Costo de vida
Los cuatro jinetes que llevan la carestía descontrolada, ¿qué pasará en el resto del año?
El invierno, el costo de la gasolina, el dólar, las mayores tasas de interés y hasta la próxima negociación del salario mínimo están presionando la inflación en Colombia. ¿Qué esperar de aquí en adelante?
Una cebolla, que hace un año costaba 1.000 pesos, ahora vale 1.928 pesos. La inflación anualizada de este producto, hasta agosto, es de 92,81 por ciento. Ya no es necesario adquirir productos considerados suntuosos para sentir el golpe en el bolsillo. Los alimentos más comunes tienen los precios por las nubes. El huevo cuesta 20,13 por ciento más que en agosto de 2021; el arroz está 26,03 por ciento más caro, y ni qué decir del pan, que tuvo una variación de 30,31 por ciento, según el Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Esas variaciones hicieron que se esfumara el impacto positivo del incremento de 10,07 por ciento que tuvo el salario mínimo al arranque del año. La inflación en Colombia quedó en agosto en 10,84 por ciento y las señales indican que la situación va para largo. Como resultado, los hogares están perdiendo poder adquisitivo y capacidad de ahorro.Los productos que se adquieren en tiendas y supermercados para llevar a la mesa son los que más están presionando la inflación, pero no se queda atrás el gasto que están haciendo las familias en servicios públicos (la energía subió en 25,9 por ciento anual en agosto) y en alojamiento (6,7 por ciento).
Esos dos componentes preocupan más a los expertos porque no son tan pasajeros como el precio de los alimentos, que también están al alza por el invierno, que encoge las cosechas, y por el encarecimiento de los fertilizantes. El 39,3 por ciento de la población que está en la pobreza es el que está sintiendo con más fuerza la inflación. Por eso, el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, ya dijo que 10 de los 25 billones que busca obtener con la reforma tributaria se usarán para financiar la lucha contra el hambre. Mientras tanto, los que tienen una oportunidad laboral se sienten ‘pobres con trabajo’.Estas son las razones por las que hoy la inflación es considerada el principal reto de la economía nacional.
Gasolina, subsidiar o no subsidiar
Si hay algo que puede impulsar aún más la inflación es el precio de la gasolina y el ACPM, porque una vez que sube, arrastra todo a su paso. Aunque en Colombia es un precio subsidiado, el fondo del que se sacaba ese dinero, el Fepec, se agotó y entró en estado deficitario, con un hueco que llegaría a 3 puntos del PIB para el cierre del año. En el proyecto de presupuesto de 2023 se incluyó una partida de 19 billones para cubrir ese saldo en rojo, pero ya muchos expertos advierten que es insostenible, pues según sus cálculos preliminares el hueco se agranda en 3 billones de pesos mensuales.
Tendencias
La ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, ha dicho que no habrá un incremento inmediato en los precios de los combustibles, pese al déficit del Fepec.
El ministro de Hacienda, José A. Ocampo, por su parte, señaló esta semana que tienen en análisis el futuro del fondo, pero que por el momento deben atender otras prioridades y ya dispusieron de recursos para el próximo año.El subsidio al precio de los combustibles ha evitado incrementos de la gasolina que hoy serían cercanos al 50 por ciento, y en 2020 logró evitar que la inflación subiera en 3 por ciento, algo necesario en medio de la crisis sanitaria y económica.
Lo que viene con ese gasto aún está por verse, más aún si hay una fuerte presión que ubica al Gobierno en una encrucijada, pues se trata de una cifra de más de 30 billones de pesos que costará el déficit del fondo en este año, recursos que podrían tener un gran impacto si se ponen al servicio de la generación de empleo. Todo esto sucede en medio de la posición del Gobierno de defender una transición energética que deje atrás, poco a poco, el uso de combustibles como la gasolina y el diésel.
Lluvias mil
El aumento en los precios de los alimentos parece no ceder. En agosto, estos respondieron por el 34 por ciento de la inflación total, mientras que durante los últimos 12 meses han contribuido con cerca del 40 por ciento. Jorge Enrique Bedoya, presidente de la SAC, advierte que varios factores van a seguir presionando esta situación.
El dólar, las tensiones internacionales que se mantienen como consecuencia del conflicto entre Ucrania y Rusia, y el clima podrían conformar una tormenta perfecta.Una de las mayores preocupaciones, precisamente, corre por cuenta del invierno. Según el Ideam, en principio desde agosto hasta octubre se registrará un periodo intenso de lluvias, que podría extenderse en el tiempo.
