Laboral

La cruda realidad de los alcaldes que no logran bajar el desempleo

Aunque en 2021 el desempleo se redujo, 3,3 millones de colombianos aún están desocupados. Esta es la cruda realidad que viven los alcaldes de las ciudades con más desempleo e informalidad del país.

5 de febrero de 2022
  La informalidad es uno de los graves flagelos que afectan a varias capitales del país. El gran reto está en que la economía sea capaz de generar más empleos de calidad. Aún faltan 1,2 millones que existían en 2019 y que aún no se han recuperado.
La informalidad es uno de los graves flagelos que afectan a varias capitales del país. El gran reto está en que la economía sea capaz de generar más empleos de calidad. Aún faltan 1,2 millones que existían en 2019 y que aún no se han recuperado. | Foto: foto: esteban vega la-rotta-semana

Está sobrediagnosticado, pero no por eso deja de ser uno de los mayores problemas del país. El desempleo se mantiene como un lastre que no solo arrastra a millones a la pobreza, sino que además impide que Colombia crezca más.

Si bien la pandemia fue la gran responsable de que la desocupación llegara a picos que no se veían desde 1999, lo cierto es que este es un problema que viene de mucho antes, pues no solo tiene que ver con las personas que no cuentan con un trabajo de calidad, sino con la gran informalidad laboral y la limitada capacidad de la economía para generar nuevos empleos.

Las cifras del Dane indican que el país pasó de tener 2,6 millones de desocupados en 2019 a 3,7 millones en 2020 y luego a 3,3 millones en 2021, una mejora para nada despreciable, aunque aún falta conseguirles empleo a 738.000 personas para volver a los niveles de prepandemia. Algo similar ocurrió con otra medición que, para muchos expertos, es la que se debería tener en cuenta a la hora de analizar el mercado laboral. Se trata de cuánta gente está ocupada o efectivamente trabajando (así sea en la informalidad). En 2019 eran 22,8 millones de colombianos; en 2020, 19,8 millones y en 2021, 21,08 millones, así que aún faltan 1,2 millones de puestos de trabajo que no se han podido recuperar.

juan daniel oviedo Director del Dane
Juan Daniel Oviedo, director del Dane. | Foto: fotos: juan carlos sierra-semana

La insuficiencia de nuevos empleos se evidencia más claramente en las 13 principales ciudades del país, que están 5,8 por ciento por debajo del dato de 2019. El ministro de Trabajo, Ángel Custodio Cabrera, explica que técnicamente el empleo formal es lo más difícil de recuperar y detrás de la tasa de desempleo en dos dígitos está la informalidad, pues es población que entra y sale de las estadísticas. “La economía está absorbiendo de nuevo la mano de obra perdida en la pandemia, pero muchos sectores apenas están empezando a reactivarse. En la rama del entretenimiento, por ejemplo, seguirá habiendo una afectación en el empleo porque actividades como los conciertos tenían mucho empleo informal que, por ahora, ha desaparecido”, aclara.

Ángel custodio cabrera Ministro de Trabajo
Ángel Custodio Caberera, ministro de Trabajo. | Foto: fotos: juan carlos sierra-semana

En efecto, las estadísticas del Dane indican que los sectores en los que más falta recuperar empleos es en actividades artísticas, entretenimiento, recreación, alojamiento y servicios de comida, así como en información y comunicaciones. Igualmente, en otros sectores económicos en los que la recuperación ha sido más rápida, se siente el hueco que han dejado los empleos perdidos, en particular porque son grandes empleadores. Uno de ellos es la industria manufacturera, que empleaba a 2,5 millones de colombianos en 2019 y ahora tiene 2,2 millones.

Mal de muchos...

Si las cifras nacionales muestran una terca persistencia del desempleo, en el ámbito regional la situación luce aún más preocupante. En las 23 mayores urbes del país, solo cuatro registran una tasa de desempleo inferior al promedio nacional del año pasado, que fue de 13,7 por ciento.

