Pese a que el Banco de la República espera que en 2023 el país solo crezca 0,5 por ciento, muchos expertos creen que no habrá un gran deterioro del empleo ni una brusca caída de la actividad económica.
Pese a que el Banco de la República espera que en 2023 el país solo crezca 0,5 por ciento, muchos expertos creen que no habrá un gran deterioro del empleo ni una brusca caída de la actividad económica. | Foto: getty images

PIB

¿Que pasará con la economía colombiana en 2023? Estas son las apuestas

La más reciente proyección de crecimiento de la economía colombiana para 2023 que estimó el Banco de la República está lejos de otros cálculos y es de apenas 0,5 por ciento. ¿Qué está viendo el Emisor que los otros expertos no ven? ¿Una recesión o un ajuste normal?

12 de noviembre de 2022

La próxima semana se conocerá el dato del crecimiento de la economía en el tercer trimestre de este año. El comportamiento de 2022 ha estado por encima de lo esperado y se estima que al cierre del año bordeará el 8 por ciento.

Esa cifra llegaría después de un 2021 histórico, cuando el crecimiento fue de casi 11 por ciento, no solo por el efecto rebote de la crisis causada por la pandemia y que llevó en 2020 a que la economía se contrajera 7 por ciento. También porque la dinámica de consumo de los hogares, las políticas gubernamentales y los ajustes empresariales llevaron a que en cerca de dos años se recuperaran los niveles de producción en los diferentes sectores económicos.

Sin embargo, en el más reciente informe de política monetaria del Banco de la República, se advierte que los indicadores del comportamiento de la economía en el tercer trimestre de este año reflejarían una desaceleración trimestral y anual.

El documento destaca la fuerte dinámica del consumo privado y de la inversión en maquinaria y equipo, al tiempo que resalta que la inversión en construcción habría continuado con un “desempeño mediocre”, que la situaría aún en niveles inferiores a los observados antes de la pandemia. El déficit comercial se habría ampliado debido a unas importaciones elevadas, con una dinámica más fuerte que la de las exportaciones.

Se espera que en el horizonte de pronóstico el consumo se reduzca desde los altos niveles actuales, en parte como consecuencia de unas condiciones financieras internas más apretadas, de una menor demanda represada, de mayores presiones cambiarias sobre los precios de los bienes importados y de un deterioro del ingreso real por el aumento de la inflación”, agrega el informe.

JOSÉ ANTONIO OCAMPO Ministro de Hacienda
José Antonio Ocampo, Ministro de Hacienda. | Foto: cesar carrion

Además, la inversión continuaría rezagada sin alcanzar los niveles observados antes de la pandemia, en un entorno de altos costos de financiamiento y elevada incertidumbre. La menor dinámica proyectada de la demanda interna y los altos niveles de los precios del petróleo y de otros bienes básicos que exporta el país se reflejarían en una reducción del déficit comercial. Con todo esto, el crecimiento económico para 2022, 2023 y 2024 se situaría en el 7,9 por ciento, 0,5 por ciento y 1,3 por ciento, respectivamente.

¿Qué representa para la economía dar el salto de crecer casi 8 por ciento en 2022 –uno de los mayores en el planeta, ahora que soplan vientos de recesión– a un modesto 0,5 por ciento el año entrante? ¿Qué prevé el Emisor?

A primera vista reflejaría una profunda desaceleración, en especial porque otros estimativos, como los del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Cepal, proyectaron el crecimiento del país en un rango entre 1,8 y 2,2 por ciento, coincidiendo con analistas como Corficolombiana o Davivienda.

En la rueda de prensa sobre el más reciente aumento de tasas de interés, el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, dijo que los cálculos del Banco de la República están “en el rango bajo”, y hasta el mismo gerente del Emisor, Leonardo Villar, reconoció que la proyección del banco “es la menos optimista de todas”.

La perspectiva de desaceleración para 2023 coincide con las amenazas de recesión en algunas zonas del mundo. El mismo presidente Gustavo Petro hace unas semanas, durante el evento de las pymes colombianas liderado por Acopi, advirtió sobre los tiempos difíciles que se avecinan. “Lo que viene es una tormenta económica. La guerra, los resultados del descalabro y de la parálisis del capitalismo mundial producto de la pandemia, las políticas públicas mundiales han llevado a la economía de todo el universo a una recesión”, afirmó Petro en ese momento.

