Economía
Fenómeno de El Niño: ¿La suma de todos los males? ¿Habrá margen de maniobra? Informe enciende las alarmas
Este evento climático llega en un momento crítico para la región, después del auge del crecimiento, pero en un escenario de desaceleración, en medio de tensiones políticas y con rigideces económicas. Así lo plantea Moody’s en un reciente análisis. ¿Tendrán los gobiernos y las empresas capacidad de reacción?
América Latina está a la expectativa de la llegada del fenómeno de El Niño y de las implicaciones que traiga en materia económica. Los efectos en los alimentos, en los cultivos y en los precios, al igual que en la generación de energía que podría producir alta tensión en el sector y llevar a aumentos de precios por una mayor generación de las plantas térmicas e, incluso, a amenazar con algunas restricciones en el servicio, han encendido las señales de alerta.
Sin embargo, estas, a diferencia del pasado, están en un momento más complejo. Los países se enfrentan a distintas tensiones después de un par de años de expansión y crecimiento, pero con las cicatrices que dejó la pandemia.
Una inflación que apenas viene cediendo y que en países como Colombia aún se mantiene en doble dígito y lejos del rango meta que difícilmente se alcanzará a finales del año entrante; altas tasas de interés de los bancos centrales, precisamente para enfrentar los precios desbordados y que se mantendrán así al menos en lo que resta del año, y una desaceleración que ya se observa en el aparato productivo, al menos en Colombia. Para junio de este año, los resultados de la industria manufacturera no fueron los mejores: frente al mismo mes de 2022, la producción real presentó una variación de -4,8%, las ventas reales cayeron -5,3% y el personal ocupado se redujo -0,9%.
Por si fuera poco, las tensiones políticas en la región no ceden. El giro que dieron los gobiernos a la izquierda ha producido nuevas tensiones institucionales y fracturas que no han permitido sacar adelante reformas y proyectos como en Colombia o Chile, o que incluso han llevado a elecciones en Ecuador, en medio de magnicidios o profundas crisis institucionales, como en Perú.
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En medio de este complejo panorama, distintos analistas han calculado los impactos del fenómeno de El Niño en la inflación y en el crecimiento de las economías de la región, dependiendo de la intensidad de la sequía que se podría ver con más fuerza hacia el último trimestre de este año.
Ahora el turno fue para la calificadora Moody’s que en un reciente análisis sobre los golpes que puede dejar este fenómeno en América Latina ha encendido algunas alarmas.
Los gobiernos, las empresas de los sectores de corporativos y de la infraestructura de la región tienen hoy una menor flexibilidad financiera para hacer frente a un emergente fenómeno meteorológico de El Niño que en 2016, cuando azotó la región por última vez, señala Moody’s Investors Service en un nuevo reporte.
“Años de bajo crecimiento, acumulación de deuda, mayores costos de interés y crecientes riesgos políticos dejan a los gobiernos, las empresas vinculadas a los recursos naturales y de infraestructura con menos solidez financiera para hacer frente a posibles daños físicos e interrupciones operativas. Sin embargo, la mayoría de los países y sectores de América Latina sortearán el impacto climático sin experimentar grandes tensiones crediticias, gracias en parte a los esfuerzos para fortalecer la resiliencia física, y algunos incluso se beneficiarán del fenómeno”, advierte la entidad.
Según el estudio, el impacto a corto plazo del fenómeno de El Niño en el crecimiento del PIB estará sujeto a su gravedad, y los efectos a largo plazo dependerán de los daños a carreteras, escuelas y hospitales. Un fenómeno de El Niño a fines de 2023 ejercería presión sobre la actividad económica de América Latina para 2023-24 además de las difíciles condiciones financieras. “El Niño plantea dos riesgos particulares para los gobiernos: demanda de gasto en estímulo y reconstrucción de infraestructura; y el aumento de los costos de endeudamiento si el incremento de los precios de los alimentos retrasa o ralentiza la flexibilización de la política monetaria”, advierte el análisis.
Un fenómeno de El Niño severo podría obligar a algunos gobiernos a lanzar programas de estímulo fiscal y planes de reconstrucción, y ciertos países podrían invocar cláusulas de escape en sus marcos de reglas fiscales, lo que permitiría mayores déficits en 2023-24.
