Economía
“La demora en la entrega de las viviendas le cuesta al país 100.000 millones de pesos mensuales”: Camacol
En entrevista con SEMANA, Guillermo Herrera, presidente del gremio, asegura que estos retrasos afectan a más de 50.000 familias que están pendientes de que giren los subsidios y ya deberían estar viviendo en su techo propio, así como a los constructores cuyo “taxímetro” sigue corriendo. El dirigente celebró los anuncios del Gobierno para aumentar el presupuesto en un billón de pesos.
SEMANA: ¿Cuál fue el comportamiento de la venta de vivienda nueva en Colombia?
GUILLERMO HERRERA (G.H.): Preocupante. Estamos atravesando uno de los peores momentos en los últimos 10 años de la política de vivienda en Colombia. A marzo de este año la caída en las ventas de vivienda de interés social fue de 61,4 %, si lo comparamos con marzo del año anterior. Es decir, este año en marzo solamente se vendieron 5.800 unidades, cuando un año atrás estábamos vendiendo alrededor de 18.700. Y si lo miramos en el contexto trimestral de lo que pasó entre enero, febrero y marzo de este año y lo comparamos con el mismo trimestre del año pasado, esa caída es del 58 %.
SEMANA: ¿Qué conclusiones le arrojan esas cifras?
G.H.: Aquí tenemos varias conclusiones. La primera es que la contracción de 61,4 % de marzo contra marzo hace parte de una cadena de caídas mensuales que hemos tenido durante los últimos 12 meses. La caída en la vivienda de interés social empezó en febrero del año pasado, llegamos a marzo y continuamos cayendo. Es una de las más pronunciadas en los últimos 10 a 15 años, pero además nos muestra que hoy estamos vendiendo menos viviendas, que las que vendíamos durante los meses de confinamiento obligatorio en plena pandemia.
Lo más leído
Durante esa época vendíamos un promedio de 6.300 viviendas cuando estábamos encerrados y estábamos pensando que nos íbamos a morir. Hoy estamos vendiendo 5.800 y en ese contexto de la evaluación trimestral, pues la conclusión es que la caída del -58 % algunos podrán decir que el año pasado se vendió mucho, entonces hay un efecto base en la economía y por eso la caída. Otros pueden decir que es un movimiento cíclico normal del sector. Pero la verdad es que cuando se miran esas 21.000 unidades que se vendieron en estos tres primeros meses y se compara hacia atrás cuando tuvimos ese alto nivel de actividad en el sector, es algo que no vemos desde hace 10 años. Es la cifra más baja de la última década.
SEMANA: Es decir, ¿hoy los resultados son peores que en la pandemia y en la última década?
G.H.: Tenemos un nivel de caída en ventas incluso por debajo del que experimentamos durante la crisis del petróleo en los años 2014-2015, cuando se desplomaron los precios del crudo. En ese momento el gobierno nacional, sacó un plan que se llamaba el Pipe que era el Plan de Impulso de la Productividad del Empleo. Estamos incluso por debajo de ese nivel y todavía por debajo de la caída que experimentamos en el año 2008 cuando la crisis financiera global.
SEMANA: En ese escenario, ¿cuáles son las proyecciones para este año?
G.H.: Si no hacemos nada, y creo que aquí es muy importante la intervención y el trabajo que estamos impulsando con el gobierno nacional, pero si no o corregimos el curso, la proyección oficial que tiene Camacol es una disminución en ventas en 2023 de 43 %, comparado con las 178.000 unidades de interés social que se vendieron el año pasado. Por eso, y lo que quiero destacar aquí, es que reconocemos y celebramos el anuncio del presidente Gustavo Petro que, el pasado 13 de abril, tomó cartas en el asunto y anunció que habrá recursos adicionales para el programa de Mi Casa Ya, que es el que sostiene e impulsa las ventas de vivienda de interés social en Colombia.
Ese billón adicional es muy importante. Como lo ha dicho la ministra de Vivienda, con esos recursos lograríamos tener 75.000 cupos de subsidio para este año, aunque con un problema y es que hay muchas viviendas haciendo cola.
SEMANA: Antes de llegar a ese punto, cuando miramos este panorama hablábamos de una situación macro con una inflación alta, que en el IPP seguramente les pegó a los constructores, unas tasas de interés que han venido creciendo y que encarecen el crédito para las familias colombianas y un escenario de política pública en la que se está moviendo. ¿Ese coctel explica lo que está pasando?
