Proyecciones
No todo es malo para la economía nacional en 2023, ¿que la podría impulsar?
El Gobierno podría pasar el año sin mucho esfuerzo con la ayuda de factores externos y locales que ya están andando. El problema serán las señales para el largo plazo.
Todos los pronósticos indican que, tras dos años de fuerte crecimiento y recuperación económica (2021 y 2022), en 2023 el PIB de Colombia va a vivir una fuerte desaceleración, que coincidirá con el primer año completo de gobierno de Gustavo Petro.
La alta inflación, que se acerca al 11 por ciento, un precio del dólar atornillado por encima de los 4.000 pesos, tasas de interés al alza, el gigantesco hueco del fondo de estabilización de precios de los combustibles y la amenaza de una recesión global juegan en contra de Colombia. Si bien esos factores no serán nuevos el año entrante, porque ya hoy se sienten en la economía, la ventaja de este 2022 es que, pese a la incertidumbre electoral, el año ha sido mucho mejor de lo esperado y los negocios no han parado.
Hasta el primer semestre, el PIB creció 10,6 por ciento y diferentes estimaciones lo ubican alrededor de 7 por ciento al finalizar el presente año, lo que posicionará a Colombia como uno de los países de mejor desempeño económico en 2022. Este logro, claramente, no será de un solo Gobierno, pues este año habrá dos, que además tienen enfoques muy distintos; por ende, 2023 será el primero en el que todos los aciertos o desaciertos correspondan exclusivamente a la actual administración.
Hay quienes temen que a partir de enero se materialicen una serie de eventos desafortunados como la recesión global, la caída en el precio de las materias primas (en especial petróleo y carbón), un menor consumo de los hogares y una inflación difícil de domar, a lo que se sumarían los primeros impactos de una ambiciosa reforma tributaria que sacaría varios billones de pesos del sector privado para pasarlos a las arcas públicas (el grueso de la reforma se sentiría en 2024).
Lo más leído
Esas expectativas son las que hacen que muchos expertos calculen que en 2023 el país no crecería ni la mitad de lo que registre en 2022. De hecho, el Banco de la República acaba de ajustar su pronóstico para el año entrante, reduciéndolo de 1,1 a 0,7 por ciento.
Vaso medio lleno
Pese a que hay más factores para ser pesimista que optimista frente a 2023, hay expertos que creen que si el Gobierno no toma medidas extraordinarias y deja que la economía siga fluyendo bajo las condiciones actuales, puede que al final del año el crecimiento sea mayor al esperado.
Esto porque hay vientos de cola que jugarían a favor del país. El primero de ellos sería la reactivación de las relaciones comerciales con Venezuela. Si bien es un proceso demorado, que aún requiere varios trámites, ya varias empresas colombianas han anunciado inversiones en el vecino país (Lili Pink y EPK son de las más recientes), lo que implica la entrada de más divisas. De hecho, desde el Ministerio de Comercio estiman que, al término de este Gobierno, el comercio binacional podría llegar a 4.500 millones de dólares.
El segundo es el de las remesas que los colombianos que viven en el exterior les giran a sus familiares en Colombia. Ese dinero les ayuda a mantener o a aumentar su nivel de gasto, en especial, por el impulso de la devaluación. Hoy la remesa promedio, que es de 200 dólares, equivale a un valor muy cercano a un salario mínimo (900.000 pesos).
Entre enero y agosto de este año entraron 6.122 millones de dólares por remesas, 9,2 por ciento más que en el mismo periodo de 2021. Algunos expertos temen que si, en efecto, se da una recesión en Estados Unidos o Europa, que es de donde provienen la mayor parte de las remesas, estas disminuyan, pero los optimistas creen que con una tasa de cambio por encima de 4.000 no se caería tanto el valor en pesos de dichos recursos.
Un tercer viento a favor en 2023 serán las materias primas como el carbón, el petróleo y el café, que este año han sido grandes generadoras de divisas. Tan solo el sector minero le entregará al país en 2022, vía impuestos y regalías, casi 15 billones de pesos, tres veces más que el año pasado. Igualmente, un precio promedio del barril de petróleo por encima de 100 dólares, como ha sido este año, permitirá que esta industria realice un aporte de 58 billones de pesos, que se verán reflejados el año entrante. En 2021, la Nación recibió 34 billones de pesos de la actividad petrolera.
En pro de la economía también jugará una mayor irrigación de subsidios, que servirán para que muchos hogares puedan mantener su nivel de gastos, así como el dólar caro, que se convierte en una palanca adicional al impulsar las exportaciones, aunque también golpearía los costos en importaciones, por ejemplo, de materias primas. No obstante, hay que tener en cuenta que el dólar está caro en todo el mundo y que eso es insostenible para Estados Unidos. Por ende, la expectativa es que a medida que el Tío Sam logre controlar su inflación, el dólar empiece a estabilizarse. Otro viento de cola que facilitaría la labor del equipo económico de Petro será la ejecución de obras que realizarán alcaldes y gobernadores en su último año de mandato.
Vaso medio vacío
Pese a los vientos a favor, numerosos analistas ven vientos en contra en 2023. Anwar Rodríguez, vicepresidente de Anif, cree que los factores positivos serán insuficientes, pues, por ejemplo, la recuperación del mercado venezolano se va a demorar porque faltan aspectos logísticos y jurídicos, así como la generación de mayor confianza en los pagos, dado que en el pasado los importadores venezolanos les quedaron debiendo a los exportadores colombianos.
Sergio Olarte, economista principal de Scotiabank Colpatria, considera que la economía mundial va a seguir supremamente volátil en 2023, lo que, unido a tasas de interés e inflación al alza, harán que inevitablemente el consumo de los hogares colombianos se desacelere. “Esto se podría paliar un poco si no disminuyen las remesas que vienen de Estados Unidos, en caso de que esa economía no caiga y siga dinámica; o si las materias primas bajan más de precio y hacen que la inflación se desacelere más rápido. Esto haría que el incremento del salario mínimo de 2023 sea más eficiente y gracias a ello se tengan más ingresos disponibles”, precisa Olarte.
Daniel Velandia, economista jefe de Credicorp Capital, opina, por su parte, que los vientos de cola pueden venir desde el lado externo por las implicaciones del conflicto geopolítico de Rusia y Ucrania en los precios de los combustibles. Como estos aún se mantienen altos, se estimula una mayor producción y la inversión en el corto plazo y puede funcionar con los contratos petroleros ya existentes en el país.
La recuperación de China, si matiza su política de tolerancia cero a la covid, también podría tener implicaciones positivas en la economía nacional. “Pero la magnitud de la desaceleración del año entrante va a depender de los mensajes del Gobierno y de las reformas que plantee. Hay incertidumbre en muchos frentes sensibles y eso se empieza a evidenciar en empresarios que han adoptado una postura de esperar a ver qué pasa, posponiendo decisiones o frenándolas. Eso sucede siempre que hay incertidumbre, por eso es clave que el Gobierno despeje las dudas”, insiste Velandia.
Precisamente, los analistas que creen que hay motivos para ser optimistas con la economía nacional el año entrante, también consideran que esos vientos de cola no son duraderos y si no se logra generar confianza para atraer inversión en el largo plazo, no habrá petróleo, café, remesas, subsidios, ni obras de infraestructura que valgan.