Desigualdad
¿Qué es el empoderamiento menstrual y cómo podría beneficiar a las wayuu?
Se busca que las mujeres de esta comunidad puedan seguir activas durante su periodo, pues por falta de acceso a productos de higiene femenina no pueden trabajar ni estudiar. Pobreza de las colombianas rurales es la más alta del país.
Un reporte de las Naciones Unidas en 2020 señala que, en promedio, las mujeres dedican el triple de tiempo que los hombres cada día al cuidado y al trabajo doméstico no remunerado, situación que se agrava en la ruralidad por falta de estufas, agua, saneamiento y transporte, al igual que por la falta de enseñanza y asistencia a la primera infancia. A esa desigualdad que enfrentan las mujeres, en especial las rurales e indígenas, se suma la dificultad de acceso a los productos de higiene femenina.
Por ejemplo, en Colombia, para las mujeres wayuu, los productos menstruales convencionales son un lujo de difícil acceso. No solo están por fuera de su presupuesto, sino que a menudo es imposible conseguirlos debido a la lejanía de las comunidades. Por esta razón, en lugar de toallas higiénicas y tampones, estas mujeres dependen de trozos de tela poco eficaces y se ven obligadas a quedarse en casa durante todo el ciclo para evitar que las vean con ropa manchada. Además de distanciarse de sus amigos y familiares, este aislamiento les impide trabajar, ganar dinero y aprovechar sus habilidades y talentos.
“Las mujeres wayuu enfrentan condiciones de pobreza extrema profundas y ahondadas por la falta de dignidad menstrual, lo que hace que se vean obligadas a aislarse en estos días, faltando a su estudio o no pudiendo realizar sus actividades económicas cotidianas, lo cual abre más la brecha en la equidad de género”, explicó Natalia Bertel, COO de Fundación Hilo Sagrado, organización que lleva 6 años trabajando con las comunidades wayuu para que se pueda volver autosostenible a través de la educación, el empoderamiento económico y desarrollo sostenible.
Mediante talleres, Hilo Sagrado ha logrado aumentar hasta en 600 por ciento las ganancias para las artesanas wayuu, pues les han conseguido clientes en el exterior, en particular, compradores del mercado de lujo. Ahora su meta es trabajar en el empoderamiento menstrual, que consiste en ayudar a las mujeres locales a sentirse liberadas con una solución sostenible que ellas mismas pueden fabricar y posteriormente vender.
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Se trata de ropa interior menstrual que se hará inicialmente con un taller de costura para mujeres wayuu. El objetivo es que se conviertan en microempresarias, se apropien de su propio trabajo y comiencen a liberarse de la pobreza extrema que enfrentan actualmente y que se ha agravado durante el último año de la pandemia.
En desventaja
Un estudio reciente de investigadores de la Universidad Javeriana sobre la pobreza de las colombianas rurales señala que a medida que están en zonas más alejadas, se les reduce el acceso a servicios públicos, contexto en el cual las mujeres enfrentan una posición de mayor desventaja.
A diferencia de las zonas urbanas, ante la falta de acceso a energía eléctrica u otras fuentes energéticas, en la ruralidad el mayor porcentaje de los hogares utiliza la leña, madera o carbón para cocinar. Por esto, a las mujeres que viven en estas zonas además de las actividades domésticas no remuneradas como barrer, limpiar la casa, cuidar a los niños y cocinar, se les suma la recolección de agua, de leña y demás suministros.
Así mismo, en la investigación realizada por Gómez, queda documentado que son ellas quienes dedican más horas en conjunto a este tipo de labores, superando a las mujeres urbanas y a los hombres en general. Además, en la ruralidad la tasa de natalidad es más alta y la mayor parte de los niños permanecen con sus padres en la edad preescolar, lo que incrementa la carga de cuidados para las mujeres, hecho que se convierte en una barrera para acceder a un trabajo formal y tener una pensión.