G.H.: Sí, definitivamente. Ese coctel está afectando el comportamiento y la dinámica del mercado de vivienda en Colombia. Claro, la situación macroeconómica afecta, las condiciones que impone la inflación creciente y su efecto en el incremento de las tasas de crédito hipotecario para el país. Eso genera preocupación, desincentiva la compra de vivienda en un contexto de crecimiento económico que va a ser bastante magro, si tenemos en cuenta la proyección del Banco de la República, que ve un crecimiento de menos de un punto porcentual en el producto interno bruto. Eso de una parte; pero de otra, creo que se ha generado mucha incertidumbre alrededor de los cambios de política pública. Si bien el gobierno nacional ha decidido darle continuidad al programa de Mi Casa Ya, que como lo ha denominado la señora Ministra de Vivienda es la columna vertebral de la política de vivienda en Colombia, hay que tener presente la alta penetración de este programa, pues básicamente ocho de cada 10 viviendas de interés social que se venden en Colombia van con subsidio de Mi Casa Ya.
Es un programa muy importante, pero que ha tenido problemas. El primero, en octubre del año pasado se acabaron los recursos presupuestales de Mi Casa Ya y desde ese momento se suspendieron los desembolsos de subsidios, lo que implicó un grave trancón. Hoy tenemos 50.000 viviendas o más que no se han podido entregar a sus beneficiarios por la falta de los desembolsos. Y, en segundo lugar, los cambios que se han anunciado sobre el funcionamiento de Mi Casa Ya, con dos ideas que compartimos absolutamente desde el sector de la construcción: primero focalizar mejor, y segundo, llegar a regiones donde el programa no ha tenido tanta cobertura. Pero esos dos puntos plantean retos que también pueden generar distorsiones o problemas en la comercialización de vivienda, mientras salimos de un proceso de transición.
SEMANA: ¿Cómo cuáles?
G.H.: El Sisbén porque se está incorporando un trámite que no tenía Mi Casa Ya para el momento en que los hogares quieran solicitar un subsidio de vivienda.
SEMANA: ¿Cuáles fueron los ajustes que hizo el Gobierno en Mi Casa Ya en materia de quiénes podían acceder a ellos?
G.H.: Aquí hay unos ajustes muy importantes y debo decir que no son ajustes operativos del programa. Son de fondo que tienen implicaciones en los propósitos de la política pública para la vivienda de interés social. El primero de ellos tiene que ver con las condiciones de focalización, el segundo tiene que ver con el tema de cobertura territorial donde se mete entre otras cosas la posibilidad de subsidiar vivienda de interés social en suelo rural; y uno tercero tiene que ver con la operatividad o la transición que requiere el programa para los hogares que venían en cola y esperan el subsidio.
SEMANA: ¿Qué pasa con la focalización?
G.H.: El Gobierno ha señalado que es necesario involucrar un mecanismo como el Sisbén como criterio para garantizar la focalización del programa en los hogares de menores ingresos. Esta es una decisión que ya está en firme que tenemos que aplicar utilizando el Sisbén como un mecanismo oficial del Estado colombiano para identificar potenciales beneficiarios del subsidio, señalando entre otras cosas el ministerio que va a corregir problemas que hoy tiene el sistema, como que los hogares autodeclaran el ingreso cuando solicitan un crédito en Mi Casa Ya para el subsidio y dos que se necesita llegar incluso a hogares que ganen menos de un salario mínimo de ingreso para poder comprar vivienda con Mi Casa Ya.
SEMANA: En este caso, ¿qué le han dicho ustedes al Gobierno?
G.H.: Le hemos señalado al Gobierno nacional varias cosas. Una, Mi Casa Ya es un programa que focaliza muy bien. De hecho, de acuerdo con las mismas cifras del Ministerio de Vivienda, el 80 % de los compradores de Mi Casa Ya que han sido para el año 2022 cerca de 67.000 hogares, eran hogares que ganaban menos de dos salarios mínimos de ingreso. Segundo, de acuerdo con una muestra que nos presentó el ministerio de 140.000 de los 250.000 beneficiarios que ha tenido Mi Casa Ya en sus siete años de operación de 140.000 que tenían Sisbén, además, solo el 7 % supera los rangos de calificación que hoy está definiendo el Gobierno nacional. Eso quiere decir que el 93 % de los beneficiarios sí cumplía con los criterios de focalización.
