laboratorio social dedicado a la inclusión y productividad rural sostenible en Colombia, sabemos que es necesario afrontar los retos complejos del desarrollo rural y que solo se puede avanzar hacia la consecución de este objetivo con la participación activa y conjunta entre múltiples actores: las comunidades, el sector público, las empresas, los organismos internacionales, entre otros.
Desde 2008, hemos trabajado en más de 56 municipios del sector rural y más allá de ejecutar proyectos, nuestro objetivo es reconocer y transformar la vida de las familias, comunidades y organizaciones del sector rural, con un esquema de trabajo mancomunado, pues sabemos que el campo tiene un rol vital para el desarrollo integral de Colombia.