ENTREVISTA
Poner a declarar renta a todos los colombianos, algo que no ve necesario el nuevo ministro de Hacienda
En entrevista con SEMANA, José Manuel Restrepo habló del salario mínimo, la venta de ISA y de lo que piensa del impuesto a las pensiones y a los ricos. Estas son las nuevas cartas que destapa.
Con la reforma tributaria de 2021 hay un discurso totalmente nuevo. El designado ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, tiene el reto de construir una propuesta desde las cenizas del proyecto que fue retirado del Congreso de la República, en medio de protestas sociales que se iniciaron con la bandera del rechazo al IVA, al incremento del impuesto de renta para la clase media, a los tributos a la gasolina y los servicios públicos.
Aun sin posesionarse en el cargo, con sus primeras declaraciones, logró iniciar un camino en el que la confianza da señales de empezar a asomarse. De entrada, habló de que no es el momento para comprar aviones, ni tampoco es oportuno golpear más a la clase media, suficientemente aporreada ya con la crisis desatada por la pandemia.
En entrevista con SEMANA agregó nuevas cartas que dejan ver cuál será la ruta que buscará trazar, en materia económica, en una de las coyunturas más complejas que ha tenido Colombia en los últimos tiempos.
SEMANA: Usted toma las riendas del ministerio en el primer trimestre del año, es decir, tendrá que conducir las finanzas públicas prácticamente en todo 2021, con un presupuesto de $314 billones, una deuda incrementada y muchas necesidades de inversión. ¿Cómo ha encontrado esas cuentas y cómo piensa equilibrarlas?
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J.M.R.: Primero, es necesario poner en el visor cómo venía Colombia. En 2019 fuimos la economía que más crecía entre las naciones de su tamaño en América Latina, con récord en exportaciones no mineras, un muy buen comportamiento en vivienda, un superávit fiscal primario y el mejor déficit fiscal en varios años.
Pero llega la pandemia y esto supone un reto gigante para el país y el mundo. En Colombia tuvimos inversión de 11 % del PIB, dentro y fuera del presupuesto. Esa inversión buscaba mitigar los diversos impactos causados en salud, empleo, en los vulnerables y en el sector productivo.
Se tomaron decisiones extraordinarias, más de 770 en 2020. Y los que esperaban apocalípticamente que Colombia cayera mucho más allá del 7 %, desacertaron, aunque sí se dio una caída de más de 6 %. Eso causó heridas y deja cicatrices. Una primera herida es el empleo: a abril perdíamos más de 5 millones de empleos y ahora solo están pendientes 1,1 millones de puestos. Eso significa recuperación. Eso sí, sigue existiendo una problemática.
Igualmente, hay una herida en pobreza, pero se estimaba mucho más, unos 3,6 puntos porcentuales adicionales, lo que no se dio por las medidas de mitigación. El ingreso solidario ha sido un instrumento valioso para ese fin, llegando a 3 millones de familias vulnerables.
Acciones como esas tienen un efecto en el déficit, que ahora es superior al 8 %. También en el aumento de la deuda (es superior al 65 %). Esto nos acarrea dos necesidades: la atención de lo social y la responsabilidad con las finanzas. Tenemos que garantizar una senda de recuperación fiscal, de tal manera que la deuda no se convierta en efecto ‘bola de nieve’ y se vuelva insostenible manejar las finanzas. Ahí se necesita la prudencia, tanto para entender las necesidades sociales, como las de la estabilidad de las finanzas.
SEMANA: La pobreza no aumentó tanto como se esperaba, pero la cifra es muy alta, más de 42 %, lo que se suma al desempleo, que puede hacer caer a más personas en pobreza, mientras que esta primera parte del año ha tenido nuevos confinamientos y dificultades. ¿Cómo ve el panorama para el resto del año?
J.M.R.: Claro que la pobreza es una problemática. Las cifras son claras y preocupantes, pero eso no excluye el hecho de que hubo una mitigación del impacto gravísimo adicional que pudo haber tenido la pobreza.
Eso tampoco excluye el compromiso de avanzar en recuperar el tiempo perdido en avances que se tenían antes de la pandemia. ¿Cuál es el camino para hacerlo? El más importante es el crecimiento. El proceso de recuperación es inocultable con cifras y datos, como la del empleo. De la misma manera, estamos viendo sectores que no crecían en el 2020 y empezaron a andar en 2021, como exportaciones, el comercio y la industria. Por eso está la expectativa de crecimiento superior al 5 % para este 2021, y yo creo que se va a dar. Incluso, el Banco de la República estima un 6 % y el Fondo Monetario Internacional subió su expectativa a 5,1 %.
De todas maneras, es necesario seguir animando el crecimiento. Primero, acompañando a los más vulnerables, o sea, los que se han sumido en la pobreza y, segundo, a seguir animando a los sectores para que crezcan y generen ingresos y dinámica productiva. Entonces, claramente hay un compromiso de un lado y del otro con esa meta de un crecimiento por encima de 5 % en este 2021.
