Gasolina
Entre Duque y Petro, ¿quién tiene la culpa del precio alto o bajo de la gasolina y el ACPM?; esto dice experto
En septiembre de 2022, antes del ciclo alcista, se pagaban 9.180 pesos por galón. Ahora, el promedio está en 14.564 pesos. ¿Alguien hizo algo mal?. Esta es la opinión equilibrada de un analista.
Mucho susto hay entre los colombianos porque la palabra ‘aumento’ -en todo lo que tiene que ver con el costo de vida- se puso de moda. Pero nada como el incremento en el precio de la gasolina, que pasó de 9.180 pesos en septiembre de 2022, a 14.564 pesos en promedio en el país, aunque en ciudades como Villavicencio (Meta) hay que pagar 15.073 pesos por galón.
La polémica en el país se ha desatado alrededor de lo sucedido en el gobierno de Iván Duque, en comparación con lo que está pasando en la administración de Gustavo Petro.
Este jueves, Felipe Campos, un experto que lidera investigaciones económicas en la firma Alianza Valores, dio luces para dirimir el debate que se enfrasca en polarizaciones y se centra en encontrar al culpable de las alzas o de las bajas en el precio de la gasolina.
Para el analista, “la gasolina no sube por culpa de Duque o por culpa de Petro. Sube porque aumentó en el mundo, y en el escenario global nadie subsidia la gasolina”. Las dos ideas ponen sobre la mesa lo que hizo cada uno de los mandatarios en su momento, según lo que planteaban las condiciones que tuvo que enfrentar el gobierno anterior y lo que se vino para el actual. En eso está precisamente el desafío de una gobernanza.
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El país se iba incendiando
Desde la perspectiva de Campos, Duque tuvo que subsidiar la gasolina, y no tuvo más remedio que tomar esa decisión, porque el país se iba incendiando solo con la idea de una propuesta con el IVA. En esa oportunidad, “nadie, ni un alma del Gobierno o de la oposición, se quejó de que no la subieran”. Cuando llegan esas medidas, poco se piensa en el mediano plazo, sino que todo el mundo se embarca en el bote. Es algo parecido a lo que ahora está sucediendo con el congelamiento de las tarifas de energía durante la pandemia, que aliviaron el bolsillo de los ciudadanos en su momento, pero era algo que había que pagar en algún momento y son los saldos que ahora reclaman las comercializadoras de energía.
Y llegó Petro
Cuando llega el gobierno de Gustavo Petro, se presentaron otras circunstancias. “Le tocó subir el precio de la gasolina y dejar de subsidiarla, porque no tiene presentación luchar contra el cambio climático y subsidiar ese combustible”. Pero, no es todo, el país ha conocido que existe un déficit en el fondo que antes se encargaba de los subsidios.
Aparte de que también hay un asunto de inequidad alrededor de los subsidios a los combustibles: “Se subsidia más al rico que al pobre”, argumenta Felipe Campos.
Igualmente, explica el problema del déficit en el fondo. “Si la continúa subsidiando (la gasolina), no le alcanza la plata para reducir el déficit y para todos los otros gastos, pese a los ingresos adicionales de las reformas tributarias de ambos gobiernos”.
Pero ¿hay que seguir subiendo?
El interrogante que queda por resolver es si la gasolina debe seguir incrementando por dos meses más en un escenario en el que el petróleo está bajando de precio. No se puede olvidar que el Gobierno sustentó que se iba a incrementar hasta el nivel del precio internacional, pero si el petróleo se devuelve, los aumentos en el país lo alcanzan.
“A nosotros nos da que ya no deberían subirla mucho más porque ya está cayendo el precio en el mundo”, concluyó Campos.
Ahora viene el ACPM
Lo que sí se ve venir, y sin remedio, es el incremento en el precio del ACPM o diésel, que se mantiene en los mismos niveles de hace más de un año, es decir, subsidiado. Algunos analistas señalan que será difícil de medir el impacto que generará el incremento de este producto, puesto que no hace parte de la canasta básica, pero sí le pega a gran parte de los artículos que la componen. De allí los temores del Gobierno con el inicio de los incrementos en un momento en el que se está tratando de controlar la inflación, para que el Banco de la República pueda empezar a bajar las tasas de interés de referencia, cuyos niveles elevados han castigado las posibilidades de inversión y el consumo de los hogares. Es decir, están frenando la economía.