FINANZAS PÚBLICAS
Primer presupuesto que ejecutará Petro, mucha plata y no se sabe si les alcanzará
El Gobierno de Duque radicó el proyecto para 2023, por $391,4 billones, pero podría ser insuficiente para financiar los programas prometidos por quienes ahora tomarán las riendas del país.
Llegó la hora de la verdad, la de conocer las cifras del presupuesto que ejecutará Gustavo Petro en su primer año de mandato y que servirá para saber cuáles de las promesas de campaña podrá convertirse en realidad.
El Ministerio de Hacienda, en cabeza de José Manuel Restrepo hasta el 7 de agosto, radicó en el Congreso de la República la primera carta financiera con la cual tendrá que bandearse el Gobierno Petro y su ministro de las finanzas, José Antonio Ocampo. Se trata de 391,4 billones de pesos, lo que representa un incremento de 11,6 por ciento en comparación con el presupuesto vigente, que es de 350,4 billones de pesos.
La mayor parte de la torta, el 64,02 por ciento, se destina al funcionamiento del Estado ($250,6 billones), porque al menos el 80 por ciento de los gastos son inflexibles, relacionados con obligaciones como el pago de pensiones o las transferencias a las regiones para que estas, a su vez, financien salud, educación o acueductos en los territorios.
La deuda se lleva el 20%
Para el servicio de la deuda se presupuestaron 78 billones de pesos, equivalentes al 19,93 por ciento del total, mientras que a la inversión, que es con la cual se harán los proyectos para el desarrollo y bienestar ciudadano, solo le asignan 62,8 billones (16,05 por ciento).
Aunque es habitual que al terminar un Gobierno, aquel que llega percibe que debe atravesar una tramo escabroso, porque manejará unos recursos que fueron calculados por la administración saliente, esta vez la controversia en el Congreso de la República, donde tendrá que ser aprobado el presupuesto de 2023, podría ser más candente, pues no es solo el paso de un mandato a otro, sino la transición desde gobiernos tradicionales a uno más inclinado hacia la izquierda.
La expectativa es que se contará con mayores ingresos, pues el recaudo tributario para este y el próximo año será robusto, debido –entre otras– a que empieza a regir una tasa mayor del impuesto de renta a las empresas (pasa de 31 a 35 por ciento), también es cierto que la demanda por recursos para cubrir gastos será grande.
No se trata solo del fondeo de los programas propuestos por Petro, sino de necesidades que quedan planteadas, como lo es la del financiamiento del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (Fepc) para la estabilización de precios de los combustibles, el cual venía agrandando su déficit, y requerirá 19,1 billones de pesos en 2023, lo que Ocampo señaló como “un chicharrón que le dejan al Gobierno”.
Eso, sin contar con que habrá que bajar el déficit de la nación en 2 puntos del PIB, según lo establece la ley de regla fiscal, con lo cual se requerirán otros 24 billones de pesos.
Lo que no da plazo
Y ni qué decir de la deuda pública, que aunque este año se redujo más de lo previsto, se está pagando con tasas de interés altísimas, según lo señaló el director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía. “Hace dos años al Gobierno le cobraban una tasa de interés cercana al 5 o 6 por ciento para títulos de deuda pública a diez años, hoy en día estamos en niveles del 12 por ciento”. En la carta presupuestal radicada este viernes se establece que, de los 78 billones de pesos asignados al servicio de la deuda, 42,1 billones de pesos se van solo a pagar intereses.
Para el pago de pensiones y salarios de funcionarios públicos también se necesitará una jugosa cuantía, puesto que –en su mayoría– son gastos indexados al incremento del IPC del año anterior. 55,9 billones de pesos es lo previsto para pagar mesadas pensionales en 2023, mientras que las transferencias tienen un rubro asignado de 190,6 billones de pesos y son gastos de los que la nación no puede zafarse de ninguna manera.
Aun así, algunos expertos estiman que los recursos presupuestales deberían ser suficientes, teniendo en cuenta que ya no se requiere hacer gastos tan exorbitantes en salud, como los demandados durante la pandemia, para comprar camas uci en hospitales y financiar las vacunas contra la covid-19. De hecho, el ministro Restrepo había dicho hace unos meses que el monto del presupuesto de 2023 podría ser menor al actual, que es de 350,4 billones de pesos.