Y hay otro punto que parte de la evaluación que hizo la Universidad de los Andes sobre Mi Casa Ya y que hace una comparación de los precios de la vivienda que compran los colombianos con este programa y compara el precio de las viviendas que se adquirían con el subsidio a la tasa de interés, el famoso Fresh 2 y decía que con ese programa el precio de las viviendas en promedio era como de unos 120 o 121 salarios mínimos.
SEMANA: ¿Cuál es el reto ahora?
G.H.: Esto es importante verlo porque ahora el reto con ese nuevo trámite del Sisbén pues lo van a tener es las autoridades territoriales, en las oficinas de Sisbén. ¿Y por qué digo esto? De acuerdo con las estimaciones que tenemos de Camacol del total de viviendas que se esperan entregar este año, y según lo que nos reportan nuestras 19 regionales, solamente el 52 % de los hogares tiene Sisbén. O sea que un 48 % de los hogares tendría que ir a adelantar este trámite que antes no tenían.
SEMANA: Uno vería que son dos mercados distintos, uno de familias en Sisbén y otro de un mercado que ha venido funcionando. ¿Por qué no se crea un producto específico para el Sisbén en vez de complementarlo con otro?
G.H.: Esa es una apreciación interesante y que uno debería explorar. Sobre todo, si miramos el propósito de focalización que pretende el Gobierno nacional y, repito, estamos de acuerdo en que el tema es que Mi Casa Ya es un mecanismo, es un programa de mercado y nació en un contexto en el año 2015 en el marco de ese Pipe que había creado el Gobierno Nacional para atender la crisis de los precios del petróleo. Pero recordemos que para esa época había una gama diferente de programas de subsidio de vivienda que tenían en cuenta la condición de ingreso y vulnerabilidad de la población.
Había un programa que se llamaba “viviendas gratis”, que estaba diseñado para hogares en condición de pobreza extrema, afectados o víctimas del conflicto o afectados por desastres naturales. Los hogares que por su condición de ingreso y vulnerabilidad no tenían posibilidad de acceder a un crédito. Arriba, teníamos un programa que se llamaban las Vipas que eran viviendas para ahorradores y le apuntaba a hogares con ingresos de menos de dos salarios, hacia 1,2 o 1,3 salarios mínimos, en donde se combinaba la oferta de los proyectos con el fortalecimiento de la demanda para que pudieran tener algún ahorro, algún crédito y comprar vivienda de interés prioritario. Y encima de esos programas venía a Mi Casa Ya inicialmente para hogares que ganaran entre 2 y 4 salarios. El programa después amplió su cobertura a los hogares de menos de dos salarios en el año 2017. Y arriba estaba el fresh, el fresh no VIS y todos los incentivos tributarios.
Cuando menciona que hay como dos mercados y que básicamente aquí hay una apuesta importante y ambiciosa y que creo que vale la pena discutir, lo cierto es que sí parece que se quisiera estirar la cobertura del programa también para llegar a unos niveles de condición de los hogares que de pronto necesitan es otro programa para la atención de sus necesidades de vivienda.
Salieron los datos de la Encuesta de Calidad de Vida del Dane que nos muestra cosas muy interesantes: el tamaño de los hogares siguió bajando llegó a 2,9 personas por hogar, pero se incrementó mucho el tamaño de los hogares que viven hoy en arrendamiento. Seguramente cuando uno mira eso por ingreso, hay muchos hogares en los deciles más bajos de ingreso del país que, de pronto, no necesitan comprar vivienda en un esquema como este, sino que hay que procurarles, desde la política pública, otro mecanismo de acceso a la propiedad de la vivienda.
Pero yo creo que parte del reto grande que va a tener la nueva era del programa de Mi Casa Ya es poder conciliar ese mercado de compradores, con ese propósito de llegar a los más vulnerables, a los que están en mayores condiciones de pobreza mediante este mecanismo de evaluación del Sisbén que además implica una cosa: cuando pide Sisbén y otorga puntaje, eso implica que hay que hacer unos listados de hogares que cumplen con esos criterios y tienen más puntaje que otros. Y eso básicamente es parte de la gran apuesta, que ahora hace el Gobierno Nacional que se había eliminado precisamente con Mi Casa Ya en el año 2015. Se eliminaron esos listados de hogares, los listados vuelven y eso implica que tiene que haber cortes periódicos de los recursos disponibles frente a los hogares que cumplen en el orden de calificación para que entren al programa.