SEMANA: Usted dice que el ingreso solidario fue algo revolucionario, pero en la reforma tributaria que se retiró se hablaba de elevar el monto de la transferencia a los hogares. Con una reforma que va por la mitad de la plata, ¿se podrá mantener esa meta?
J.M.R.: Debemos hacer un análisis de cuál debería ser una renta básica de emergencia óptima: si es un programa, de qué dimensión y con qué nivel de temporalidad. Claramente, hay que acompañar a las personas afectadas en la pandemia, pero hay que seguir sosteniendo algunos programas que históricamente veníamos teniendo. A la par, se requiere buscar que las dinámicas productivas aumenten la generación de empleo.
En el ejercicio que vamos a empezar, de diálogo constructivo, debemos tener claridad sobre cuál debería ser la dimensión de los programas solidarios y otros complementarios.
Por ejemplo, ampliar la devolución del IVA tiene que ser un compromiso, porque sino estaríamos atentando contra uno de los principios esenciales de un sistema tributario, que es la progresividad.
Hay que pensar también en instrumentos como el pago a la educación superior gratuita para los estratos más vulnerables. Eso es parte del camino para generar una capacidad de desarrollo productivo.
La reflexión es cómo debería ser la dinámica de esos programas sociales, la temporalidad y de la misma manera encontrar las fuentes, las cuales no solo deberán ser transitorias, sino tender a ser permanentes.
SEMANA: Pero la nueva reforma será similar a las anteriores, es decir, solo para tapar un hueco. En unos años se necesitará otra. ¿Qué opina?
J.M.R.: Seguramente una reforma muy profunda en ese momento de pandemia no sería sensata, pero sí hay que buscar una reforma que logre la estabilidad de las finanzas públicas. Después, seguramente se necesitarán recursos adicionales para inversión o, incluso, podremos recaudar más por la vía del mayor crecimiento económico.
En desacuerdo con que todos declaren renta
SEMANA. Todo lo que menciona suena a organizar las finanzas, pero se requiere mucho más dinero del que vamos a tener. De la reforma anterior, ¿qué dejaría? Por ejemplo, ¿está de acuerdo en que todos los colombianos presenten la declaración de renta para ayudar a controlar la evasión?
J.M.R.: Primero, quiero enfatizar en que lo social es lo prioritario y que las fuentes de financiación se pueden construir con un sentido solidario. Que los sectores y las personas de mayores ingresos de la economía puedan –con sentido solidario– contribuir al propósito social. La oportunidad está. Hay consenso alrededor de ello. Tenemos que construir puentes, aun con los partidos que son de oposición e independientes. Muchos han expresado propuestas, por ejemplo, la de eliminar el descuento del ICA en el impuesto de renta. Esa puede ser una fuente de recursos. Podemos pensar en una sobretasa de renta para quienes ganan más; una sobretasa de renta temporal para personas jurídicas con sentido solidario, que –de hecho– la han propuesto los mismos sectores empresariales.
Debemos pensar en modelos como el impuesto al patrimonio temporal o a los dividendos. Yo creo que hay algunas de esas eventuales fuentes de ingresos que permitan solventar las necesidades sociales y, al mismo tiempo, estabilizar las finanzas públicas.
Pero no es suficiente. Hay que hacer un esfuerzo adicional: austeridad en el gasto, y eso significa ser conscientes de que necesitamos entrar en detalles, como el congelamiento de la masa salarial por 5 años; bajar los costos de arrendamiento de algunas entidades públicas que se ubican en lugares muy costosos. Hacer el esfuerzo en reducir la litigiosidad del Estado; avanzar en que el mundo cambió, y ya los viáticos no pueden ser los mismos. Mucha gente estará utilizando plataformas, por lo que no se requerirán viajes.
Yo le pedí al Ministerio de Hacienda un plan en detalle de austeridad del gasto. La austeridad en el gasto debe ser un compromiso, con una realidad en la mira: el 80 % del gasto es inflexible, porque está definido constitucionalmente, porque se refiere a pago de deudas, a transferencias territoriales...
El otro camino es hacer un verdadero esfuerzo en evasión, la cual se calcula en 1,1% del PIB anual.
SEMANA: Ministro, no respondió si va a poner a todo el mundo a declarar renta.
J.M.R.: En este ejercicio lo que tenemos que tener cuidado es en no afectar a la clase media, porque ha sido vulnerable por la pandemia. Estoy convencido de que una declaración de renta no es el único camino para hacer control a la evasión. Se puede hacer a través de la modernización de las cuentas y el uso de big data, como lo estamos haciendo ya en la DIAN, con la factura electrónica. Y así hay varios caminos más.
