Laboral
Por la pandemia hay más informalidad laboral en América Latina
El empleo en la región aún no se ha recuperado a los niveles de 2019. Colombia mantiene una las tasas de desocupación más altas.
Aunque se prevé que América Latina termine 2021 con una marcada recuperación económica tras la debacle producida por el coronavirus en 2020, esa mejora aún no la sienten todos sus ciudadanos, en especial aquellos que se quedaron sin empleo por la pandemia.
Un reciente informe de las Naciones Unidas sostiene que la tasa promedio de ocupación en la región aún se encuentra por debajo del nivel pre pandémico y la calidad del empleo disponible ha empeorado. En promedio, el número de horas trabajadas por semana es un 14 % más bajo que antes de la pandemia.
Así mismo, cerca del 50 % de los hogares aún no ha logrado que sus ingresos totales regresen al nivel prepandémico, a pesar del apoyo de los gobiernos por medio de transferencias (como el caso del Ingreso Solidario en Colombia) y de incrementos en las transferencias privadas.
El informe, titulado Una recuperación desigual: Tomando el pulso a la Región de América Latina y el Caribe luego de la pandemia, indica que la caída en la disponibilidad de puestos de trabajo afectó a todos, aunque la recuperación ha sido más lenta para las mujeres (especialmente las madres), los trabajadores jóvenes y aquellos con menores niveles educativos.
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De hecho, tras más de un año de pandemia, la probabilidad de que las mujeres hayan dejado de trabajar es dos veces superior a la de los hombres. Esto se ha dado acompañado de un aumento en las responsabilidades domésticas, particularmente la supervisión de las actividades educativas de los niños.
Por países
El estudio de la ONU realizó encuestas telefónicas de alta frecuencia en 24 países de la región para determinar cómo ha sido la recuperación del mercado laboral y descubrió que hasta junio de 2021 uno de cada cuatro latinoamericanos no había podido recuperar el empleo perdido durante la pandemia.
En ese momento, Haití y Colombia eran los dos países de la región con más personas que habían perdido su trabajo y no lo habían recuperado. En el informe explican que mientras Haití ha sido golpeado por múltiples tragedias, lo que está detrás de una pérdida de 46% de los empleos que existían antes de la pandemia, en el caso de Colombia llama la atención que la pérdida fuera de 35 por ciento (el promedio de América Latina es de 27%).
No obstante, vale la pena aclarar que entre junio y octubre el país ha experimentado una fuerte recuperación del mercado laboral, pero aún faltan 632.000 puestos de trabajo que existían en 2019 y que hoy no están. Es una situación que, además, genera preocupación a los expertos, pues este año Colombia demostró que pudo producir más con menos gente ocupada.
Ese es el caso, por ejemplo, del sector comercio, que es uno de los que más crece. Allí había cuatro millones de ocupados al cierre de octubre, 154.000 menos que en el mismo mes de 2019. Este es un sector intensivo en mano de obra, pero está sufriendo una transformación por cuenta del comercio electrónico, que hace que necesite menos personal.
Diferentes cálculos indican que Colombia podría terminar 2021 con un crecimiento económico cercano al 10% y una tasa de desempleo promedio de 13,8% que, si bien es mucho mejor que el 16% de 2020, sigue siendo una de las más altas de América Latina.
El informe de la ONU también señala que la pandemia derivó en más informalidad (pasó del 48% al 53% de los latinoamericanos en edad de trabajar) y en un menor número de horas trabajadas por cada persona (antes de la pandemia eran 43 horas a la semana y ahora son 37).
Igualmente, para sobrevivir muchos han recurrido al empleo por cuenta propia (como es el caso de los vendedores ambulantes) y otros tantos abandonaron la fuerza laboral por completo luego de quedar desempleados, llevando a una reducción de la población económicamente activa.
Un segmento importante de la fuerza laboral se desplazó de grandes empresas a micro y pequeñas empresas (de menor productividad) y la reducción de horas trabajadas ha implicado menores ingresos, afectado la seguridad alimentaria de los más pobres.