La peor situación la viven las capitales de Chocó, Norte de Santander y La Guajira. Quibdó tiene hoy el mayor desempleo del país, por encima de 20 por ciento, y Cúcuta la mayor informalidad, con 70 por ciento de su fuerza de trabajo en dicha condición. Precisamente, el alcalde de esta capital, Jairo Tomás Yáñez, explica que el mercado laboral de su ciudad está afectado por diversos factores como la vecindad con 40.000 hectáreas de coca, lo que promueve la informalidad; presencia en la zona de no menos de 15 grupos delincuenciales y desplazamientos forzados.

El desempleo y la elevada informalidad de esta capital también son consecuencia del cierre de la frontera y el efecto dramático de la covid-19, así como “la corrupción de más de 25 años en manos de mafias que usufructuaron los recursos de la ciudad en forma unilateral”, puntualiza el mandatario.

Yáñez aclara, sin embargo, que la desocupación ha venido bajando, pues alcanzó a estar en 33 por ciento y el año pasado cerró en 19,4 por ciento. “Aún tenemos por recuperar cerca de 17.000 empleos en el sector manufacturero, que sufrió de manera especial una disminución de la demanda por el cierre fronterizo. De igual manera, la condición sui generis de Cúcuta, como receptora de la diáspora migratoria más grande del mundo, les pone presiones adicionales a los indicadores de desempleo”, recalca.

Su colega José Ramiro Bermúdez, alcalde de Riohacha, la tercera ciudad con mayor desempleo y la cuarta en informalidad, explica que hay dos causas principales para esta situación. La primera es que, históricamente, muchos de sus ciudadanos han vivido de la informalidad por su alta relación con el contrabando. Y la segunda, es la ingobernabilidad que han tenido tanto Riohacha como La Guajira durante los últimos años, que posteriormente empeoró con los impactos de la pandemia.

“Por la covid-19 muchas personas cayeron en la informalidad y se cerraron numerosas empresas. Por ejemplo, en los centros comerciales vimos cierres de hasta 30 por ciento de los locales”, recuerda Bermúdez y dice que otra circunstancia que los está afectando este año es no poder celebrar los carnavales, que son intensivos en mano de obra y que fueron aplazados para marzo, mes que por ser electoral tendrá menos días en los que se pueda vender licor.

En Riohacha también atribuyen a la migración venezolana el aumento en la informalidad, la cual, en el pico de la pandemia, alcanzó a estar en el 80 por ciento de su población ocupada. Así mismo, esta capital no tiene un tejido empresarial tan grande como el de otras ciudades (dependen mucho de una sola compañía –Cerrejón–) y el gobierno local no recauda los impuestos suficientes para hacer más obras que impulsen el empleo.

Pese a lo anterior, ambos alcaldes son optimistas y creen que en 2022 le podrán quitar puntos al desempleo. En Cúcuta trabajan para conectar a la ciudad con la red nacional de gas, con lo que esperan favorecer la competitividad de la industria local. De igual manera, buscarán mejor su conectividad vial y ofrecer más programas de capacitación para potenciar las habilidades de su fuerza laboral. En Riohacha la apuesta es el Fondo Emprender, en el cual, con recursos propios y del Sena, buscarán apalancar la creación de nuevas empresas. También planean aumentar la promoción de la ciudad como destino turístico e iniciar la construcción de obras civiles.

Las recetas para combatir este flagelo social ya existen, lo que falta es implementarlas bien para que se logren los resultados esperados.

También en el campo

Una de las áreas en las que tradicionalmente el desempleo no ha sido motivo de preocupación es el campo, pues muchos de sus habitantes trabajan por cuenta propia en sus parcelas. La desocupación de las zonas rurales siempre ha sido inferior al promedio nacional (8 por ciento vs. 13,7 en 2021), sin embargo, se han prendido las alertas porque en esas zonas del país tampoco se han podido recuperar empleos formales perdidos durante la pandemia. Aún faltan 241.000 de los que existían en 2019.

Felipe Fonseca Fino, director de la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (Upra), explica que además de la crisis sanitaria, el mercado laboral agropecuario estuvo afectado por el paro nacional, así como por las migraciones internas de personas que decidieron irse a la ciudad. Otro factor determinante en el trabajo del campo es el clima. Destacó, sin embargo, que ya se detuvo el aumento del desempleo y que las perspectivas para este año son positivas por los mejores precios de los productos agropecuarios.