Esto en un escenario en el que los gobiernos ya han reducido sus déficits más cerca de los niveles previos a la pandemia, pero a ritmos diferentes: mientras Chile y Perú se han ajustado rápidamente, Colombia lo ha hecho más gradualmente. Los gobiernos podrían incluso optar por estrategias de reconstrucción de varios años que distribuyan el impacto para limitar el desvío fiscal, tal como lo hizo Perú en 2017. “Pero esa estrategia corre el riesgo de causar un daño duradero al stock de capital, incluso provocando agitación”, agrega el estudio de Moody’s.
Mientras tanto, el impacto de El Niño en la inflación y las tasas de interés corre el riesgo de empeorar los crecientes costos de los préstamos, que ya han aumentado.
Las mayores cargas de intereses han debilitado las métricas de asequibilidad de la deuda, en especial en países como Brasil y Colombia, y disminuyen los medios fiscales de los gobiernos para seguir reduciendo sus déficits mientras siguen asignando recursos para infraestructura y gasto social.
De otro lado, en el frente empresarial, El Niño afectará más a las industrias de recursos naturales de América del Sur. El predominio de América Latina en los mercados agrícolas y mineros globales significa que cualquier perturbación de la oferta interna influirá inevitablemente en los precios mundiales de las materias primas.
El panorama es complejo: El Niño afectará principalmente a las industrias de recursos naturales de América del Sur, incluidas la agricultura, la pesca, la minería, la celulosa, las proteínas, así como transporte y logística, particularmente en áreas que se inundan. Según el estudio, el predominio de América Latina en los mercados agrícolas y mineros mundiales significa que cualquier perturbación de la oferta interna influirá inevitablemente en los precios mundiales de las materias primas. Las interrupciones de cultivos en Brasil pueden elevar los precios de los alimentos y otros artículos, y el aumento de las lluvias que interrumpe las operaciones mineras en Perú y Chile restringirían los precios de los metales básicos suministros en todo el mundo, subiendo temporalmente los precios mundiales del cobre y el zinc. Las lluvias excesivas en Brasil también pueden reducir la producción de mineral de hierro o transporte, inflando también los precios en el mercado marítimo.
Un fenómeno de El Niño severo dañaría las industrias de recursos naturales, dejando a aquellas más expuestas a daños físicos más susceptibles a implicaciones crediticias negativas.
El Niño retrasaría el desarrollo de la infraestructura, con consecuencias crediticias mixtas para la generación hidroeléctrica y los precios de la electricidad. Las inundaciones pueden reducir las opciones de transporte de pasajeros, bienes y servicios, y pueden dañar la infraestructura crítica relacionada con la energía. Los precios de la energía serán menos predecibles en las regiones que dependen principalmente de la energía renovable, lo que plantea riesgos para las empresas de servicios públicos que carecen de contratos de protección.
En Colombia y Perú, El Niño aumentará la demanda de gas natural, beneficiando a sus productores a medida que las condiciones climáticas secas reduzcan la producción hidroeléctrica, así mismo, se desviaría parte de la producción de electricidad hacia centrales eléctricas de gas. Las interrupciones relacionadas con el clima que endurecen el mercado del gas también pueden aumentar los precios de las materias primas.
Finalmente, el análisis de Moody’s advierte que un fenómeno de El Niño fuerte comprometería la capacidad de pago de préstamos bancarios contraídos por los sectores de agricultura, ganadería, pesca y minería. Un fenómeno modesto solo tendría efectos leves a largo plazo en esos indicadores, y los bancos tienen reservas adecuadas para pérdidas por préstamos para resistir incluso un evento climático fuerte.
De acuerdo con Moody’s, los bancos latinoamericanos por lo general solo tienen exposiciones crediticias directas modestas frente a los segmentos de agricultura, ganadería, pesca y minería.
En toda la región, los programas de estímulo gubernamentales han compensado gran parte de las pérdidas pasadas relacionadas con el clima de préstamos a estas cuatro industrias. Pero las altas tasas de interés, la alta inflación prolongada y el débil crecimiento han contribuido a aumentar los índices de préstamos problemáticos en gran parte de América Latina desde principios de 2022, especialmente para tales consumidores sin garantía.
“Si bien los bancos latinoamericanos han compensado en gran medida su riesgo crediticio de alta morosidad de los préstamos al mantener sólidas reservas para pérdidas crediticias, la morosidad de los préstamos de algunos bancos seguirá aumentando en el tercer trimestre de 2023 antes de estabilizarse en el último cuarto”, concluye al análisis.