¿Qué está viendo el Banco de la República en su análisis para el año entrante? ¿Qué tan dramática será esa desaceleración? ¿Qué tanto coincide con la perspectiva pesimista del presidente Petro?, Villar, gerente del Emisor, ha aclarado que ese 0,5 por ciento está muy influenciado por lo que se conoce como el efecto base. “Estaríamos creciendo muy poco con respecto a un nivel muy alto. Eso significaría que el nivel de actividad económica el año entrante seguiría siendo inesperadamente alto, en el sentido de que sería muchísimo mayor de lo que cualquier analista hubiera previsto hace tres o cuatro meses”, explicó.

Por eso, el propio comunicado del Banco de la República al anunciar el aumento de tasas en la más reciente reunión de su junta directiva, al igual que el informe de política monetaria, señala que, a pesar de la desaceleración prevista, el pronóstico del nivel de actividad en 2023 es 12 por ciento superior a lo observado antes de la pandemia.

¿Esto qué significa? Como explica Villar, y con lo que coinciden algunos analistas, el dato de 2022 es muy superior al crecimiento sostenible para la economía y no puede esperarse que ese ritmo se mantenga de manera indefinida. “Debe reconocerse que ese crecimiento no es sostenible, que la economía colombiana no es capaz de crecer a ese ritmo de manera indefinida sin generar desequilibrios insostenibles y que, por lo tanto, se justifica un ajuste de la política monetaria como el que se ha venido haciendo”, concluyó Villar.

LEONARDO VILLAR Gerente del Banco de la República
Leonardo Villar, Gerente del Banco de la República. | Foto: karen salamanca-semana

Sin embargo, varias dudas enmarcan la caja de Pandora en que se ha convertido el año 2023. Por un lado, la inflación, que todavía no cede y ya en octubre llegó a 12,22 por ciento anual y con varias presiones encima: el aumento en los precios de la gasolina, el impacto del invierno en los alimentos y la trepada del dólar, que, pese a haber moderado su precio en los últimos días, ya ha tocado techos por encima de los 5.100 pesos. Según Corficolombiana, la inflación anual habría llegado en octubre a “la cumbre de una meseta (alrededor de 12,2 por ciento) en la que cerraría 2022 y se mantendría hasta enero”. Desde febrero empezaría a disminuir gradualmente ante la moderación en precios de alimentos y bienes, cerrando 2023 –para esa firma– en 7,6 por ciento. Su pronóstico obedece al impacto de la reforma tributaria sobre los precios de los alimentos, la indexación de arriendos y otros rubros a una inflación más elevada, y al aumento del salario mínimo el próximo año, cercano a 15 por ciento; además, a las presiones adicionales de la depreciación del peso desde finales de octubre. En ese sentido, un escenario de estanflación el próximo año en Colombia (alta inflación y bajo o nulo crecimiento) podría darse.

Por el efecto de la reforma tributaria y más impuestos para las empresas, un escenario de desaceleración golpearía no solo las nuevas inversiones, sino también la generación de empleo; pero simultáneamente el gasto público podría empujar el crecimiento. El Gobierno central tendrá más recursos producto del recaudo, mientras gobernaciones y alcaldías entran en la recta final de sus periodos. El reto será la ejecución.

¿Vendrá una recesión?

Frente a la desaceleración que ha planteado el Banco de la República, una de las perspectivas que se abre es que algunos de los trimestres sean negativos, amenazando con una recesión técnica.

“Aquí el debate es muy complejo. Crecer 0,5 por ciento puede implicar que vamos a tener dos trimestres consecutivos negativos en algún punto del año y, por lo tanto, se hablaría de recesión técnica. Sin embargo, el hecho de crecer positivamente después de un muy buen comportamiento tanto en 2021 como 2022 representaría más una desaceleración. Me refiero a un concepto más amplio que una definición puramente estadística, no creo necesariamente que vayamos a tener un gran deterioro del empleo ni una brusca caída de la actividad económica en general”, explicó Daniel Velandia, director ejecutivo de Research y economista jefe de Credicorp Capital, para quien, incluso si se dan dos trimestres consecutivos de contracción acumulados el próximo año, forma parte de un ajuste normal.

Por su parte, Juan David Ballén, director de Análisis y Estrategia de Casa de Bolsa Grupo Aval, el escenario de una recesión en el país ha venido ganando espacio. “Si las economías desarrolladas entran en recesión, nos va a terminar golpeando directamente. Y, teniendo en cuenta esos factores internos, sin duda alguna no es una probabilidad despreciable. Lo que ha venido sucediendo ahora es que se han moderado las expectativas, pero muy seguramente al final podríamos terminar con una recesión en 2023”, señaló.

Más allá de la normalización de la economía y de la profunda desaceleración, el año entrante será complejo y vendrá acompañado de nuevas reformas que agitarán el panorama político. Hay que estar preparados.