HIDROCARBUROS
Esta es la escalofriante historia de Emerald Energy, la petrolera que estuvo ‘bajo fuego’ en San Vicente del Caguán
Es la única petrolera que ha entrado al Caguán. Allí, en más de una década de operaciones, enfrentó varias circunstancias complejas y una de las más graves fue la reciente asonada. ¿Qué viene?
Con un contrato suscrito en diciembre de 2006 y una producción de petróleo que comenzó seis años después, con la intención de mantenerse por 18 años, la compañía petrolera china Emerald Energy ahora está ‘bajo fuego’. No se trata solo de la asonada del 2 de marzo de 2023 en la base de operaciones de San Vicente del Caguán, Caquetá, en el sitio Los Pozos, sino de la decisión que debe tomar ahora: seguir o no con la actividad.
La gente de la comunidad le pregunta si va a continuar, pues alrededor de 500 familias se quedaron sin trabajo, lo que llevará a que todo San Vicente del Caguán sienta la depresión económica. “Había sueldos de 5 millones de pesos. Eran unos 310 empleos directos de la comunidad.
A ello hay que agregarle el impacto en restaurantes, hoteles, estaciones de servicio y todo lo que se construye alrededor de una petrolera”, comenta un afectado, quien señala que los hechos pueden tocar entre 1.000 y 1.500 puestos de trabajo, entre directos e indirectos.
Por el momento, Emerald pidió a la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) la suspensión del contrato, lo que no implica su terminación, aunque podrían hacerlo por “circunstancias de fuerza mayor o hechos irresistibles de terceros”, según una cláusula en el contrato. Pero las decisiones están en estudio.
Para continuar su actividad, que requiere millonarias inversiones en dólares, se necesita protección de las Fuerzas Militares, algo que no parece haber existido el día en que se registró la detención de 79 policías y las lamentables muertes de un agente y un campesino, así como cuantiosos daños materiales. Varios de los asistentes a la mesa de negociación confirmaron que el ejército estaba a unos pasos de donde ocurrió la toma de las instalaciones de la petrolera, y no actuó, frente a miles de manifestantes con machetes, palos y hasta armas, porque no recibió la orden. Por ende, se abrieron investigaciones en la Procuraduría.
Al respecto, el presidente Gustavo Petro dijo a través de sus redes sociales: “¿Qué es lo que querían algunos entes públicos?: ¿que el Ejército entrara disparando a una manifestación de 7.000 campesinos del Guaviare, La Macarena, el Putumayo y Caquetá en el Caguán?”.
Por el momento, apenas empiezan a cuantificarse los impactos. Más allá de lo que representan las inversiones empresariales, está el nivel de confianza frente a nuevos inversionistas. Colombia ha sido una de las últimas naciones de Latinoamérica en atraer capital chino. Según Íngrid Chaves, presidenta de la Cámara Colombo China, hay alrededor de 40 empresas de ese país que invierten acá y generan unos 40.000 empleos.
Pese a que la actividad empresarial china en el sector extractivo en Colombia ha sido algo tímida, equivale a una inversión de 2.500 millones de dólares. Esto incluye todo el contexto minero-energético, pues, además de la extracción de petróleo, gas y carbón, con la compañía Continental Gold explota la mina en Buriticá.
Muchos afectados
Los inversionistas extranjeros deben ser protegidos tanto como los locales. Tres empresas de transporte, fundadas alrededor de la llegada de la petrolera –Cootramazonia, Transportadora La Ceiba y Transmaguare– tienen paralizados 160 camiones que movilizaban 2.500 barriles diarios para llevar el crudo desde el campo Capella, donde opera Emerald Energy, hasta el destino señalado. El traslado del crudo se hace para el abastecimiento local o para exportación, pues, según confirma Juan Felipe Neira, del Departamento de Derecho Minero de la Universidad Externado, “la gran mayoría de petroleras termina vendiendo a Ecopetrol o exportando directamente”.