Eso empieza a ponerle un reto a este mecanismo de mercado, que ahora necesita de la palabra final del Ministerio de Vivienda como condición para la asignación del subsidio que tiene que casar con el crédito hipotecario.
SEMANA: ¿Qué pasa con esas más de 50.000 familias que están esperando que les llegue el subsidio para poder cerrar financieramente su proyecto de vivienda? ¿En qué estado están, en qué limbo quedaron?
G.H.: Hay que entender el drama y la angustia de las personas porque no estamos hablando de cinco, de diez o de 15 viviendas, estamos hablando de 52.000 viviendas, que quedaron acumuladas y terminadas. Son viviendas terminadas cuyos hogares, los compradores, ya pagaron la cuota inicial y que ya tienen un crédito hipotecario aprobado, pero que solamente les falta el desembolso del subsidio para poder escriturar. Entonces este es un tema que afecta a muchas personas y que se desprendió precisamente por la falta de los recursos que mencionamos al inicio de esta conversación desde octubre del año pasado para poder desembolsar los beneficios de Mi Casa Ya.
SEMANA: ¿Qué consideraciones hay que hacer?
G.H.: Habría dos consideraciones: los hogares que ya tienen el subsidio asignado y que solamente les falta el desembolso, para ellos está claro que no hay que pedirles el Sisbén. Sin embargo, en el régimen de transición que ha anunciado el Ministerio y que ya quedó consignado jurídica y legalmente en las nuevas normas del programa, aquellos hogares que no tengan subsidio asignado tengan la vivienda terminada y hayan pagado tendrán que ir a solicitar el Sisbén en caso de que no lo cuente. Y como entendemos nosotros desde el sector, tendrán que cumplir con los criterios de calificación y priorización, según los cortes estimados para la asignación de los subsidios de acuerdo con lo que ha definido el Ministerio de Vivienda.
SEMANA: Esto se convierte en una carrera contrarreloj porque la gente está esperando que le desembolsen el subsidio, pero por el otro lado también le están corriendo sus tasas de interés, su crédito hipotecario, la gente que necesita entregar la vivienda y los desistimientos de la gente que dice no lo logro. ¿Cuánto ha crecido ese desistimiento en Colombia?
G.H.: Ha crecido mucho, en ciudades como Bogotá ha llegado más del 40 %. Es una situación de verdad complicada. Como decíamos al principio, creo que hoy tenemos cifras del sector que no veíamos hace 10 o 15 años en un contexto macroeconómico con una inflación muy alta, con tasas de interés hipotecarias muy altas, pero además con una condición de drama de muchos hogares, que ya llevan desde octubre hasta marzo, 6 meses, esperando a que se les entreguen sus viviendas; hogares, que tienen gastos y siguen pagando arriendo.
De hecho, estimamos que lo que está perdiendo el sector hoy o la sociedad colombiana con la demora en la entrega de estas viviendas es un costo muy alto. Esos más de 50.000 hogares, que hoy deberían estar, por ejemplo, viviendo en sus inmuebles y pagando las cuotas hipotecarias de sus créditos que además son más bajas que el arriendo que pagan hoy, nos va a dar esta cifra: hoy esos hogares, que siguen pagando arriendo deben estar gastando alrededor de 20.400 millones mensuales, pero los constructores también tienen unos créditos de construcción, esos créditos de construcción para estas viviendas que tienen un valor estimado a los 6,3 billones de pesos, esos créditos de construcción pueden tener un valor de 4,5 billones de pesos que generan intereses mensuales, el taxímetro de los constructores ahí está prendido y tienen que pagar alrededor de 78.000 millones mensuales, más los arriendos de los hogares. Estamos hablando de casi 100.000 millones mensuales que está gastando el sector que es plata que o los hogares podrían estar usando para pagar su vivienda o que los constructores podrían estar usando para analizar nuevos proyectos.
SEMANA: ¿Cuánto se necesita para el programa de Mi Casa Ya para ponernos al día?, ¿cuánto tenemos y cuánto faltaría?