“Las lluvias e inundaciones no solo pueden acabar con cultivos, también propician la aparición de plagas y enfermedades. Además, bajan la productividad de los suelos, que ya tan húmedos podrían afectar las tierras para las cosechas del próximo año”, agrega Bedoya.
El invierno también afecta la operación logística. No solo muchas vías secundarias y terciarias se estropean e imposibilitan la salida de los productos, con el riesgo de que los perecederos se dañen. Vías principales, como la del Llano, en épocas invernales se bloquean, aislando al país de una de sus despensas.
La preocupación por la intensidad del invierno es tan alta que hasta el presidente Petro planteó que “si vamos a vivir un episodio peor que en 2010 en el clima, entonces el país tiene que entrar en una emergencia económica”. Y como si fuera poco, otro factor está encareciendo el ambiente. Si crecen los procesos de invasión de tierras podrían perjudicar la actividad agrícola.
Dólar y crédito caros
La principal herramienta para combatir la inflación consiste en incrementar las tasas de interés, con el objetivo de que suba el costo del dinero y se reduzca la demanda. Hasta julio, el gasto de los hogares, según cálculos de la firma Raddar, crecía a un ritmo de 12,6 por ciento anual, que, si bien es una cifra importante, ya muestra una desaceleración frente a meses anteriores, lo que se atribuye justamente a la subida de la canasta familiar.
Debido a que se veían señales de que la inflación podría haber tocado en julio su punto más alto, algunos expertos creían que el Banco de la República no tendría que seguir subiendo sus tasas de interés de forma tan acelerada, pero el dato de agosto revivió las expectativas de mayores alzas y los analistas se vieron obligados a rehacer sus cálculos.
En J. P. Morgan, por ejemplo, estiman que, en la junta del Emisor a finales de septiembre, este ya no subiría sus tasas en 75 puntos básicos (p. b.), como lo calculaban hasta hace poco, sino 100 p. b. para terminar en 10,75 por ciento y quedarse allí hasta junio de 2023 (hoy esas tasas de interés están en 9 por ciento).
No obstante, muchos opinan que el remedio de las tasas de interés no está dando resultados porque gran parte de la inflación viene del exterior y de la escalada que ha tenido la tasa de cambio. En lo corrido del año, el peso se ha debilitado 8,05 por ciento frente al dólar, cuyo precio promedio en 2022 es de 4.039 pesos.
Tener que multiplicar por cuatro y no por tres, como se hacía hace poco tiempo, impacta toda la economía, pues no en vano en el primer semestre se importaron 38.506 millones de dólares, de los cuales 5.606 millones correspondieron a bienes agropecuarios, alimentos y bebidas, lo que le mete más presión al costo de vida.
Ajuste Salarial
Las estadísticas del Dane muestran que 34,1 por ciento de los trabajadores, es decir, tres de cada diez, gana un salario mínimo o menos. El grueso de los empleados dependientes, 37,5 por ciento, está en la franja de uno a dos salarios mínimos. El 25,8 por ciento devenga mensualmente entre dos y nueve salarios mínimos. Y solo 2,7 por ciento recibe ingresos por encima de nueve salarios mínimos.
Este panorama evidencia la honda desigualdad del ingreso en el país. El Banco Mundial, por ejemplo, expuso el hecho de que los ingresos del 10 por ciento de la población más rica de los colombianos son 11 veces superiores a los del 10 por ciento más pobre, mientras que el país más equitativo de la Ocde, República Eslovaca, tiene una ecuación muy distinta: el 10 por ciento de la población más rica gana tres veces más que el 10 por ciento más pobre. En 2021, el incremento salarial de 10,07 por ciento fue visto como positivo, teniendo en cuenta que la población venía de una fuerte crisis económica, provocada por la pandemia.
Sin embargo, muchos economistas creen que esa mayor disponibilidad de recursos, sumada a los ahorros que tenían los ciudadanos, por haber permanecido en cuarentenas, llevó a que pudieran comprar y demandar más bienes y servicios de los que había disponibles, lo cual presionó la inflación. Por esa razón, están prendidas las alarmas con respecto al aumento del salario mínimo en 2023, que muchos estiman será más alto que el de 2022.
Los expertos piden una negociación con mesura, poniendo sobre la mesa el entorno de la inflación, pero sin dejar de lado la necesidad de los ciudadanos de no perder el poder adquisitivo. Tarea compleja para el empresariado, el Gobierno y los sindicatos.