inflación
Profesores en Estados Unidos aumentan su carga de trabajo para lidiar con la inflación
Los maestros en Arizona están entre los peores pagados de Estados Unidos.
En los últimos meses, Shivani Dalal tuvo que hacer varios cambios en su vida. Con la inflación por las nubes en Estados Unidos y consumiendo su salario de educadora, Dalal se vio obligada a recortar su presupuesto doméstico y buscar un segundo trabajo.
El gremio en este estado del suroeste se convirtió en uno de los más perjudicados por el aumento del costo de vida del país, que va a las urnas el próximo martes para elegir gobernadores, legisladores y otros cargos regionales.
La economía, afectada principalmente por el alta de la inflación, está en el centro de la pelea por los votos.
Dalal, de 27 años, cuenta que durante el verano “estaba bien, pero bien justo”. Después de pagar el alquiler, el crédito del carro y los servicios, le restaban apenas 400 dólares para vivir, todo un desafío en un país donde los precios de los alimentos se cuadruplicaron en los últimos meses.
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Aunque en septiembre recibió un aumento de salario, Dalal está preocupada porque los servicios siguen aumentando y porque el año que viene tendrá que continuar pagando su préstamo universitario, una realidad de muchos jóvenes que aspiran a ser profesionales en Estados Unidos, que no garantiza la educación superior gratuita.
Para lograr sobrevivir, esta maestra aceptó un segundo empleo y hace campaña para los demócratas después de su horario de clases, elevando su carga laboral a más de 70 horas por semana. “Trabajar tanto es muy estresante”, dice Dalal, que comienza a considerar volver a la casa de sus padres en California debido a la situación económica.
La inflación pospandemia es particularmente problemática en Arizona, donde su capital, Phoenix, registró el aumento de precios más alto del país en agosto, un impresionante 13% interanual.
Kareem Neal, de 48 años, pasó la mitad de su vida trabajando con estudiantes con discapacidad y finalmente consiguió alquilar el apartamento de sus sueños, con una vista panorámica hacia el centro de Phoenix.
A pesar de ser un reconocido profesor en el estado, alcanzando incluso reconocimientos nacionales, Neal ha tenido que complementar su sueldo docente trabajando como chofer de aplicaciones de transporte, portero de clubes nocturnos e incluso como coach motivacional.
Pero el alza de los precios en los últimos seis meses consumió su capacidad de ahorro justo cuando se aproxima a los 50 años de edad. Para poder garantizar su retiro y la capacidad de adquirir una casa, Neal evalúa reajustar su presupuesto.
“Te pasa factura, ¿llegará el día en que dejaré de trabajar en dos empleos?”, se pregunta Neal. “¿Llegará el día en que pueda descansar un poco más y disfrutar un poco más a medida que envejezco?”. Con las elecciones de medio mandato a la vuelta de la esquina, Neal se siente frustrado.
“He vivido en Arizona por 23 años y desde que llegué aquí veo a los políticos decir que están a favor de la educación pública y que los maestros merecen mejores salarios”, comenta.
“No me convencen”, agrega, refiriéndose a los bajos aumentos que el gremio de los docentes recibe desde hace años.
En su escuela secundaria, varios de sus colegas renunciaron al trabajo. La situación es común en el estado, que al comienzo de este año escolar tenía más de una cuarta parte de vacantes en el sector educativo, según la Asociación del personal escolar y administrativo de Arizona. Paul Tighe, vocero de la institución, informó que “muchos distritos escolares han traido maestros de Filipinas”, así como de India y Vietnam, entre otros países.
En una apuesta para no perder más maestros, este verano la Universidad del Norte de Arizona lanzó un programa de tutorías que le permite a los estudiantes aprender la profesión junto a los educadores en los salones de clase, sin pagar nada por adelantado de su maestría.
Los estudiantes reciben una beca el primer año y posteriormente un salario como docente, pero deben dar clases en Arizona al menos durante tres años. Para Aisha Thomas, de 25 años, esta alternativa es “un gran alivio” económico.
“Si no estuviese en el programa, tendría que pedir un préstamo para pagar la universidad, además de otros gastos”, agrega.
Los creadores de esta residencia planean contratar al menos 100 maestros en formación por año y esperan poder ampliar la colaboración e incluir ayudas de vivienda.
“Esto debería permitirles sobrevivir a los embates de la inflación que enfrentan ahora”, dijo la directora Victoria Theisen-Homer.
*Con información de AFP.