Macroeconomía
Estados Unidos aún no encuentra cómo pagar sus deudas y las autoridades ya hablan de “caos”
La confianza de los inversionistas se ha visto afectada por esta polémica.
La carrera contrarreloj para evitar un default de Estados Unidos echó a andar: el presidente Joe Biden organiza un cara a cara con los jefes de la oposición parlamentaria el martes entrante para tratar de alcanzar un acuerdo sobre la mayor deuda pública del mundo.
El mandatario estadounidense se reunirá con su principal adversario en este tema, el jefe de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, así como con Mitch McConnell, líder de la minoría conservadora en el Senado.
En juego: la reputación financiera de Estados Unidos y también mucho prestigio político.
El demócrata, de 80 años, sabe que la forma en la que gestione esta crisis pesará sobre su campaña de reelección en ciernes. Kevin McCarthy, quien resultó electo in extremis para dirigir la exigua mayoría opositora en la cámara baja, también se juega un partido importante para su liderazgo político.
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Duros golpes a la economía
Biden reiteró el viernes su mantra sobre este delicado asunto del endeudamiento, al señalar que los republicanos toman de “rehén” la economía al condicionar el aumento del límite de endeudamiento del país, o su suspensión, a recortes “draconianos” del gasto público.
“Estos asuntos no están vinculados”, afirmó Biden.
Para el presidente, el respeto por los compromisos financieros acumuladas por el país es una obligación para los legisladores de ambos partidos, en tanto el presupuesto anual puede ser objeto de un debate político. El demócrata recuerda siempre que el techo de la deuda fue subido tres veces durante el mandato de su predecesor republicano Donald Trump.
“Nosotros, los republicanos, hicimos lo que había que hacer. El balón está en el campo de los demócratas”, estimó, por el contrario, en Twitter uno de los legisladores opositores en la Cámara baja, John Rose, quien denuncia que Biden escapa a una discusión “seria” del proyecto de presupuesto de los conservadores.
El pasado domingo, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, volvió a advertir que, a menos que el Congreso actúe pronto, “se producirá un caos financiero y económico” con consecuencias en todo el mundo.
“Simplemente, es inaceptable que el Congreso amenace con una calamidad económica para los hogares estadounidenses y el sistema financiero mundial”, declaró Yellen a la cadena ABC.
Esta pulseada proviene de una particularidad institucional en Estados Unidos: es resorte del Congreso votar regularmente para aumentar el monto máximo de deuda que el país puede emitir, de forma de continuar financiando el funcionamiento del gobierno federal.
Hasta la Presidencia de Barack Obama, esta votación era una formalidad. Pero en un Estados Unidos polarizado, ya no es el caso. La Casa Blanca y los republicanos del Congreso ya no tienen demasiado tiempo para lograr un acuerdo.
Corre el reloj
El Tesoro de Estados Unidos ha advertido que sin aprobación del Congreso antes del 1 de junio, el gobierno deberá recortar gastos y prestaciones sociales si quiere continuar honrando sus obligaciones con acreedores.
El tope de endeudamiento de 31,4 billones de dólares, el más alto en valor absoluto entre todos los países del mundo, se alcanzó en enero. Pero el gobierno federal estableció medidas contables excepcionales para sobrellevar la situación. Estados Unidos no sólo podría ser incapaz de pagar sus cuentas y los salarios de los empleados públicos, sino también de reembolsar a sus acreedores.
Por primera vez, tenedores de bonos del Tesoro estadounidense, la inversión considerada más segura del mundo que permite a Estados Unidos financiarse a tasas bajas, sufrirían un impago. Según la Casa Blanca, un default terminaría con la reactivación económica de la cual Biden se atribuye el mérito, los mercados se derrumbarían, la recesión sería histórica y el desempleo se dispararía, con consecuencias sobre toda la economía mundial.
El calendario comprime los plazos: la Cámara de Representantes sesionará solamente 12 días en lo que resta de mayo. Y Biden parte en dos semanas en una gira diplomática de varios días por Japón y Australia.
Algunos comentaristas creen que la administración Biden podría, en caso de un estancamiento total de la discusión, autorizar unilateralmente más emisiones invocando la Enmienda 14 a la Constitución. Este texto establece que “la validez de la deuda pública de Estados Unidos (...) no debe ser cuestionada”.
“Todavía no llegué a eso”, dijo Biden a MSNBC, sin descartar formalmente esta opción.
*Con información de AFP.