Pese a que en el campo Capella los pozos son relativamente pequeños, el impacto en lo social y lo económico de una eventual salida es enorme. El país recibe regalías e impuestos, lo que representa ingresos para el Estado, y en los últimos meses se incrementaron debido a que el precio del barril de petróleo está entre 80 y 90 dólares. En cuanto a la inversión social, de acuerdo con el contrato suscrito con la ANH, debe ser del 1 por ciento del total de la inversión.
No obstante, en un territorio como el Caguán, donde la presencia del Estado es escasa, la llegada de una petrolera termina siendo una especie de caja menor para la comunidad. Algunas fuentes consultadas señalan que Emerald Energy ha invertido al menos 30.000 millones de pesos en infraestructura y apoyo social, mientras que la vía no construida, el florero de Llorente de la asonada, estaba a cargo del Invías, que ya tenía cronogramas para realizarla.
Emerald hizo el puesto de salud y puso la ambulancia. La compañía se volvió un ‘paraestado’. Cada vez que tenían una necesidad, algunas gobernaciones o alcaldías no llamaban al Gobierno central, sino a Emerald, sostuvo una fuente consultada.
Operación en zona compleja
Emerald Energy llegó a San Vicente del Caguán cuando la empresa aún era de origen británico. La zona establecida para la exploración y posterior explotación del subsuelo no solo era la puerta de la Amazonia, sino una de las áreas medulares del conflicto armado colombiano. El 12 de octubre de 2009, Sinochem Group, conglomerado estatal chino, adquirió el ciento por ciento de Emerald por una cifra cercana a los 1.000 millones de dólares de ese entonces, con lo cual accedió a las actividades de exploración de petróleo y gas de la firma británica, que ya venían en curso en Siria y en Colombia.
Aquí el área adjudicada fue de 29.899 hectáreas, según el contrato. Cada una de las fases de la actividad petrolera demanda millonarios recursos y requiere permisos ambientales y aceptación social. En términos económicos, solo para dar una idea, cada vez que se mete un taladro, porque ya se confirmó que hay petróleo, el costo es de entre 2 y 3 millones de dólares. El proceso se realiza en medio de fricciones con las comunidades, que, en el caso de Emerald, reclamaban por la protección del área y por las obras de infraestructura, que no las hay en el país. Justamente, en sus inicios en Colombia, la compañía tuvo dificultades para adelantar la exploración debido a la complejidad logística de acceso de los equipos al área.
En materia de seguridad, los riesgos también son altos. Una parte del personal de ingenieros, con el cual arrancaron la actividad exploratoria, venía de China y luego de haber iniciado la extracción de crudo cuatro funcionarios de Emerald fueron secuestrados y posteriormente liberados. “Recuperar la plata invertida para extraer petróleo no es nada sencillo. Llega un momento en que las cuentas de un campo están en rojo. Pero está de por medio un contrato que se firmó con la expectativa de que en algún momento se tendrá petróleo”, dijo una fuente consultada.
Aunque alrededor de Emerald han sido varias las resistencias sociales, ninguna había alcanzado la magnitud de la ocurrida el pasado 2 de marzo. La protesta, antes del acuerdo establecido tras la llegada del Gobierno nacional, duró más de 40 días, 23 de los cuales mantuvieron retenidos los camiones transportadores de crudo, que afortunadamente habían sido descargados.
Cada vehículo lleva entre 225 y 230 barriles de un material altamente inflamable. Dichos trabajadores, que están entre los más vulnerables en esta situación, tuvieron que acudir a la solidaridad para sobrevivir en ese tiempo, según contó un transportador. “Han hecho recolecta para algunos conductores, porque nadie aguanta un mes sin trabajar. Tenemos un básico, pero ese ingreso no alcanza a suplir las necesidades, pues lo complementamos con el porcentaje que recibimos por operación, y ese no se tenía”, manifestó la fuente.
Las instalaciones de la petrolera quedaron destruidas, por lo que los daños aún se están cuantificando. Solo resta esperar si los chinos reparan el entorno o se retiran.