ESPECIAL MES DE LAS MUJERES
La covid-19 le dio un golpe a la igualdad de género
El confinamiento y los estragos socioeconómicos de la pandemia han recrudecido el riesgo de violencia y discriminación para las niñas y adolescentes. Entre los procesos de restablecimiento de derechos realizados por el ICBF en 2020, 66,6 por ciento de las víctimas fueron mujeres.
El cierre de las escuelas a raíz de la emergencia sanitaria ha significado pasar más tiempo en casa para niños y adolescentes. Por un lado, esta ausencia de la educación presencial ha suscitado graves desafíos de aprendizaje en el territorio nacional. Y, por otro, ha condenado a miles de menores víctimas de violencia intrafamiliar a pasar más tiempo con sus agresores.
Aproximadamente, cuatro de cada diez de los niños, niñas y adolescentes colombianos han sufrido algún tipo de violencia, según cifras del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). De ellos, cerca del 72 por ciento fueron violentados en su casa. De ahí que, solo entre el 24 de marzo y el 4 de abril de 2020, la Línea 141 de apoyo de la institución recibiera 4.043 solicitudes asociadas a este tipo de casos.
La pérdida generalizada de ingresos también ha aumentado el riesgo de violencia contra la niñez, en la medida que distintas familias se vieron forzadas a compartir un mismo techo, lo que ocasionó que los menores convivieran con adultos fuera de su núcleo familiar. “Se reportaron unos aumentos muy significativos de violencia física, psicológica y actos de negligencia. Encontramos un incremento del 43 por ciento de las llamadas a la Línea 141 entre 2019 y 2020”, afirma la CEO de Fundación Plan en Colombia, Ángela Anzola.
Y si bien este flagelo afecta a ambos géneros, lo cierto es que las niñas sufren más las consecuencias. De los 28.545 procesos de restablecimiento que llevó a cabo el ICBF en 2020, en 66,6 por ciento de los casos la víctima era una niña. La desigualdad de género se hace aún más evidente en los casos de violencia sexual: el 84,3 por ciento fue contra niñas y adolescentes.
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“Tristemente, nuestras niñas están en peligro en el lugar donde deberían estar más protegidas, que es en sus hogares. Y no es que entra un extraño a la casa y las viola. Muchas veces es alguien conocido, a quien le piden que las cuide: un tío, un padre, un primo, un hermano. Son personas en las que ellas han estado depositando su confianza”, explica Anzola, quien añade que las más afectadas por violencia sexual son menores entre los 10 y 14 años, seguidas de las que tienen entre 5 y 9.
Por otra parte, el confinamiento hizo que más labores del hogar recayeran sobre las niñas y adolescentes. Ya en 2017, las mujeres gastaban en promedio 7 horas y 14 minutos en labores no remuneradas de cuidado y mantenimiento del hogar, mientras que los hombres invertían 3 horas y 25 minutos en estas actividades. “Con la pandemia, las niñas tuvieron que cumplir esas labores de cuidado y acompañamiento escolar a sus hermanitos. Esto afectó su desempeño escolar”, indica Heydi Arévalo, gerente de estrategia y gestión del conocimiento de World Vision Colombia. Aunque todavía no existen cifras exactas, se prevé que la deserción escolar para niñas y adolescentes será mayor que la de los niños.
Otra consecuencia de la emergencia sanitaria ha sido la restricción de los servicios para el acceso a los derechos sexuales y reproductivos de las adolescentes. “La atención y orientación en temas de planificación familiar dejó de ser prioritaria por la emergencia. Y aunque las farmacias siguieron abiertas, las mujeres más vulnerables no tenían cómo pagar unas pastillas de planificación familiar, si su decisión era tomarlas”, expone Arévalo, quien añade que, en consecuencia, el número de embarazos no planificados está abocado a aumentar.
Control de daños
Las instituciones públicas juegan un papel clave en la mitigación de los efectos de la pandemia en la desigualdad de género. El Rastreador de la Respuesta de Género Global a la Covid-19, un observatorio creado por las Naciones Unidas, registra que Colombia ha implementado al menos 20 políticas públicas con una atención especial al género durante la emergencia sanitaria. Entre ellas está el fortalecimiento de la Línea 141 por parte del ICBF.
Así mismo, la entidad ha apostado por prevenir la violencia trabajando con 64.000 familias en condiciones vulnerables y otras 17.000 de comunidades indígenas, afros, palenqueras y raizales de 19 departamentos. La iniciativa consiste en realizar talleres de formación en materia de equidad de género, derechos sexuales y reproductivos, así como roles de género y economía del cuidado.
Parte importante de este esfuerzo ha sido dirigido a formar a los más pequeños en materia de nuevas masculinidades. “Les enseñamos a los niños desde la primera infancia el tema del respeto y garantía de los derechos de las mujeres. Si desde la primera infancia empiezo a inculcarles elementos de igualdad, ese es el tipo de concepciones que van a tener a lo largo de la vida”, explica Lina Arbeláez, directora del ICBF.
Por otra parte, el instituto promueve la inclusión de temas STEM –ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés– en la educación de primera infancia. Esto resulta especialmente importante para las niñas, puesto que son áreas del conocimiento tradicionalmente asociadas a roles masculinos. De hecho, en Colombia, solo el 15 por ciento de las universitarias estudian carreras STEM, frente al 31 por ciento de los hombres.
“Se hizo un trabajo de la mano de madres comunitarias y agentes educativos del ICBF para incorporar dichas habilidades en la educación”, declara Arbeláez.
En esta misma línea, se han destinado más de 98.000 millones de pesos en 35.000 becas para la formación de madres comunitarias en materia de educación inicial, psicología infantil, prevención de violencias y nutrición.
A pesar de que reconoce los esfuerzos gubernamentales e institucionales, la CEO de Fundación Plan advierte que la reducción de las brechas de desigualdad depende de la responsabilidad de toda la sociedad.
“Muchas personas hemos sido testigos en algún momento de la violencia en contra de un menor, y nos hemos quedado callados. El impacto de la pandemia en la desigualdad de género para la niñez puede ser desastroso, pero también es algo que podemos mitigar. Estamos llamados a actuar”, afirma Anzola.