Claro está, el sector salud ocupa el segundo lugar, desplazando así al de defensa, dentro de la lista de sectores que hacen parte del presupuesto general, con 49 billones de pesos. Encabezando sigue educación, con 56,5 billones.
¿Podrían cambiar el monto?
Pero tanto Ocampo como Gustavo Bolívar, presidente de la Comisión Tercera de Senado, donde se debaten y aprueban los proyectos de corte económico, han dicho que tendrían que reacomodar cifras.
Es más, en el Congreso se podría pensar hasta en cambiar el monto, según señaló el senador del Pacto Histórico. Legalmente, de acuerdo con lo expresado por Javier Hoyos, director de la firma Gestión Legislativa, no hay ninguna norma que impida al nuevo Gobierno modificar la partida presupuestal que le dejan heredada.
No obstante, el asunto es de responsabilidad fiscal. Por ello, Mejía sostiene que no habría espacio para agrandar el monto previsto en la carta financiera del próximo año, puesto que “como el Gobierno tiene que reducir el déficit fiscal en 2 puntos del PIB, realmente no va a haber posibilidad de aumentar el tamaño del presupuesto”.
Sostener el crecimiento económico, que para 2023 está estimado en el Marco Fiscal de Mediano Plazo en 3,2 por ciento, y generar empleo serán dos de los asuntos por los que evaluarán la gestión del ministro Ocampo, y el juicio con las partidas en el presupuesto es determinante.
2023 no pinta igual que 2022
Más aún, en un escenario económico que, si bien ha estado dinámico en 2022, no pinta igual para el otro año. El mismo crecimiento mundial presenta un panorama de riesgos, asociados con la inflación global al alza, que se ha prolongado más de la cuenta, y en Colombia las cosas no son distintas. Hace unos meses se estimaba que esta anualidad cerraría con una inflación de 8,5 y ahora las apuestas van por el 9 por ciento o más, lo que podría llevar al banco central a seguir aplicando medidas agresivas con las tasas de interés, para desacelerar la economía. Ahí se podría aguar la fiesta, pues se afectarían todas las demás expectativas.
Ya el Gobierno electo ha ido aterrizando en el terreno real, por lo cual ha descartado propuestas mencionadas en campaña, como la de que el Estado pudiera absorber laboralmente a todo aquel ciudadano que no lograra encontrar enganche en el sector privado. “Hay otras prioridades de gasto social, como el programa contra el hambre; programas de educación; programas de reformas al sistema de salud, sobre todo para acceso de calidad en las zonas más apartadas del país; el acuerdo de paz; todo lo que tiene que ver con el cumplimiento de la reforma rural integral, que incorpora el primer punto del acuerdo de La Habana”, dijo Ocampo en una reciente entrevista.
Ojo con el estudio rápido del proyecto
El otro elemento que tiene cada año el debate presupuestal es que su estudio y aprobación se hace en tiempo récord, pues hay unas reglas establecidas por ley que señalan las fechas de cada paso en el trámite. Por ejemplo, antes del 15 de agosto, las comisiones económicas del Congreso podrán decir que el proyecto no se ajusta y, en tal caso, lo devolverán al Ministerio de Hacienda para que haga los cambios necesarios. Para el 15 de septiembre, el monto presupuestal tendrá que tener el aval legislativo, de manera que esté totalmente aprobado antes de la medianoche del 20 de octubre.
El ajetreo que se viene, de cara al primer proyecto de ley y uno de los más importantes del Gobierno Petro, es inminente, pues además de todas las piezas financieras obligatorias, está también la ‘puesta del sombrero’ de cada sector para pedir más recursos y lograr cumplir las tareas que tienen encomendadas.
La eficiencia en el manejo de los recursos disponibles será clave. El director de Fedesarrollo dio su opinión acerca de lo que se puede hacer para estirar la plata pública. “Hay que reorientar al interior de ese tamaño presupuestal algunas partidas, de acuerdo con sus prioridades. En términos de mayor gasto, no se puede hacer nada y ahí va a estar una camisa de fuerza que obliga a reventar partidas, pero sin modificar el tamaño del presupuesto”.
El debate al presupuesto de 2023 apenas empieza y ya da señales de que su trámite estará para alquilar balcón.