G.H.: Nosotros estimamos de acuerdo con la información que tenemos de las salas de ventas de todos los afiliados de Camacol a nivel nacional, que además de estas 52.000 viviendas que tenemos hoy, a diciembre de este año se van a terminar y se van a entregar otras 53.000 viviendas. Solo para este año, de acuerdo con nuestras proyecciones y si no tenemos una afectación grande por los desistimientos de vivienda o algún otro factor, estamos hablando de 100.000 viviendas que necesitan el desembolso de Mi Casa Ya. Hace unos días, desde Camacol anunciamos que esa inversión puede estar rondando el orden de los 3 billones de pesos. Y desde ahí tengo que agradecerle a la ministra de Vivienda, al director Nacional de Planeación y al ministro de Hacienda por toda la prioridad que se le ha dado a este tema y que culmina, obviamente, con la decisión del presidente Petro de adicionar un billón de pesos a lo que se está tramitando hoy en la ley de adición presupuestal.
SEMANA: ¿En qué panorama queda con esta decisión?
G.H.: Nos dejaría con un presupuesto de alrededor de 2,3 tres billones de pesos, de acuerdo con lo que ha anunciado la Ministra de Vivienda para 75.000 cupos de subsidio a la cuota inicial. Pero nos falta el subsidio el fresh o el subsidio de la tasa de interés, para lo cual Confis, el Consejo Superior de Política Fiscal el 14 de marzo aprobó vigencias futuras para 60.000 cupos de subsidio.
Aquí empezamos a hacer algo de ingeniería presupuestal porque tenemos 52.000 hogares esperando, tenemos aprobados 60.000 subsidios a la tasa de interés, 75.000 tendríamos para la cuota inicial pero el problema es de 100.000.
Aquí el reto importante, y en lo que tenemos que trabajar de la mano con el Ministerio y desde el sector empresarial, es que en este nuevo esquema de Mi Casa Ya, con esa transición que ha definido el Ministerio pues seamos muy eficientes para empezar a gastar y a ejecutar esos recursos de los 60.000 coberturas de los 75.000 cupos para poder volver esperamos al segundo semestre de este año, a trabajar con el gobierno y obviamente hay que seguir trabajando con el Gobierno para ver cómo llenamos esa cola para llegar a los 100.000.
La pregunta que yo haría es: ¿y cuál es la misión económica del sector vivienda en este gobierno? Ahí tenemos un problema de transición ahora 52.000 o 100.000 viviendas y hay que financiar. Es un problema de plata, pero cómo va a aportar el sector vivienda en lo que queda del gobierno del presidente Petro y ahí vamos a Plan de Desarrollo y creo que aquí había una apuesta muy importante desde el gobierno que se han venido también debatiendo con mucha intensidad en el Congreso de la República, pero allí hay un tema que genera preocupación.
A diferencia de los planes de desarrollo que hemos conocido siempre, en el actual no hay una gran meta de construcción de viviendas. Por lo general los planes de desarrollo se plantean como meta para los cuatro años vamos a construir un millón de viviendas 800.000 urbanas 200.000 rurales y los recursos van a salir del sector privado, de los ahorros de los hogares, de las cajas de compensación y del presupuesto público y más o menos se planteaba un panorama o una señal de mercado para los cuatro años sobre la que se iban ajustando las políticas públicas.
El Plan de Desarrollo del presidente Petro le apuesta a un régimen de transversalidad muy importante con la idea de romper brechas regionales y disminuir la pobreza y en ese esquema no hay una meta para los próximos cuatro años.
Sí hay es un indicador de subsidios o una meta que llaman de segundo nivel y dice que para el caso de la vivienda nueva se está planteando solamente 116.000 subsidios para los cuatro años. Y si este año necesitamos 100.000…. Ahora bien, este es un tema que se ha trabajado. Podemos ver también el anuncio que ha hecho el senador Roy Barreras, presidente del Senado, que también ha estado ayudando en esta discusión, y tenemos también, agradeciéndole al gobierno, es que esa meta de segundo nivel se va a incrementar de manera tal que, como lo ha dicho la ministra Catalina Velasco, podamos tener por lo menos 50.000 cupos de subsidio a la cuota inicial durante los próximos cuatro años.