Creo también que hay que tener cuidado con otros dos instrumentos que no se deben tocar por el momento, por la realidad de la pandemia. Uno es el IVA. No se debe tocar ningún IVA, ni para aumento ni para disminución. Simplemente, sostengamos el modelo que tenemos en IVA, porque ese es un tema sensible para la clase media.
SEMANA: Pero en el IVA también está el tema de excluidos que tiene que ver con el mecanismo de devolución del IVA al sector productivo, el cual, en muchos casos, ha sido utilizado para evadir impuestos.
J.M.R.: En el cambio de la metodología (del IVA) había la preocupación de generar unos costos para el sector agropecuario que al final se reflejan en costos para la clase media.
Por eso, el principio es “no se toca el tema del IVA, no se modifica el procedimiento como se calcula”.
En segundo lugar, ninguna persona que hoy no paga impuesto de renta pagará ese tributo y el que ya está pagando seguirá pagando. Esto, porque implicaría extender la base y eso afecta a la clase media. Enfatizo en la clase media porque esta franja de población ha sido duramente afectada por la pandemia.
Hay que tener tino entre lo social y entre la estabilidad y la sostenibilidad de las finanzas, porque es un momento atípico, es un momento de pandemia.
SEMANA: Usted habla de pedir un impuesto a los ricos desde la solidaridad. ¿Cuál cree que debería ser el porcentaje de arranque para consensuar alrededor del impuesto al patrimonio?
J.M.R.: Hay que ser prudente. Yo he hablado de abrir un diálogo constructivo con distintos sectores. No puedo hablar de un valor porque eso será parte del ejercicio. Creo que es importante tener un impuesto al patrimonio, que sea temporal. Que sea poco, mucho, es algo que se definirá en el diálogo. Pero creo que hay que tener en cuenta que no desincentive la inversión en nuestro país. Que se establezca con un sentido solidario genuino. Es decir, construir en el equilibrio.
Lo que sí está claro es que tiene que haber un impuesto de esa naturaleza.
SEMANA: Y, ¿a partir de qué ingresos se empezará a cobrar el impuesto de renta?
J.M.R.: De nuevo, las cifras las estamos construyendo en diálogo, pero sí creo que debería haber esa sobretasa a personas naturales, con sentido solidario.
SEMANA: Sobre impuesto a las pensiones altas. ¿Qué opina?
J.M.R.: El impuesto a las pensiones no es objeto –por el momento– de discusión, porque hay una gran cantidad de familias en las que el pensionado se convierte en la fuente de vida de familias extendidas.
Con el impuesto de renta hay que buscar caminos para que el que tenga más contribuya más, siempre teniendo en la mira que no se toque a la clase media.
SEMANA: En el momento en que se dan las negociaciones del salario mínimo muchos economistas salen a decir que es muy alto. ¿Cómo lo ve usted?
J.M.R.: Creo que el salario mínimo tiene algunos espacios de discusión donde se establecen. Son un marco de la concertación, la cual parte de combinar la inflación más la productividad para establecer el incremento. Pero el Gobierno ha buscado dar más capacidad de compra a los trabajadores. Valga decir que no ha habido Gobierno que haya hecho más incrementos que este.
SEMANA: Es que poner plata en los bolsillos de los colombianos, ya sea con subsidios o con salario, es lo único que puede mover la economía. Aquí hay que mencionar que los impuestos, en muchos países, sirven para redistribuir la riqueza y reducir la desigualdad. Acá no lo logramos.
J.M.R.: Sí lo vamos a lograr. Esperamos que con esta reforma y los apoyos temporales en programas sociales logremos reducir la desigualdad, y que recuperemos lo que perdimos en pobreza extrema.
SEMANA: El Gobierno cuenta con la plata que obtendrá por la venta de ISA. ¿Qué piensa de esa venta y de otras privatizaciones?
J.M.R.: Siento que hay un ejercicio que ha hecho correctamente el Gobierno nacional: cómo optimizar activos financieros donde tenemos participación. Creo que hay que seguir haciendo este proceso y avanzando, aunque no es el único. También está todo el tema de optimización de activos financieros que se viene haciendo en el Grupo Bicentenario (holding creada para la gestión del servicio financiero público), trabajo en el que se ha avanzado y tendré que retomarlo y darle continuidad. Estoy convencido de que hay que mantener la optimización de los activos del Estado. Todo eso forma parte del manejo responsable de las finanzas públicas.
SEMANA: Usted habló de obtener unos $14 billones con la nueva reforma. ¿Ya tiene desagregado de qué impuestos provendrán?
J.M.R.: Es una mera estimación que parte del análisis que tenemos hasta ahora, y es que, si uno quiere lograr la estabilidad en las finanzas, se necesitarán recursos del orden de 14 billones. El grueso debería venir de personas de mayores ingresos y capitales.