Con todo esto yo creo que aquí lo que falta claramente es poder trabajar con el Gobierno con el sector financiero, con las cajas de compensación y por supuesto desde el sector de la construcción para empezar a organizar la ejecución tanto de la disponibilidad de los recursos como de las nuevas líneas de política pública que se plantean con Mi Casa Ya.
SEMANA: Solo para claridad. Se ha hablado de 2,3 billones de pesos que se tienen para los programas, pero quedarían 25.000 hogares colgados de la brocha. ¿Se necesitarían unos 3 billones de pesos?
G.H.: Sí, como lo hemos anunciado, serían como 3 billones de pesos no solamente para cubrir los que ya hoy están en cola que son 52.000, sino probablemente los 50.000 adicionales que van a llegar de aquí a diciembre. Es importante explicar que el sector vivienda básicamente se mueve en su componente de construcción en función de las ventas que se hicieron un año o dos años atrás.
Entonces, como las ventas de los últimos dos años han sido las mayores de la historia, las ventas totales para el año 2021 y 2022 superaron las 200.000 unidades por primera vez en la historia, y donde el 72 % de las ventas era vivienda de interés social, pues tenemos un panorama muy amplio de viviendas que se están construyendo y que van a iniciar construcción que es lo que genera empleo, que es lo que genera esos cuatro millones de empleos directos e indirectos de este sector.
Esto es un tren que ya venía, esto es una locomotora que venía a 200.000 viviendas por año con unos recursos que siempre se habían garantizado, pero desde octubre se quedó sin carbón y ahora hay que buscar más recursos para resolver a los que iban de primeros en la locomotora que son estos 50.000 hogares de Mi Casa Ya y los otros 50.000.
Creo que aquí lo importante es empecemos a ejecutar con el nuevo decreto de Mi Casa Ya para poder empezar a jalar los recursos, demostrar la eficiencia del programa. Un programa que, como lo dice la ministra de Vivienda se ejecuta automáticamente, pues es un programa sin trámites, que está digitalizado al ciento por ciento y cada peso que tú metes solamente tienes que oprimir un botón y se ejecuta. Aquí no hay que hacer licitaciones, no hay que diseñar proyectos, ya el mercado lo tiene y lo resuelve.
El reto grande, antes de seguir en la discusión sobre la necesidad de más plata para lograr 100.000 cupos, es gastar la plata que ya tenemos allí, ejecutemos eso, demostremos la eficiencia del nuevo programa que está planteando el gobierno nacional y vamos por más.
SEMANA: ¿Cuál es el aporte de la construcción de vivienda a la economía, en especial ahora en momento de desaceleración?
G.H.: Me puso a sacar la bolita de cristal. A 2022, el sector de la construcción tal vez sea el octavo, el noveno lugar el sector más importante para la economía del país. Este es un sector que le pone más o menos el 4,5 % de crecimiento del Producto Interno Bruto nacional, es un sector que genera 1,5 millones de empleos directos que es casi que el 7 % del empleo total nacional. Y este es un sector con una proyección muy importante de impacto social, porque por primera vez en la historia en Colombia estamos haciendo casi que el 70 % de las viviendas para los hogares que demandan vivienda social.
Nos preocupa el contexto macroeconómico, que es un tema que nos afecta por la misma condición de la economía a nivel global, pero creo que aquí lo que tenemos que hacer es trabajar muy rápido con el gobierno en la implementación de esta nueva política para poder mantener los niveles de ventas. Todo dependerá también de la disponibilidad de recursos, no solamente para este año, sino para los otros tres años que quedan de gobierno porque son las ventas de hoy, las que nos van a permitir mantener el empleo mañana. No quisiera comprometerme con una cifra para lo que puede pasar este año. Nosotros pensaríamos que, si se mantienen las condiciones y dado que se está despejando el panorama gracias al anuncio del presidente Petro, y se sigue con el ritmo de iniciaciones que debe tener el programa y el sector de la vivienda social en Colombia, creemos que en el componente de edificaciones el PIB podría crecer por encima del 9 % al final de este año.
SEMANA: ¿Por qué?
G.H.: Porque tenemos guardadas las ventas de hace dos años, ya están sembradas y tenemos muchos proyectos en obra. Salvo que haya niveles altos de desistimiento que puedan afectar la iniciación de nuevos proyectos, esperamos poder cumplir en este sentido.